El temido cabecilla que tendría aterrorizado a Amalfi
Hacemos púbico el rostro de Eusebio de Jesús Agudelo Hernández, presunto cabecilla del grupo delincuencial los Libertadores del Nordeste de Antioquia. Es conocido como alias el Enano, se escapó de la cárcel la Picota y está señalado de ser el responsable de una masacre en Amalfi que cobró la vida de 3 personas. Las autoridades ofrecen una millonaria recompensa a quien permita ubicarlo.
Cada que se habla de una matanza en Amalfi, tal como la ocurrida el pasado lunes en la vereda Guayabita que dejó tres muertos, se hace referencia a alias El Enano, un criminal de vieja data en la localidad y que después de pasar por varias estructuras delincuenciales que han afectado la seguridad de este municipio del Nordeste antioqueño, hoy lidera la banda Libertadores del Nordeste, una organización de pocos hombres, pero ávidos de violencia.
El nombre de pila de este personaje es Eusebio de Jesús Agudelo Hernández, quien se encuentra en las calles desde el pasado 27 de junio, cuando escapó de la cárcel La Picota, donde estaba purgando una condena de 13 años por los delitos de concierto para delinquir, utilización ilegal de uniformes e insignias, fabricación, tráfico y porte de armas, municiones de uso restringido, uso de las fuerzas privativas armadas y explosivos. Le faltaban dos años y seis meses para cumplir condena.
Cuando se produjo su detención formaba parte de la banda delincuencial Los Rastrojos, actualmente debilitada y con poco poder militar. Debido a esto, desde prisión con quienes les rendían lealtad y algunos miembros que estuvieron en el Clan del Golfo formó a los Libertadores del Nordeste, que tiene como principal nicho los municipios con altas cantidades de explotación de oro, como son Segovia, Remedios y Amalfi.
Su paso criminal comenzó con Los Rastrojos, protagonizando una disputa entre 2009 y 2013 con el Clan del Golfo, estructura con la que actualmente también sostiene una fuerte disputa bajo las banderas de su nueva organización delincuencial. También tuvo un paso por la banda del Mono Amalfi, organización aliada a La Oficina para temas de microtráfico y explotación de oro, pero de la cual salió en malas condiciones y terminó volviéndose uno de sus enemigos.
Con las banderas de Libertadores del Nordeste, según los informes de inteligencia, alias El Enano habría querido llegar a recuperar territorios que actualmente están controlados por el Clan del Golfo, generando ataques que llevaron al asesinato de Leonel Antonio Álvarez López, de 61 años; Luis Fernando Amaya Bedoya, de 41, y Edinson Manuel Peñate Ricardo, de 39, luego de que los señalaran de ser integrantes de la estructura enemiga de la banda de El Enano.
El comandante de la Policía Antioquia, Coronel Carlos Andrés Martínez, expresó que “ya se están haciendo acciones directas sobre ellos y sobre este último hecho se vincula directamente al Ejército Libertador de Colombia (como también se hace llamar esta estructura) y directamente a alias El Enano”.
De hecho, luego de que alias El Enano se fugada de prisión por tercera vez, luego de las registradas en 2010 y 2013 de la cárcel de Amalfi, en este municipio del Nordeste antioqueño se presentaron seis asesinatos, quienes en su mayoría serían personas ejecutadas por esta organización criminal, la cual no tendría más de 30 hombres, pero quienes se encuentran fuertemente armadas y con capacidad de enfrentarse a la estructura de origen paramilitar y con presencia en varias regiones del país.
Como anuncio de su llegada a territorio para atemorizar a sus enemigos, repartió un panfleto por todo el municipio, en el que decía: “estamos en el territorio para recuperar la tranquilidad de nuestro pueblo, ya que la organización llamada Clan del Golfo o Ejército Gaitanista de Colombia está en el pueblo haciendo daños por toda parte, matando gente inocente”.
En este pronunciamiento señalaron que tenían identificadas personas que formarían parte de esta organización criminal, las cuales atacarían como parte de su estrategia de violencia para recobrar el control de todas las rentas criminales de este municipio, ubicado a cuatro horas de Medellín.
Además de las intimidaciones a Clan del Golfo, también habría enviado mensajes a la banda de Mono Amalfi, en la cual habría anunciado un toque de queda en la zona urbana. “Llegó la limpieza para vendedores de vicio, colaboradores e informantes del ‘Mono Amalfi’ (…). No queremos ver los famosos combos después de las 10:00 p.m. en las esquinas, para evitar el derrame de sangre de personas inocentes”, dijeron a comienzos de este mes hombres encapuchados que recorrieron la localidad.
Debido al incremento en la oleada violenta en la zona urbana y rural de Amalfi, el coronel Martínez anunció que se ofrecía una recompensa de hasta 200 millones de pesos por quien dé información sobre alias El Enano para que responda por los delitos pendientes, como la fuga de los últimos días de junio y los más recientes homicidios a Amalfi.
Pero mientras logran dar con alias El Enano y sus hombres, algunos habitantes de Amalfi tuvieron que ser retirados por temas de seguridad e intimidaciones, no solo por temas criminales, sino por situaciones personales, queriendo arreglar algunos conflictos que había sostenido antes de ser capturado cuando era miembro de los rastrojos.
Carlos*, un habitante de esta localidad, afirmó que tuvo problemas con este cabecilla hace más de una década y “luego de que se fugó de La Picota, dijo que el principal objetivo militar era yo y por eso me tocó salir escoltado del pueblo, para cuidar mi vida”.
Alias El Enano tiene sitiado a Amalfi, según se escucha decir en la localidad, que ve como sus cifras de homicidios incrementaron en un 675% este año, pasando de cuatro a 31 homicidios, todo porque además de las estructuras mencionadas también hay participación del ELN, el frente 36 del Estado Mayor Central (las disidencias de las Farc) y algunos frentes de seguridad privados de los mineros, sumados a la guerra que sacó a la banda El Mesa, de Bello, de la localidad.
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Tango, graffiti, salsa y libros: historias de cómo cambiaron los barrios de Medellín
La ciudad se convirtió en un espacio fértil para el arte y la cultura
Medellín fue la ciudad de los 6.809 homicidios en un solo año, la de los bombazos, la del miedo sin fin. Fueron años aciagos los que atravesó la ciudad, una urbe que había crecido a la fuerza en un valle interandino, próspero y muy fértil. Nadie se hubiera imaginado que la apacible villa de comienzos de siglo habría de convertirse en una trinchera de la guerra, del horror. Pero, así como tocó el infierno, se levantó, y aunque no volvió a ser la de antes, tomó un rumbo inesperado.
Hay muchas expresiones artísticas que retratan a esa Medellín del horror, empezando por La vendedora de rosas o Rodrigo D, pasando al periodismo en No nacimos pa semilla o a la literatura en novelas célebres como El cielo que perdimos, de Juan José Hoyos, y La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo. Esta última es una hipérbole que muy bien describe a esa sociedad enloquecida que se volcó a la autodestrucción.
El Cielo que perdimos, en cambio, muestra a una ciudad que se está derrumbando, una ciudad en la que se cuentan los muertos, pero a nadie le importan esos muertos. Ya nadie presta atención a los comunicados de la Policía en los que se informa sobre los homicidios de cada noche. En eso se convirtió Medellín a finales del siglo pasado.
Paralelo a la violencia florecieron iniciativas en las esquinas de la ciudad, en los barrios empinados y alejados del centro. En El Picacho, en lo más alto de las montañas del occidente, nació una corporación para hacerle frente a la violencia, el abandono y la falta de oportunidades. Lleva más de 30 años brindando una nueva forma de ver la vida desde la ladera, una forma en que caben el arte, la cultura y la agricultura.
Del otro lado del río, en la comuna de Manrique, surgieron colectivos de baile que aprovecharon el alma tanguera del barrio. Mover el cuerpo, pasearse por una sala de baile, salvó a muchos de las garras de la violencia. Después llegaron otros ritmos que complementaron al tango.
La cultura fue para muchos un escape de la realidad que vivía la ciudad. Hay muchas de esas alternativas que sobreviven hasta el día de hoy. Es cierto que Medellín no es un remanso de paz. El año pasado cerró con 389 homicidios. La cifra es absurdamente más baja en comparación con el triste record de 1991, pero una vida humana perdida es una tragedia para toda una sociedad.
También es cierto que, ante los ojos de las autoridades, hay un gobierno criminal en Medellín que controla hasta los precios de los huevos y las arepas. Para cambiar eso, en el barrio La Torre, de la comuna 1, surgió un piloto de paz. Son 25 barrios los que se unieron para crear una comunidad de paz, para exigir que llegue el Estado y sea este el que imponga las normas y no “los muchachos de la vuelta”, como siempre ha sido.
Medellín, aunque tenga mucho por mejorar, no es la de antes, la de los años aciagos y la zozobra infinita. Y si es así es gracias a su gente, que se ha juntado para, desde las esquinas, decirle no a la guerra. Solo un arma ha empuñado toda esa gente: la cultura.
En Santo Domingo, hamacas y libros desplazaron a los combos
En el barrio La Torre hay una terraza que desde hace años fue ocupada por expendedores de droga. El sitio, que es un mirador, se había convertido en el horror de muchos. Pero hace casi dos años llegó Carlos Andrés Mesa, un líder social, que quiso transformar el panorama. Lo logró con muy poco: 350 libros y unas cuantas hamacas. “Hoy tenemos un espacio recuperado, lleno de cultura. Los niños vienen y leen en las hamacas. Con libros y cultura logramos desplazar el vicio”, comenta Mesa, el líder del proyecto.
Santo Domingo fue uno de los barrios más temidos de Medellín. Hoy, propuestas como Lectores a la Hamaca ofrecen un horizonte diferente a los niños. Tienen la posibilidad de vivir lo que tal vez sus padres no pudieron; a la guerra y las drogas les tocó cederle el espacio a los libros, las hamacas y los niños.
Manrique creó la ruta del tango
Manrique, el barrio tanguero por excelencia, el que creció junto al tranvía, tiene ahora una ruta turística. A finales de 2022 lanzó el “circuito” de la comuna 3, un recorrido que comienza en la 45, en la estatua de Carlos Gardel, y que continúa loma arriba, al ritmo de salsa o del quejido de un bandoneón. Hay mucho por ver, por contar, dicen sus habitantes, que ahora tienen un lema: “del barrio al mundo”.
La idea es dejar el estigma que cayó sobre el barrio, en especial entre los años 80 y los 90, pero que todavía pesa. En aquellos tiempos, como pasó con la ciudad en general, el barrio sufrió los estragos de la violencia, de una generación que crecía sin futuro, sin un horizonte posible. Catorce corporaciones, con la ayuda de cuatro fundaciones, pensaron en la esencia del barrio, es decir, qué era eso que podía ofrecerle al mundo.
La comuna 1 tiene su propio “grafitour”
La transformación de la comuna 13, que muchos llaman resiliencia, es conocida en todo el mundo. Su historia de violencia y superación es conocida por miles de turistas que llegan cada día a la ciudad. Pero en la montaña del frente, en la comuna 1, ha pasado casi desapercibido un proceso similar.
La propuesta está cerca de la siniestrada Biblioteca España, que hoy está en reparaciones. Se llama Museo Urbano de Memoria y tiene como fin mantener la memoria de lo ocurrido en esas laderas, desde la instalación del alcantarillado hasta los sucesos más dolorosos de la violencia. Este proyecto ha sido resaltado por la red Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia.
También tiene un espacio que se renueva cada 20 de julio con motivo de la Independencia. La comuna ya pasó por su peores días y el arte está ahí para que eso no se olvide, para que esos días no vuelvan nunca.
La Casa Morada en que se cultiva arte en la comuna 13
En la comuna 13 hay una casa diferente a las demás. Desde 2012 abrió sus puertas Casa Morada, un espacio para la creación artística y el “agroarte”, un modelo que permite conjugar la siembra con la agricultura.
Desde entonces, los habitantes de la comuna y la ciudad se han acercado a crear proyectos en pro de las comunidades. La comuna 13 fue uno de los territorios más golpeados por la violencia y, por si fuera poco, sufrió la Operación Orión. Muchos de los sobrevivientes de aquellas épocas han transformado el dolor en fundaciones y colectivos de arte que han cambiado a la comuna.
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En tiempos de celulares e Instagram, los fotógrafos de la Plaza Botero se aferran a sus cámara para no desaparecer
Historia de dos fotógrafos que llevan más de 20 años en la plaza
Cuando Ramón Durango comenzó a tomar fotos en la Plaza Botero, hace 23 años, no existían Instagram, Tiktok o Facebook. El celular más moderno en ese entonces era el Nokia 330, que daba una imagen en tonos verdes y servía para llamar, recibir llamadas y jugar culebrita, poco más. Tomarse una foto implicaba tener cámara y sacar el rollo para irlo a revelar. Los fotógrafos como Ramón se paseaba por la Plaza tomando fotos a una familia y a otra, sin detenerse.
El mundo ha cambiado mucho desde entonces, al menos en apariencia. Medellín es hoy una ciudad turística, muy diferente a la de 2001, que todavía cargaba la cruz de haber sido la ciudad más violenta del mundo durante los años 90. Ahora, la plaza, que está en todo el centro de la ciudad, es lugar de peregrinación de personas de todo el mundo. Los visitantes llegan para visitar las 23 esculturas que Fernando Botero le legó a la ciudad.
El plan, obviamente, incluye tomarse fotos con las esculturas. El objetivo: subir a redes sociales y dejar constancia de la visita. Los turistas, a diferencia del lejano 2001, llegan con sus celulares y posan. Se toman fotos que de inmediato van al archivo de Google y que en segundos se pueden subir a las redes sociales para que todos las vean.
Pues bien, Ramón, como en 2001, así parezca anacrónico, se resguarda del sol y ofrece fotos. Carga dos cámaras, una digital y otra que saca instantáneas. Ramón no hace parte de Asobotero, la asociación que reúne a la mayoría de venteros de la plaza. Él y los demás fotógrafos tienen rancho aparte y sostienen una rencilla con el jefe de Asbotero, Alberto Ávila, un hombre que se pasea con un pito y vigila la plaza. Exclusivo Colombia ya escribió un artículo sobre él.
Pero volvamos a lo que nos atañe en este artículo. Ramón es un hombre optimista. Aunque reconoce que el trabajo se ha venido a menos, dice que el éxito depende de la habilidad del vendedor. Aplica, sin decirlo, aquel adagio de que un buen vendedor vende hasta un hueco. Y eso, más o menos, viene siendo lo mismo que vender una foto impresa en tiempos de Instagram y celulares.
“El trabajo se ha venido a menos, obvio, pero yo puedo decir que nunca me he ido sin un peso para la casa. Cualquier cosa vende uno, lo importante es saber moverse y saber ofrecer”, dice Ramón.
Es un trabajo de persuasión. El cliente bien puede tomarse una foto con el celular y subirla a Instagram de inmediato, pero Ramón contraargumenta: la foto en papel dura más, se pierde si el celular se daña. Después de dar argumentos similares, algunos se animan a sacarse la foto física.
Ramón da dos opciones: la instantánea o la digital. La instantánea tarde unos cinco minutos, la digital unos diez mientras va a un estudio cercano para imprimirla. La digital tiene una ventaja, y es que los bordes están adornados con las esculturas de Botero en un mosaico colorido.
Ramón dice que los gringos no son buenos para tomarse fotos, que convencerlos es como “un parto de mula”. En cambio, los latinoamericanos son más afectos a la foto física. “Los que más compran son los panameños y los dominicanos, también los colombianos”, dice el fotógrafo.
Antes de la plaza Botero, Ramón montó una fábrica de arepas, pero por un inconveniente tuvo que salir de ese negocio. Como ya sabía tomar fotos de manera empírica, pues nunca recibió clases, empezó con su cámara en los alumbrados del río y luego dio en Botero.
A Ramón le gusta su trabajo, tanto así que su esposa, Catalina Torres, es colega porque él la convenció de tomar fotos. Catalina quería trabajar y Ramón se ofreció a enseñarle a tomar fotos. Después de cacharrear con la cámara, Catalina empezó también a tomar fotos instantáneas en los alumbrados del río. Hoy la pareja de esposos llega todos los días desde El Popular y se pasa todo el día en la plaza tratando de convencer a los turistas de que se tomen fotos físicas.
Catalina es igual de optimista que Ramón, pese a que su oficio se haya visto reemplazado casi en su totalidad por los celulares. Ella dice que el secreto es saber ofrecer, tener poder de convencimiento. En otras palabras, saber vender un hueco. “Es que los celulares, por buenas fotos que tomen, nunca van a igualar las que hace una cámara. Eso hay que decírselo al cliente. Nunca va a ser lo mismo una foto con celular”, dice Catalina.
Aunque el mundo ha cambiado mucho desde 2001, cuando no existían Instagram ni los celulares con cámara, los fotógrafos de Botero se han resistido aferrándose a sus cámaras. Hoy quedan unos doce, contando a Catalina y Ramón. Se aferrarán a los obturadores para no desaparecer.
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Mutilan los glúteos de una mujer en Medellín, tras someterse a un procedimiento estético, según ella, mal practicado.
Exclusivo Colombia publica el impactante testimonio de una paisa de 50 años quien reveló como, un procedimiento estético mal practicado en los glúteos, le cambió su vida. Narró como el deseo de mejorar su aspecto físico terminó con una amputación y una infección que aún no desaparece. Ella habló de la batalla jurídica que hoy lleva en Medellín y los dolorosos procedimientos médicos que derivaron en una incapacidad de casi 6 meses.
María Eugenia Montoya tiene 50 años, es asistente contable, trabaja para dos reconocidos hoteles de Medellín, es casada y, aunque su vida cambió radicalmente hace 6 meses, irradia una sonrisa difícil de ocultar. Pero detrás de esa expresión, se esconde un ser humano afligido que hoy libra una de las batallas más duras de su vida.
Es una apasionada por el deporte y los buenos hábitos, dice que siempre ha trabajado por su aspecto físico, combinando la salud mental con la física. El 17 de enero de 2024 se sometió en Medellín a un procedimiento estético que le ofreció, en su momento confianza y garantías médicas “me ofrecieron una MELA: es un tratamiento mínimamente invasivo e indoloro, me lo ofrecieron como un tratamiento estético, no como una cirugía plástica. Me sometí a él confiada que no iba a pasar nada y que iba a quedar muy bonita, me lo hicieron el 17 de enero de este año, en un centro de estética, en el cual adquirí una bacteria llamada nocardia Cyriacieórgica, es una bacteria multirresistente”
Le prometieron extraer grasa de su abdomen y transferirla a los glúteos. Pero algo salió mal. Según la paciente, la poderosa bacteria ingresó a su cuerpo y causó lesiones severas. Cirujanos consultados le afirmaron que, al parecer, no se hizo el debido proceso médico con la trasferencia de la grasa y todo desencadenó en una infección “me sometí a una cirugía donde me desbrickearon los glúteos, me los abrieron, como el procedimiento que se hace cuando van a retirar biopolímeros, encontraron 350 gramos de carne necrotizada con materia, porque la bacteria se me había comido el músculo del glúteo derecho, el glúteo mayor, parte del muslo. Había hecho fisuras dentro de mi carne las cuales me dejaron unos huecos grandes que son imposibles de volver a llenar”.
La paciente aseguró que le suscribieron fórmulas con tratamiento de antibióticos por más de un año, valoraciones de infectología y cirugía plástica porque posiblemente será intervenida otras 3 veces. También narró detalles de la cirugía. “la cirugía que me practicaron para erradicar la bacteria consta de abrir la cadera en mariposa, desbrickear toda la carne, lavar todo el glúteo, sacar la bacteria, la push que la bacteria ha hecho adentro y los focos de infección dejan unos huecos que es como una pelotica de tenis, que es la bacteria que la carne se comió “.
Reveló que el centro de estética, Milena Molina, como así se llama la mujer que, según ella, le ofreció el procedimiento ya no funciona en la actualidad. También precisó que la mujer la acompañó médica y económicamente en la primera etapa del procedo cuando aparecieron las primeras señales de alerta, pero el día que fue sometida a la delicada cirugía, nunca llegó “como ella no fue el día de mi cirugía el 16 de abril, yo había hablado con mi abogado, si ella no aparece a dar cara usted y la visita le dice que es mi abogado y van a iniciar un proceso legal y jurídico y los daños que me están causando. He perdido 6 meses de mi vida, de mi trabajo, en mi hogar las cosas están sostenidas porque Dios es grande y poderoso porque en mi relación no podemos tener intimidad”
Y en medio de su difícil proceso, hizo una reflexión “el mensaje que yo quisiera dejarle a todos y todas. Primero que todo: no es malo que uno quiera mejorar porque todos queremos estar cada día mejor, las mujeres no queremos envejecer y vernos mal, yo hice este procedimiento porque me engordé con la menopausia, pero si miremos en que lugar lo vamos hacer, que nos hagan un consentimiento informado”.
El abogado John Ríos, quien actualmente lleva su caso, habló del proceso y dijo que se configuraron delitos de tipo civil, penal y administrativo “¿administrativo en qué sentido? Porque la persona que estaba este tipo de tratamiento primero no cumplía con los requisitos legales ni con los permisos que exige la norma, de tipo civil porque se le causó un daño a una persona y esa responsabilidad trae consecuencias civiles que sería en materia económica porque debe causar ese daño que se causó con dinero.
Y explicó ¿Qué esperan del proceso? “nuestra pretensión inicial fue de 300 millones, intentamos conciliar con ellos dos veces, luego una tercera vez en la fiscalía y no fue posible, estamos esperando una segunda conciliación para evitar el proceso jurídico y para evitarle el daño civil y penal que se le causaría”
Tanto el jurista como la paciente expresaron que no tienen propósitos oscuros en el caso y afirmaron que se continúan con el deseo de conciliar. Y le confirmaron a este portal que el centro estético donde le practicaron el procedimiento, ya no existe.
Cifras
Según la Secretaría de Salud de Antioquia, este año 5 mujeres han fallecido tras someterse a diferentes procedimientos y al menos 8 establecimientos han sido cerrados por no cumplir con la norma.
Las autoridades recordaron que cualquier tipo de irregularidad en estos centros, que en ocasiones operan en la clandestinidad, pueden ser denunciados en la línea 6043835200
Entrevista adjunta.
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El fallo de la Corte reafirma la protección a los pueblos indígenas y abrecaminos a una mejor implementación de los proyectos REDD+ en Colombia.
La Organización Masbosques Colombia, informa a la opinión pública:
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La historia de cómo Abejorral se unió para celebrar los quinces de las niñas que no habían tenido fiesta
Catorce adolescentes pudieron gozar de su fiesta de quinces gracias a la iniciativa de la primera dama y la generosidad de los abejorraleños
Las redes sociales se han convertido en amplificación de las excentricidades. En Tiktok, Instagram y los shorts de Youtube abundan videos de personas visitando lugares paradisíacos o celebrando fiestas fastuosas, salidas de toda proporción. Hace unos meses, por ejemplo, una quinceañera llegó a la iglesia en una tractomula. El video, como era de esperarse, se hizo muy popular en redes. Otras quinceañeras han llegado haciendo equilibrio sobre un caballo de paso fino, sosteniéndose el vestido, para bailar el vals. Cuanto más gasta y cuanto más llama la atención, mejor: esa es la premisa.
Pero la cara tiene otra moneda. En los barrios de las grandes ciudades, pero principalmente en el campo, hay miles de familias en la brega diaria por la supervivencia. ¿Cómo pensar en una fiesta cuando la carne sube cada día, cuando la inflación amenaza empobrecernos a todos, cuando los arriendos se vuelven impagables? Según el Dane, el índice multidimensional de pobreza en las ciudades está en 12,1%, mientras en el campo asciende hasta 25,1%.
Es escandalosa la desigualdad de ingresos y niveles de vida entre el campo y las grandes ciudades. Si apenas se suplen las necesidades básicas de supervivencia, ¿cómo pensar en una fiesta? Y entonces comienzan las cuentas: el alquiler del salón, la comida, el licor, los souvenirs, el dj que programe la música, los meseros para que atiendan a la gente; la decoración, las bombas, los dulces, los centros de mesa, etc, etc, etc.
Celebrar unos quinces es un lujo. Eso lo entendieron bien en Abejorral, un extenso municipio del Oriente de Antioquia. Abejorral está sobre una meseta alta, a 2.275 metros sobre el nivel del mar, pero buena parte de su territorio es rural y bastante disperso. Es tan grande el municipio que tiene frontera con Santa Bárbara, en el Suroeste de Antioquia. Hay veredas que están a dos horas o más del casco urbano y a ellas se entra por carreteras destapadas que van subiendo y bajando por una geografía muy quebrada. Según la última medición del Dane, el 8,7 por ciento de los abejorraleños son adolescentes.
Como es lógico siendo un municipio extenso, buena parte de esa población está asentada en las veredas. Conociendo las dificultades de las personas que viven en la ruralidad, la primera dama del municipio, Blanquita que es profesora, pensó en las niñas que este año cumplieron quince y que por dificultades económicas no pudieron tener fiesta ni festejo alguno. Blanquita tiene dentro de su agenda los asuntos sociales, principalmente lo relativo con la niñez.
Pues bien, se puso en la tarea de darle un rato de felicidad a las señoritas que no habían tenido ni el más pequeño jolgorio. Teniendo esa idea muy fija en la cabeza, la primera dama, a través del municipio, abrió una convocatoria para que las niñas de la ruralidad se inscribieran y pudieran gozar de su fiesta de 15 años. Hubo que fijar varios requisitos, por supuesto: haber cumplido los quince años durante este 2024 y que no hubieran tenido ningún tipo de celebración.
Entonces pasó lo más bonito de esta historia. El rumor de una celebración de quinces colectivos se regó por el pueblo y la gente comenzó a estirar la mano en son de ayuda. Comerciantes, funcionarios de la administración y personas del común aportaron para que las niñas de la zona rural pudieran gozar sus quinces. Un grupo de música incluso donó sus horas de trabajo para amenizar la celebración.
También hubo animadores que, por supuesto, ofrecieron su trabajo en pro de las cumpleañeras. No es difícil imaginar el engranaje de un pueblo en función de una buena causa. Los comerciantes donando desinteresadamente sus productos, los músicos ofreciendo horas de entretenimiento con su talento. “Fue una iniciativa que recogió todas las voluntades de la comunidad abejorraleña. A las niñas las maquilló y les prestó los vestidos una empresa que se llama Creativo Colors con un grupo de voluntarios que las pusieron muy bonitas”, contó Leonardo, de la oficina de comunicaciones de Abejorral.
Fueron catorce las cumpleañeras que pudieron gozar de una fiesta inusual, pero muy sentida. Llegaron al salón con sus vestidos, unos rojos con lentejuelas y otros grises, blancos. Posaron para las fotos sosteniendo velones que representan la esperanza, que las oportunidades pueden estar a la espera.
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Conozca el recorrido del grafiti de la comuna 1: el “grafituor” que toma fuerza en Medellín
En Santo Domingo Savio está el Museo Urbano de Memorias, una galería al aire libre que cuenta la historia de esa zona de la ciudad
Eso que está por allá en la montaña, en esa parte empinada, es la comuna nororiental. Ninguna de las 16 comunas de Medellín lleva ese nombre. ¿Qué es, entonces, la nororiental? La respuesta fácil es que está constituida por varias comunas: Manrique, El Popular, Aranjuez y Santa Cruz, todas ellas asentadas en la ladera de la montaña que va a dar con Santa Elena y el oriente de Antioquia. Podría agregarse que sus barrios crecieron con el siglo XX, y que fueron presa de una violencia rabiosa, de una inquina de origen atávico.
Todo eso es cierto, pero la nororiental es más. Los que llegan a Medellín, amén de visitar la plaza Botero y los vestigios del cartel de Medellín, van siempre, sin excepción, a la comuna 13. Se pasean por las escaleras eléctricas, comen paleta de mango biche, se toman fotos, pero, principalmente, hacen un recorrido por una galería de arte urbano a cielo abierto. Los murales cuentan la historia de la comuna, desde la dolorosa Operación Orión hasta el resurgir del barrio.
Los turistas, en cambio, desconocen que la historia de la comuna 13 se extrapola a buena parte de la ciudad. En la comuna 1, es decir, en lo alto de la nororiental, hay una galería igual o más grande que la de la 13, e igualmente simbólica y rica en historia. Es más, hay cosas que no hay del otro lado del valle. Entre Santo Domingo y Granizal está el puente Bicentenario, una estructura de acero que une a los dos barrios. El puente, aunque suene inverosímil, relata el devenir de la comuna, desde el asentamiento de miles de desplazados hasta nuestros días.
Cien años han pasado desde que se construyó Aranjuez, en la década del 20, y le siguió Manrique. Por eso, el puente retrata a un burro: es la representación de tiempos que parecen remotos, cuando las familias, llegadas a la ciudad, subían en burro a las partes altas de la montaña, por caminos sinuosos y empantanados, para levantar sus casas.
En el puente también se ven las casas de “arquitectura criolla”, es decir, las viviendas de uno o dos pisos de ladrillos sin revocar y techos de zinc, de puertas metálicas y escaleras empinadas. Otra parte de la obra está dedicada al tango, la música por excelencia de Manrique durante el siglo pasado. En ese barrio está la casa gardeliana, además de una estatua del zorzal criollo. También hay una ruta turística para conocer los bares en los que todavía suena y se baila el tango.
Como decíamos al comienzo, la nororiental es más que la historia repetida de un barrio empinado dominado por la violencia. La nororiental es un conjunto mucho más complejo que va desde la violencia, por supuesto, pero atraviesa las luchas de las comunidades, la cultura, la música, el arte.
Hagamos un pequeño recuento de la historia de lo que ahora se conoce como la nororiental. En 1923 se inauguró la línea Manrique del tranvía. El sector se había poblado hacía apenas unos años. En 1916, Manuel J. Álvarez compró los terrenos que se convertirían en el barrio Pérez Triana, en Aranjuez. Un año más tarde comenzó la urbanización de lo que sería el barrio Berlín, donde se ofreció vivienda a la clase trabajadora. En 1931 se inició la construcción de la iglesia de Manrique, bautizada como el Señor de las Misericordias, de estilo neogótico. Las fincas en que pastaba el ganado se convirtieron en extensos barrios obreros. La iglesia sigue siendo ícono de la nororiental, y se ofrece a la vista en lontananza con sus torres góticas que pretenden rascar el filo de las montañas.
Ahora bien, esa es la historia de la parte baja, la más antigua. Los barrios altos como El Popular y Santo Domingo obedecieron a un fenómeno diferente, asociado a la migración forzada de miles de personas que llegaron del campo. La herencia campesina todavía es palpable en los barrios: las gallinas revolotean por los patios, los gallos cantan al amanecer y aún es posible encontrar marraneras.
La población de la parte alta de la montaña comenzó a mediados del siglo pasado, después del asesinato de Jorge Elicécer Gaitán. El campo colombiano se convirtió en una trinchera en la que conservadores y liberales se sacaban las tripas. Al respecto, dice la canción interpretada por Garzón y Collazos:
Y al alma del campesino llega el color partidiso
Entonces aprende a odiar hasta quien fue su buen vecino
Todo por esos malditos politiqueros de oficio
Los barrios, como es natural, crecieron de cualquier manera, con el ímpetu de las necesidades. Los campesinos y sus hijos levantaron las casas de adobes como pudieron, algunas al borde de quebradas o en terrenos quebradizos. Había que aprovechar cualquier resquicio libre, tirar abajo la vegetación, rozar y construir.
El Estado llegó unos años después, como pasa a menudo. Ahora está el metrocable y la malograda biblioteca España, rebautizada nororiental.
Toda esa historia de la comuna está recogida en el Museo Urbano de Memorias, el nombre que lleva la enorme galería que han ido pintando en la comuna 1. El líder del proyecto se llama David Ocampo, y es del barrio. Davis cuenta que para recoger la historia de los recovecos de Santo Domingo y sus aledaños, entrevistaron a 2.000 personas, la mayoría ya ancianos, para que contaran cómo habían fundado los vecindarios, levantado la primera iglesia, la primera escuela.
En la investigación descubrieron datos interesantes, como que el barrio Santa Cecilia no se llama así por la santa, sino porque con ese nombre bautizaron a la primogénita de uno de los fundadores del vecindario. La cuadra de los Sanducheros no se conoce así por un negocio de emparedados, sino por un grupo armado que delinquió en los 90.
Pero los murales no cuentan solo la gran historia, por decirlo de alguna manera, sino que van a los que en la historiografía se conoce como microhistoria, lo cotidiano que no parece relevante ante el conjunto, pero que sin duda encierra la esencia del todo. Uno de los murales, por ejemplo, hace homenaje a Tomás, un perro criollo que fue envenenado en el barrio. ¿Cuántos tomases hay en la historia de Santo Domingo? ¿Por qué alguien descarga su furia asesina contra un animal indefenso?
Aunque en la comuna 1 quieren posicionar el recorrido, que hasta ahora pasa de agache bajo la popularidad de la comuna 13, los creadores tienen claro que no quieren un turismo masivo que arrase, como ya ha pasado en la 13. Quieren contar la historia del barrio con las decenas de murales, pero no hacer de él un espectáculo que degrade y pisotee la historia de la famosa comuna nororiental.
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La guerra en Antioquia que acabó con la muerte de seis militares
Exclusivo Colombia revela los nombres de los cuatro cabecillas que tienen sitiado a Valdivia, un municipio del norte antioqueño en el que tres estructuras se pelean el control criminal y que en esa disputa cobraron la vida de seis militares y dejaron lesionados a otros cuatro, incluyendo a un civil.
Las preocupaciones que le manifestó el sargento segundo Diego Armando Marín López a su hermana a comienzos de la semana pasada, sobre que se encontraba en una de las zonas más calientes de Antioquia, se materializó en la tarde del pasado jueves cuando la detonación de una mina antipersonal acabó con su vida y cinco de las tropas que tenía a cargo cuando pasaban por un camino de la vereda Coposa, de Valdivia, en medio de una confrontación en el que se pelean el control de un corredor estratégico de drogas y el ingreso a una mina de un municipio vecino.
El sargento segundo Marín López estaba a cargo del Comando Conjunto n.° 5 de la Décima Primera Brigada del Ejército, que está a cargo de las operaciones en esta parte del Norte antioqueño. Allí, los frentes 18 y 36 de las disidencias de las Farc están cuidando un territorio que históricamente han tenido bajo su cargo desde hace décadas, pero que por su riqueza y ubicación estratégica se ha vuelto uno de los sitios más apetecidos por el Clan del Golfo.
Pero en esta disputa el grupo disidente de las Farc no se encuentra solo y, de acuerdo con informes de inteligencia, tendrían una alianza con el ELN, que les brinda acompañamiento y presencia armada a cambio de compartir las rentabilidades criminales en este sector, que se basan en el control de rentas criminales como la producción de cocaína, la explotación ilegal de oro y el paso de drogas desde y hacia la Costa Atlántica.
¿Qué estaban haciendo las tropas?
Pese al cese al fuego entre el Gobierno Nacional y las disidencias, que finaliza este miércoles y aún se desconoce si habrá prórroga, las tropas militares continúan los operativos en la zona, pero para el caso del ataque estaban realizando seguimientos al frente Julio César Vargas Torres, del Clan del Golfo, pero para ello era necesario ingresar a este territorio dominado por la organización guerrillerra.
De acuerdo con el general Juan Carlos Fajardo, comandante de la Séptima División del Ejército, “estábamos en operaciones contra el Clan del Golfo y entramos a una zona preparada por el Estado Mayor Central (como también se le conoce a las disidencias de las Farc), llegan al punto, nos hacen activar este campo minado, provocando la tragedia con nuestros soldados”.
En esta explosión, que de acuerdo con fuentes judiciales se registró a pocos metros de la escuela rural de la vereda Coposa, no solo murió el sargento segundo, sino también los soldados profesionales Jesús Manuel Casso Campo, Yeison Eduardo Gómez Chima, Rodolfo José González Núñez, Andrés Stiven Ramírez Castaño y Cristian Julián Torres Delgadillo.
También resultaron lesionados los soldados profesionales Alex Ferney Cuta Fernández, Cristian David Hurtado Riascos, Yoel Isai Pushaina y José Cristian Rengifo Benítez, a quienes trasladaron a hospitales de Medellín y según el Ejército se encuentran fuera de peligro.
Dolorosa conversación
El sargento segundo Marín López era oriundo de Yarumal, un municipio ubicado a una hora de la localidad donde ocurrió esta explosión. Le había dedicado 15 años y tres meses al Ejército y participó en varios operativos, pero en los días recientes le había manifestado su temor a sus familiares, tal como lo contó su hermana, Liceth Marcela Marín.
“Yo hablé con él hace 4 días, le escribí porque hace dos meses porque vivimos un caso muy duro con un amigo en el caso del M19 y a raíz de eso me preocupé más, cortamente le decía – Hermano, cuídate mucho, cuídate demasiado. Él estaba preocupado porque estaba en una zona roja. Yo le decía – Hermano, fortaleza, órale mucho a Dios, pero mi hermano tenía miedo como todo ser humano”, expresó la familiar.
Esa fue la última vez que hablaron, porque el oficial se concentró en su trabajo y en los operativos que se estaban realizando en la zona, en medio de las limitaciones que les daba el cese al fuego, porque en el camino se podían encontrar con estructuras que estaban dentro de este acuerdo, en teoría, o no.
¿Quiénes están detrás?
El control de esta zona por parte del Estado Mayor Central está a cargo de Edgar de Jesús Orrego Arango, alias Firu, quien es es cabecilla del Frente 18, y Erlinson Chavarría Escobar, alias Ramiro, quien lleva las banderas del Frente 36, según los reportes oficiales.
Orrego Arango, de 39 años, era primo de Ricardo Abel Ayala, alias Cabuyo, dado de baja en un operativo militar en Barbosa el junio del año pasado cuando era uno de los máximos cabecillas de esta estructura criminal. Después de esto, Firu asumió el mando de esta organización y se encargó de asumir el terror, principalmente, en el Norte antioqueño en Yarumal, Angostura, Campamento, Briceño, Ituango y Valdivia.
Alias Firu
Por su parte, Chavaría Escobar nunca aceptó incorporarse al proceso de paz firmado en el 2017 y desde entonces continúo fortaleciendo las estructuras guerrilleras en esa subregión de Antioquia. En 27 de noviembre de 2020, en un bombardeo en Ituango, se rumoró que había muerto porque en medio de las inspecciones se encontró la prótesis de una de sus piernas.
Tiempo después se confirmó que seguía vivo y delinquiendo y hasta por medio de una llamada telefónica ordenó el desplazamiento del 40% de las veredas de Ituango en 2021, todo para mostrar su poderío.
El apoyo de este grupo disidente lo recibe a través del frente Darío Ramírez Castro del ELN, cuyo liderazgo está a cargo de Carlos Alonso Agudelo Gómez, alias Nelson o El Calvo, que además tiene presencia en el Nordeste y Bajo Cauca antioqueño.
Pero la ofensiva en la que murieron estos miliares iban contra las unidades del Clan del Golfo lideradas por José Ramón Zapata Pérez, alias Gavino, quien no solo tiene el control territorial en Cáceres y Tarazá, en el Bajo Cauca antioqueño, sino que es uno de los que abandera la incursión de esta estructura en el Norte antioqueño, con notorios avances en Campamento, Valdivia y Yarumal.
Estos tres actores criminales se están peleando en Valdivia, además del mencionado corredor estratégico para el paso de armas y drogas, está la disputa por el control de una mina de oro en el corregimiento San Pablo, de Cáceres, de la cual se menciona que tiene mucha riqueza y que para llegar a ella Valdivia es uno de los pasos clave.
Y en medio de esta disputa y los cese al fuego con ELN y Estado Mayor Central, el Ejército Nacional tiene que continuar trabajando por resguardar la soberanía, aunque tanto el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, y los mismos familiares del sargento segundo aseguraron que la suspensión de los combates solamente ha fortalecido a estas organizaciones criminales. “Eso no es ningún cese al fuego. Siguen matando a los militares , yo no sé para él que significa el cese al fuego. Están matando a hijos, hermanos, padres y esposos. Se están haciendo más fuertes. Ya no es un grupo armado sino que son dos, en contra. Se agruparon y ahora se ponen de acuerdo para matar gente buena”, concluyó Liceth Marín.
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Sexta Cumbre del Clima Latinoamericana, avances y alianzas. Un dialogo vital para el futuro
Del 25 al 27 de junio, Cartagena de Indias se convirtió en el punto de encuentro de líderes, lideresas y expertos comprometidos con la lucha contra el Cambio Climático en América Latina en la sexta edición de la Cumbre del Clima Latinoamericana, organizada por ASOCARBONO y la International Emissions Trading Association (IETA), la cual se celebró en el emblemático Centro de Convenciones Getsemaní, reuniendo a desarrolladores de proyectos, líderes comunitarios y los principales actores del mercado de carbono de la región.
Durante estas jornadas, la participación de las comunidades, la academia y desarrolladores de proyectos fue fundamental, para que todos los actores involucrados en estos esquemas pudieran contribuir con ideas y soluciones innovadoras en la aplicación y seguimientos de proyectos REDD+.
Al menos 20 países participaron de las jornadas, junto a líderes y lideresas de comunidades locales de todo el continente, quienes jugaron un papel crucial en las discusiones sobre políticas climáticas, la aplicabilidad y permanencia de los proyectos y las estrategias de mitigación.
Dentro de los asistentes y el equipo de desarrolladores de proyectos REED+ estuvo la Organización Masbosques Colombia y su director Ejecutivo Jaime Andrés García director Ejecutivo Masbosques quien señaló: “Durante estos días hemos participado como desarrolladores y hemos podido resaltar desde nuestra experiencia, la importancia de la evolución de los proyectos de carbono que además están en constante evolución y en esa evolución, estamos nosotros desde nuestras organizaciones estamos mejorando, respetando siempre la gobernanza de los pueblos indígenas.”
Entre los temas principales abordados en esta cumbre, se destacó el panorama de las políticas públicas donde se analizó la situación actual y las perspectivas futuras en la fijación de precios en el mercado de los créditos de carbono y sus regulaciones para toda la región.
En este espacio, también se reconoció el rol central de las comunidades indígenas vinculadas a estos proyectos, se discutieron las formas de garantizar una implementación efectiva de salvaguardas y los beneficios para las comunidades locales, así lo expresó Isabel Blandón coordinadora de Proyectos REDD+ : “Reconocemos la importancia de resaltar y visibilizar las múltiples voces como también, la necesidad de seguir implementando una debida diligencia para el fortalecimiento de procesos de transparencia dentro de los proyectos REDD+ y defender la gobernanza étnica y ambiental al interior de los mismos, las comunidades indígenas como socias de estos proyectos.
Durante la cumbre también se exploraron iniciativas claves como los enfoques y las acciones de los estados y comunidades en los mercados de carbono, y la importancia de alinear estos esfuerzos con las políticas nacionales para aumentar las acciones frente a la crisis climática.
De otro lado, John Freddy Muñoz líder indígena de la zonal ACAIPI, comunidad de Sonaña aseguró que: “Es de vital importancia que el pueblo indígena, donde se desarrollan este tipo de proyectos conozca y aprendan su aplicabilidad para que todos entiendan y sean realmente socios. Expuso que su comunidad está muy agradecida por la vinculación en este tipo de encuentros y que llevaría buenas noticias para su pueblo del Pirá Paraná.
Esta cumbre no solo fue el espacio propicio para el intercambio de conocimientos y experiencias, sino también el espacio para la generación de alianzas estratégicas entre los diversos sectores. La colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad civil se posiciona como clave para impulsar soluciones efectivas y sostenibles ante el desafío global del cambio climático.
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Clara Inés Santacruz presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Protectoras de la Selva-MIAPS resaltó la importancia de la ejecución de estos esquemas en su territorio expresó que en su comunidad el proyecto REDD+ Amakara Apuro de Masbosques viene beneficiado a más de 1.800 personas.
Esta cumbre no solo fue un espacio para el intercambio de conocimientos y experiencias, sino también para la generación de alianzas estratégicas entre diversos sectores. La colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad civil se posiciona como clave para impulsar soluciones efectivas y sostenibles ante el desafío global del cambio climático.
En conclusión, la Cumbre del Clima Latinoamericana 2024 no solo fortaleció el liderazgo regional en materia climática, sino que también sentó las bases para una acción climática más coordinada y justa en toda América Latina. Estos esfuerzos no solo son necesarios para proteger nuestro planeta, sino también para garantizar un futuro próspero y seguro para todos.
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El tango en Medellín: crónica del épico viaje del cuerpo de Carlos Gardel hasta Buenos Aires
La peripecia duró un mes. Acá contamos la historia
Hay en la novela El cielo que perdimos, de Juan José Hoyos, una escena dramática sobre la afición tanguera de Medellín. Cuenta el narrador que una artista argentina llegó a la ciudad con la idea de un performance particular: quemar una estatua gigante de Carlos Gardel, el ídolo de multitudes. Cuando iban a prender fuego a la figura, una caravana de buses llegó desde Manrique, el barrio tanguero por antonomasia. Una turba furibunda aulló y protestó, saliéndose de la ropa, ante el ídolo que se derretía, una afrenta para su público.
Bien conocida es la historia de la trágica muerte de Carlos Grdel en Medellín, en 1936. Pero cayó en el olvido lo que ocurrió siete meses después del accidente. El cuerpo del ídolo fue trasladado desde Medellín a Buenos Aires, primero en ferrocarril hasta el Suroeste de Antioquia, luego a lomo de mula y otra vez en tren hasta el puerto de Buenaventura; el periplo del cadáver continuó por el Pacífico hasta Panamá, para luego tomar el norte hasta Nueva York y ahí sí, hacia el sur, a Buenos Aires.
La semana pasada se celebró en Medellín la Feria Internacional de Tango con un acto especial en el cementerio San Pedro, donde el zorzal criollo, como se le conoció al cantante, reposó los primeros seis meses de su descanso eterno. Cuesta imaginar cómo es que un ídolo muerto hace casi 90 años sigue generando pasiones. Con una pareja bailando, haciendo una interpretación de la vida y la muerte, se conmemoró la historia de Carlos Gardel.
El traslado del cuerpo
El traslado del cuerpo del ídolo ocurrió solo seis meses después del deceso y tuvo más que ver con un motivo político que con el fervor popular. Desde Argentina se pidió permiso para repatriar el cuerpo, pero la ley colombiano contemplaba que los cadáveres solo se podían exhumar pasados cuatro años, esto por cuestiones sanitarias. Argentina tuvo que pedir permiso al presidente colombiano, a la sazón Alfonso López Pumarejo.
Resulta que en Argentina la prensa había puesto sus ojos en el llamado negocio de la carne, un trato que tenía el país con Estados Unidos y el Reino Unido. La polémica había comenzado en 1933 cuando el senador Lisandro de la Torre denunció que el negocio de la carne estaba tomado por un monopoly extranjero que operaba con el beneplácito del gobierno argentino.
El país había llegado a un acuerdo con el Reino Unido que incluía, por ejemplo, que la carne se negociaría a un precio menor al señalado por el mercado internacional. En 1935 se denunció que varias empresas, con el beneplácito de varios ministros, evadían impuestos. La polémica llegó a niveles de efervescencia incalculados y el gobierno argentino se vio contra las cuerdas.
Entonces había que plantar una cortina de humo que opacara el tema de la carne y la corrupción. ¿Cuál fue la solución? Evidente: pedir la repatriación de Carlos Gardel, el ídolo. La toma de esa decisión también se debe a que Uruguay, que reclamaba ser la patria del cantante, ya había comenzado los trámites para recuperar los restos del zorzal.
La noticia de la muerte había impactado profundamente a los porteños. Cuentan que las emisoras de radios decidieron no poner tangos por una semana, que hubo desmayos y que tres personas se suicidaron. En el libro Carlos Gardel, de Simon Collier, hay muchos detalles del proceso de repatriación del cuerpo del ídolo:
“Las autoridades municipales y eclesiásticas de Medellín no presentaron problemas a Defino, y en la tarde del 17 de diciembre el cuerpo de Gardel fue exhumado del cementerio de San Pedro, donde había descansado casi seis meses. (El cuerpo de Gardel se había preparado para la sepultura teniendo en cuenta una eventual exhumación”.
Los periódicos de Medellín registraron la exhumación del cuerpo que, dicen, estaba carbonizado por el accidente. La BBC reconstruyó en un artículo lo que los diarios de la época informaron. El Heraldo de Antioquia anotó en sus páginas: “El cadáver del infortunado artista se hallaba colocado en una artística caja metálica, que costeó el gobierno departamental”.
Lo más penoso comenzó con el traslado del cuerpo. Como bien se dijo, entre Valparaíso y Marmato hubo que llevarlo a lomo de mula para continuar otra vez en pequeños vehículos. Así se hizo hasta Pereira, donde el cuerpo del zorzal fue instalado de nuevo en el ferrocarril que lo llevó hasta Buenaventura. En el puerto, cuenta Simon Collier, los funcionarios de aduanas intentaron abrir la carga para ver si dentro de ella había contrabando, pero lograron persuadirlos de no hacerlo.
El cuerpo llegó unas semanas después a Nueva York, después de pasar por el Canal de Panamá. En la metrópoli descansó una semana entre solemnes homenajes. El viaje continuó a bordo de un vapor. Cuenta Collier que el cuerpo lo pusieron donde iba la carga y que hubo que rogar para que lo acomodaran en otro lugar, uno más solemne y a la altura del ídolo de multitudes.
El traslado del cuerpo suscitó un enorme interés de parte de la prensa, que durante el mes que duró el viaje olvidó el problema de la carne. La jugada del gobierno había funcionado.
Los restos de Gardel estuvieron en Río de Janeiro y luego en Montevideo, donde despertaron el fervor popular. Pero la apoteosis fue en Buenos Aires.
“El buque entró en la dársena alrededor de las 11:30 mientras la multitud observaba en silencio sus maniobras. Los que estaban más lejos vieron una grúa en movimiento; los que estaban más cerca pudieron ver una enorme caja que descendía al muelle. No era preciso aclararles qué era”, dice Collier.
El traslado del cuerpo de Gardel no fue menos difícil dentro de Buenos Aires. De los autobuses y de las estaciones del tren salían cientos de personas atropelladas, ansiosas de acompañar los restos del ídolo. La policía trató de contener a la multitud y varias personas quedaron heridas. El homenaje fue solemne, como solo podía serlo tratándose de un ídolo de multitudes: “La mayoría de los visitantes eran mujeres de toda edad; sollozaban, arrojaban flores, besaban furtivamente el ataúd al pasar. Así, cientos de miles de porteños rindieron homenaje al Zorzal”.
Después de mucho quilombo, como dicen los porteños, el cuerpo de zorzal al fin encontró el descanso eterno en su ciudad. Luego se construyó un mausoleo. Los que visitan su tumba hoy, 89 años después, no se imaginan el periplo que el zorzal tuvo que recorrer desde Medellín hasta Buenos Aires, un viaje post mortem muy surreal.
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