Exclusivo Colombia habló con José Guarnizo, el autor del que es, tal vez, el más conocido libro sobre Griselda Blanco “La Patrona de Pablo Escobar”, en el que se cuenta la historia de la más temible narcotraficante, que se inventó el sicariato en moto, las rutas de la coca, e intentó secuestrar al mismísimo hijo del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy.
Una vez, cuenta un familiar de Griselda Blanco, ella, con su particular jactancia y poder de intimidación, en una fiesta propia de cualquier narco en una película de Hollywood, sacó una bandeja de plata para servir a sus invitados y dijo “yo soy la reina de la coca”.
Pocos saben que ese detalle obedece a un delito del que se sentía orgullosa. Mandó a robar, en el propio Palacio de Buckingham, en Londres, una bandeja y la vajilla en la que la Reina Isabel tomaba el té, solo para presumir ante sus amigos y mostrar ese poder que era indiscutible entre la mafia de toda América.
Griselda Blanco era conocida como “La Madrina”, la “Viuda Negra”, “La Reina de la cocaína” y ninguno de los alias fue en vano. Lejos de ser un personaje de serie de Netflix, fue una narcotraficante temible, tanto como para ser prioridad para el gobierno de Estados Unidos, mucho antes que Pablo Escobar.
Exclusivo Colombia investigó los cinco datos más relevantes y menos conocidos de la narcotraficante, que, por cuenta de una nueva serie televisiva protagonizada por Sofía Vergara, pone a hablar al mundo de la coca colombiana y el narcotráfico de los 70 y los 80.
Esta es tal vez, una de las más reconocidas fotografías de Griselda Blanco, rodeada de flores y vistiendo traje de diseñador. El próximo 14 de febrero cumpliría años, pero fue asesinada en 2012 en una carnicería del barrio Belén. Foto: cortesía.
1- Le atribuyen su primer crimen a los 11 años
Casi todas biografías acerca de “La Madrina”, coinciden en reseñar un crimen atroz, como su inicio en el bajo mundo. Apenas con 11 años de edad, dicen los archivos judiciales, Griselda ya era parte de un grupo delincuencial de Barrio Antioquia, un recodo de la comuna de Belén en Medellín, al que llegó después de vivir en Lovaina, desplazada de Cartagena con su familia.
Antes de iniciar los años 60, la banda, casi todos menores de edad, se dedicaban al hurto, pero pasaron al siguiente nivel cuando secuestraron a un niño de 10 años de clase alta en Medellín. Al niño, cuya identidad fue reservada por años, lo tuvieron amarrado por varios días, pero su familia no pagó el rescate a tiempo. Griselda, retada por sus cómplices, le disparó en la cabeza a sangre fría.
Lo que sigue es una historia criminal que se escapa de cualquier guion de Hollywood, que incluye más de 100 muertes comprobadas (se dice que pueden ser más de 250), entre ellas las de sus tres parejas sentimentales. De ahí salió su otro alias “La viuda negra”. Aunque hay dudas aún.
“Griselda Blanco está lejos de ser una heroína como en algunos relatos se ha mostrado. No me refiero específicamente a la serie de Sofia Vergara porque en la serie de Sofia Vergara se logra mostrar un poco como esa atmósfera que se creó alrededor de Griselda en Miami y de todos los muertos, aunque se dan unas licencias para cambiar ciertas cosas. Por ejemplo, ahí muestran que ella supuestamente mató Alberto Bravo, su segundo esposo cuando pues hay serios indicios y documentos que indican que a él lo mandó a matar Pablo Escobar. Sin embargo, si hay una buena cantidad de testimonios y documentos de los que se puede inferir que ya sí habría tenido que ver con el asesinato de su tercer esposo, Darío Sepúlveda, padre de su hijo Michael Corleone, que creo que este es un dato importante y de ahí que se empezó a hablar un poco como de que ella representaba La Viuda Negra”. José Guarnizo, periodista y escritor de “La Patrona de Pablo Escobar”
2- Inventó el sicariato y puso en estado de guerra a Miami
Aunque en muchas de las series y biografías sobre Griselda Blanco se habla de su guerra en Miami, Estados Unidos, generalmente se ha pasado por alto el impacto que esto tuvo en la historia del crimen en el continente.
El alias de “La Madrina”, tal vez el más conocido, se da precisamente en los años 70, cuando huye de Colombia y pasa de New York a Miami en Estados Unidos, donde, según advierte el escritor José Guarnizo, crea su propio imperio, el primero conocido de un cartel colombiano de las drogas y cuyo único jefe y dueño era ella misma.
Era tan absoluto su poder en la organización, que solo se le conocían unos escasos hombres de confianza, el más cercano; Jorge Ayala Rivera, alias “Rivi”, quien solo logró salvar su vida, siendo testigo clave en el juicio que llevó a “La Madrina” a la cárcel por 19 años. Pero la historia comienza mucho antes.
Ella se inventó el sicariato como modalidad delictiva, primero en Medellín y luego en Estados Unidos. La imagen de hombres en motocicleta que asesinan a sus víctimas en movimiento, fue una macabra creación de Griselda Blanco para cobrar sus deudas. Según los testimonios recolectados en los archivos judiciales en Miami, fue la primera vez que en ese país se vio de manera sistemática el uso de esta modalidad en asesinatos selectivos.
Página del libro “La Patrona de Pablo Escobar”, de la Editorial Planeta y que reseña un titular de prensa sobre la guerra de narcos en Miami entre los 70 y los 80. Foto: Cortesía.
Y es que Miami, que para entonces ya era un paraíso tropical, se convirtió en un infierno cuando se desató la llamada “Cocaine Cowboys Wars”, una sangrienta lucha por el dominio del narcotráfico en la ciudad con decenas de muertos, masacres y el famoso caso del niño Jhonny Castro, de tres años, quien falleció víctima de disparos en un ataque sicarial a su padre Jesús “Chucho” Castro en 1982, de quien siempre se pensó que estaba muerto, pero reapareció en Medellín, tras esconderse por más de 30 años de “La Madrina”.
La guerra de la cocaína en Miami perduró hasta 1984, cuando ya Pablo Escobar había incursionado en el mapa criminal con el Cartel de Medellín y usando las rutas de transporte de droga, que precisamente Griselda diseñó y administraba. Ya por esa época se vislumbraba un enfrentamiento con el capo, al que sobrevivió.
Miami, según datos del FBI pasó de una tasa de homicidios de 13.2 casos por cada 100.000 habitantes a 24 en 1984, una cifra muy parecida a la que tenía Medellín hace unos 10 años.
3- Su alias de “La Madrina”
A Griselda Blanco no le gustaba hacer pequeños negocios. Según sus allegados, los “cruces” de droga que realizaba en Estados Unidos, siempre se calculaban en toneladas. “Llegó un momento en el que tuvo muchos cuartos llenos de dinero, de dólares en efectivo que eran imposibles de contar”, dice el escritor José Guarnizo. Por esto, fue tal vez, la primera narcotraficante en usar el término de “caletas”, para describir los sitios de almacenaje de su dinero. El FBI calculó su fortuna en más de 500 millones de dólares en su momento, calculados en la actualidad, serían más de 1.5 mil millones de dólares, suficiente para aparecer en la revista Forbes.
Hay que decir que, al comienzo, otro invento que se le atribuye, es la creación de “las mulas”. Para esto creó una línea de ropa interior con compartimientos para esconder cocaína y que se pasara inadvertida en los aeropuertos.
Varios autores consideran que una parte de las escenas de célebre película “Scarface”, protagonizada de manera magistral por Al Pacino, tienen inspiración en apartes de la vida de Griselda.
No obstante, la afición, casi enfermiza de ella en el cine, tenía que ver con otra película, la obra maestra de Francis Ford Coppola “El Padrino”. Fue tal su afición a la historia de la familia Corleone, que a su último hijo lo bautizó Michael Corleone Blanco. Ahora él promociona su propia marca de ropa y produce la imagen de su madre.
Incluso, advierte en sus informes el FBI, imitaba los lujos de la película. Tuvo un anillo que fue propiedad de Eva Perón, compró un Jet privado y mandó a construir un busto de bronce con su rostro en tamaño real. Tenía una ametralladora enchapada en oro macizo y a los funerales de sus víctimas enviaba flores. Cuando fue sepultada en el cementerio Montesacro de Itagüí, a 120 pasos de la tumba de Pablo Escobar, fue puesta en un ataúd completamente dorado.
Su alias era solo cuestión de tiempo. Le gustaba que le llamaran así.
La foto más reconocida del fichaje judicial por las autoridades de Estados Unidos, tras la captura de Griselda Blanco. Foto Cortesía.
4- Era terriblemente vanidosa y pobre de aquel que no se lo reconociera
Griselda Blanco usaba botas largas, le encantaban las minifaldas y la ropa de diseñador. Según cuenta un ex narcotraficante y socio, su carro preferido era el Chevrolet “El Camino”, le gustaban los colores fuertes, el rojo y posaba para fotografías en todas las oportunidades.
En el testimonio, recogido por la cadena Univisión de Estados Unidos, de un ex narco conocido solo como “Cardona”, se afirma que “ella no soportaba que nadie le dijera dos cosas: gorda o tatareta. El que le decía eso se moría, no lo perdonaba”. A pesar de su figura ruda y robusta, paradójicamente, siempre ha sido interpretada por bellas actrices, entre las que se cuentan Luces Velásquez, Jennifer López, Ana Serradilla, Catherine Z. Jhones y la mismísima Sofía Vergara.
5- El misterio de su clandestinidad
“La Madrina” en 1975 fue reseñada en Estados Unidos por cargos de conspiración de drogas, con 30 de sus empleados. En ese momento fue el caso más grande sobre tráfico de coca en la historia, no solo en ese país, sino en el mundo. Griselda huyó nuevamente a Colombia, pero volvió a Estados Unidos, donde la suerte se le acabó.
Tras la muerte de Pablo Escobar en 1993 en Medellín, Griselda fue apresada en Miami y condenada a 19 años de cárcel por las muertes de los narcotraficantes cubanos Alfredo y Grizel Lorenzo y del niño Johnny Castro. No obstante, sin cumplir la totalidad de la pena salió en 2004 y en completo secreto, volvió a Medellín.
“Ella regresa sin ningún antecedente judicial, ella podía abrir cuentas a su nombre, tuvo cualquier cantidad de cuentas y ella vivía de las rentas de los bienes que había comprado y había acumulado, no era una mujer multimillonaria como lo llegó a hacer en su momento, pero vivía de esas rentas, vivía en una casa en el poblado en la Loma del Tesoro, vivía con uno de sus hijos, con una empleada. Su vida un poco fue eso, vivir de las rentas, tratar de recuperar algunas tierras que no pudo recuperar y por otro lado también creo que ya nunca se pudo desligar de Barrio Antioquia, a pesar de que vivía en El Poblado y andaba en un carro Mazda 3, como una señora anónima, pero ella siempre fue al barrio, nunca se pudo desligar”, dice José Guarnizo.
Así se anunció en los medos nacionales el asesinato de Griselda Blanco en 2012. Foto: tomada de la web.
El 12 de septiembre de 2012, antes de las 6:00 de la tarde, en la carnicería Cardiso del barrio Belén, donde compraba unas costillas para un asado, Griselda Blanco fue asesinada en su propia ley. Dos sicarios en motocicleta pasaron y uno le disparó en dos ocasiones. A los 69 años falleció desplomada en la calle. Hasta hoy el crimen no se ha resuelto, no hay un capturado o una investigación concluyente sobre el asesinato de la “Reina de la coca”, que pasó 8 años en la discreción absoluta en una casa de El Poblado hasta ser alcanzada por su propio pasado.
Por primera vez, Adriana Vergara, la única reportera gráfica del crimen en Colombia cuenta detalles inéditos de su carrera y revela un doloroso capítulo en su oficio. Hace una radiografía de su trabajo y comparte anécdotas del cubrimiento de miles de asesinatos durante sus 27 años de carrera, en 4 medios de comunicación.
No tiene horarios, tampoco una oficina. Su lugar de trabajo está en la escena del crimen. Cada minuto del día y la noche está atenta a la palabra clave: nueve cero uno (901), un código judicial que significa “muerto”.
No es investigadora judicial, policía o militar. Es Adriana Vergara, la única mujer que ejerce como reportera gráfica del crimen en Colombia.
“Meli, sí, yo ya voy para el caso donde asesinaron a una mujer”. Desde su casa en Medellín, la reportera notifica un asesinato a la redacción del portal Minuto 30, donde trabaja hace algunos años y sale de inmediato a la dirección, con la guía de sus fuentes privadas.
A veces llega primero que la Policía Judicial (Sijín) o el CTI a la escena del crimen. Su experiencia la ha puesto contra la pared durante décadas con altos mandos de la Policía, una institución que, en algunas administraciones, ha cuestionado su trabajo periodístico y se ha incomodado por las publicaciones que retratan la verdad de los episodios de violencia que vive Medellín.
Adriana es acompañada por Exclusivo Colombia a su siguiente misión. La reportera llega a la escena del crimen y la víctima es una adulta mayor de 68 años. El cuerpo está dentro de la vivienda y, no todos sus familiares, saben lo que ocurrió. Los vecinos están conmocionados y rodean el lugar de los hechos, pero los investigadores son estrictos en su trabajo judicial y no permiten el ingreso.
En medio del dolor que enfrenta la familia, tras la devastadora noticia, la reportera comienza a cumplir con su trabajo: guarda distancia por respeto, analiza el espacio, se ubica en un lugar estratégico y luego obtura el botón de su cámara. “yo siempre he querido que, si la familia ve una foto mía, no se sienta agredida”, dice mientras cambia el lente de su equipo.
Durante la inspección y en completo silencio, la reportera gráfica investiga con sus fuentes los primeros datos del crimen. A veces espera que concluya el levantamiento y eso puede tardar horas, en otras ocasiones, debe ir a cumplir otra misión.
Son minutos determinantes para la audiencia, pero su disciplina no le da lugar a equivocaciones con la información. Antes de abandonar el lugar del asesinato, corrobora cada dato y envía a los redactores, a través de su celular, la primera parte de la historia.
Al llegar a su casa, selecciona las fotografías y las envía para su aprobación. Pero aquí no termina la jornada, al mismo tiempo ella sigue con el desarrollo de la historia, investiga la identidad de la víctima y también indaga sobre los presuntos responsables del crimen. Con agilidad, revisa portales, redes sociales y chats, para quedar lista y en disposición de cubrir el siguiente caso.
Adriana Vergara nació el 4 de octubre de 1967 y cuando tenía 20 años terminó atrapada en su sueño: ser fotógrafa “yo tenía un noviecito y me regaló una cámara profesional. Yo no sabía manejarla, me metí en una agencia de fotografía y aprendí a utilizarla. Hubo un concurso en el Zoológico, participé y gané”.
Ese día, cuenta con orgullo, llegó la primera oportunidad laboral, con un momento agridulce “El entonces director de fotografía del periódico El Mundo se me acercó y me dijo que si quería reemplazar unas vacaciones, cuando yo llegué, no sabía nada. Me dijo – Adriana, hay que ir a hacer esos trabajos, defiéndase- y así empecé. Cuando ya volvió la persona que ocupaba ese puesto, lo despidieron a él y me dejaron a mí. Ese dolor lo he tenido siempre, que por culpa mía lo echaron”.
Su primer gran cubrimiento fue la masacre de Machuca, en enero de 1998. Dice que no recuerda la cifra exacta de fotografías de fallecidos que ha registrado, pero afirma que son miles, en un ejercicio que comenzó hace 27 años aproximadamente con historias dolorosas de niños, mujeres, adultos mayores, extranjeros, masacres, accidentes, tragedias y fosas comunes.
En El Mundo, se abrió a paso en una profesión que, como ocurre con otras, era y son objeto de comentarios machistas. Luego, empezó a trabajar en El Espectador, en la época más aguda del conflicto en Colombia, medio en el que cuenta, vivió un tensionante cubrimiento “no fue un secuestro muy largo, pero sí. Yo estaba en el periódico en el Espectador, los llamé y les conté que me citaron a una rueda de prensa. Les dije – aquí hay un fotógrafo hombre ¿Por qué no lo mandan a él? – y los jefes me dijeron que, si me habían citado a mí, entonces que fuera. Nos dijeron que teníamos que estar en la glorieta del Éxito de Envigado, a las 6: 00 a.m., allá llegó un carro. Había alguien de El Colombiano y Teleantioquia. Recuerdo que eso fue un diciembre y nos llevaron a una finca para recibir unas palabras de alias Timochenko”.
Luego llegó al recordado periódico El Espacio, donde se posicionó como la primera mujer dedicada a la fotografía e investigación del crimen. Pero allí vivió uno de los momentos más amargos de su vida, un episodio que la marcó y que por primera vez cuenta en un medio de comunicación “Cuando a mí me dieron la dirección, dije -esa es mi casa-, en Envigado. Cuando yo llegué, supe que era él”.
Adriana inclinó su mirada como señal de nostalgia a un doloroso capítulo, respiró y reveló que, como es de costumbre, un día recibió una llamada en la que le notificaron un crimen, pero al pedirle la dirección a su fuente privada, supo que era la casa de su exesposo, Miguel Barrientos. Angustiada, con el corazón acelerado y una incertidumbre inexplicable tomó su cámara y salió para encontrarse de frente con la muerte y cuando llegó a la que también fue su casa, descubrió que el hombre que alguna vez fue el amor de su vida era la víctima “yo lo quería mucho, fue muy duro. Yo llegué, tomé las fotos y me senté a llorar”.
Foto: Adriana Vergara y su exesposo Miguel Barrientos
La fotógrafa dijo que se armó de una inexplicable valentía que, con el pasar de los segundos, se fue derrumbando y narró que fue capaz de tomar los retratos del inicio de la inspección de su ex, en la vivienda que fue un lugar sagrado para ambos “por eso cuando muchas veces le dicen a uno que soy amarillista, que uno no sabe que es lo que se siente cuando hay una persona que asesinan, puedo decirles que yo sí sé”.
Adriana o “nana”, como le dicen sus colegas, es una mujer apasionada por la cocina. En la nevera de su casa no pueden faltar los ingredientes para preparar tortas, galletas o Sushi. El poco tiempo que le deja sus extenuantes jornadas laborales lo emplea para explorar nuevas recetas, compartir con su hija y consentir a Ema y muñeca, dos perritas que, la esperan todos los días para jugar y sacarle una sonrisa. También se siente atraída por los video juegos y le gusta el diseño de interiores.
Es vegetariana y defensora del medio ambiente. Uno de los tesoros más preciados de su casa es la fotografía y los lentes de su madre, su otro amor, quien falleció hace algunos años y a quien tiene presente todos los días.
Adriana se ha ganado la admiración de periodistas de agencias internacionales que han viajado a la ciudad, solo para conocer su labor.
Mauricio Andrés Palacio, editor jefe de Q HUBO la describe como “una mujer única, irreverente y sin pelos en la lengua.Ella tiene un don… es que con su lente ha captado tal vez los peores momentos de la violencia en Medellín y el Valle de Aburrá, pero a su vez logra transmitir toda la consideración hacia las víctimas. Es la cruda realidad, eso no se puede obviar, pero ella sí que sabe contarla con todo el respeto y profesionalismo”.
Al concluir la entrevista, la reportera gráfica que hoy sobresale por su trabajo en la capital de Antioquia dice que sigue esperando el retrato que resuma su carrera.
Homenaje, en vida, a la única reportera gráfica del crimen en Colombia. Vea la entrevista, en el siguiente enlace:
El conjunto Los Auténticos del Ritmo tocan varios géneros, desde boleros hasta rancheras
En Tik Tok hay decenas de videos de parrandas en el Parque Berrío, el más tradicional de Medellín. Las parejas van dando salticos, bailando de un lado a otro, mientras en la parte frontal, con amplificador, los músicos tocan temas parranderos o tropicales. Con el tiempo, la fiesta se convirtió en tradición, y es como si un fandango espontáneo se tomara el parque por un rato. Pero, ¿cuál es el origen de esta particular tradición?
Los bailes en el Parque Berrío son relativamente recientes. La historia la cuenta Darío García, el líder del grupo Los Auténticos del Ritmo. Darío llegó a Medellín hace 17 años, aunque no recuerda la fecha con precisión. Venía de Santa Bárbara, en el Suroeste de Antioquia. Sin saber muy bien cómo, fue a dar al parque y se sentó en sus bancas, buscando algo por hacer, pensando, con algo de ansiedad, qué sería de su futuro en la ciudad.
Los primeros días se sintió un extraño. No lo volteaban a mirar. Él, en cambio, veía que en el parque tocaban algunos músicos, pues en aquellos tiempos abundaban. Fue trabando conversaciones con los vecinos del parque, y desde entonces comenzó a hacerse un nombre.
Los turistas extranjeros son fieles escuchas de Los Auténticos del Ritmo.
Darío dice hoy, casi dos décadas después de eso, que es muy popular en el Parque Berrío. Allí llega todos los días, el pantalón bien ajustado, la camisa roja del conjunto, el sombrero ladeado sobre su cabeza. Su habla es lenta, engolada, con grandes énfasis en las eses. “Yo fui el que se inventó las parrandas en el parque. Eso después lo hicieron otros y lo llevaron a otros parques, pero eso nació aquí”, dice Darío.
Orgulloso, tocándose el sombrero, Darío cuenta que hace unos siete años tuvo la idea de poner a bailar a la gente. “Un día cualquiera me hice debajo de una de las palmeras del parque y comencé a tomar música parrandera. Empezamos con dos mujeres y un hombre que bailaban y dieron el ejemplo. Entonces fue creciendo hasta que llegaban 40 o 50 personas”, cuenta el músico.
Hay que decir que, si bien los bailes son recientes, los músicos del parque y del centro de la ciudad hacen parte de una tradición más antigua. Medellín ha sido una ciudad musical, y prueba de ello es que en la segunda mitad del siglo pasado fue el epicentro discográfico del país. Desde hace varias décadas los músicos han deambulado por el centro, de Bolívar a Berrío, de San Antonio a San Ignacio, ofreciendo bambucos, pasillos o canciones de música tropical.
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Hoy son pocos los músicos que quedan. Darío y los Auténticos del Ritmo son reminiscencias de una ciudad que ha mutado en otra. Eso se hace evidente en la edad de los músicos, casi todos mayores de 60 años, y del público, también por la misma edad. “Nosotros somos el único grupo que queda acá de manera permanente en el Parque Berrío. Estamos de lunes a sábados acá, tocando de todo, desde tropicales hasta pasillos. Hay músicos que vienen, pero independientes, no se quedan acá, pero nosotros nos quedamos acá solos”, cuenta el músico.
Darío recuerda que cuando llegó había un “grupo bajo cada una de las palmeras del parque”. Por eso, dicen él y sus compañeros del grupo, la idea es no dejar morir la tradición de escuchar música en Berrío, el más importante de los parques de Medellín. “Tenemos que preservar esto, porque la música es cultura y la música no puede morir.
El hurto de motocicletas en Medellín tiene muchas caras. Esta semana, la cara fue la peor posible, la de la muerte. Dos hombres perdieron la vida defendiendo sus vehículos de los delincuentes. ¿Casos aislados? Parece que no, el año pasado se hurtaron unas 6.000 motos, solo en Medellín.
Alexander Méndez Bedoya y Julián Velásquez Grisales, son los nombres que se suman a la lista de las víctimas de hurto que terminaron asesinados en Medellín, al intentar oponer resistencia a los delincuentes. El primer caso, en el barrio Santa Fe, el segundo en el barrio Kennedy.
El hurto de motocicletas en todas las modalidades es el trasfondo de estos crímenes, atípicos, si hablamos de las estadísticas del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia de la Alcaldía de Medellín, que señala que aproximadamente el 90% de los robos de estos vehículos, ocurren bajo la modalidad de halado, en ciertos sectores de la ciudad y aprovechando la ausencia del propietario.
Según advierte el informe policial, ambos casos ocurrieron este 26 de enero, con escasas dos horas de diferencia. A Alexander lo abordaron en la calle 16 con carrera 52, pleno corazón de la comuna de Guayabal. Hasta allá llegaron delincuentes que con un arma de fuego lo intimidaron, la víctima, arrancó las llaves de la moto y las tiró a la calle, en respuesta recibió al menos un disparo que le quitó la vida.
La modalidad se repitió en la comuna del Doce de Octubre, donde Julián, iba con una acompañante. En este caso fueron al menos ocho los atacantes, según testigos, los rodearon para quitarle la motocicleta y al intentar oponerse recibió varios impactos, su compañera también resultó herida. Él, desafortunadamente no sobrevivió.
El principal negocio ilegal tras el hurto de motocicletas en Medellín es la reventa de los repuestos en el mercado negro de la ciudad. Foto: Policía Metropolitana.
¿La vida por una motocicleta?
La ciudad vive una singular arremetida de los delincuentes dedicados al hurto de motocicletas. Solo en 2023 se hurtaron unas 6.000 motocicletas en Medellín, un promedio de entre 16 y 17 casos al día, según el informe estadístico de la Policía Metropolitana. Esto es un aumento del 3% frente al año 2022, donde se sumaron 5.858 casos y que es, de acuerdo al estudio, el segundo delito de más impacto en la ciudad, después del hurto a personas que superó los 30.000 casos el año pasado.
Si las cifras son poco reveladoras, para poner en contexto la situación, Exclusivo Colombia tuvo acceso a varios de los archivos judiciales, donde se revela, incluso, días concretos de 2023, donde se llegaron a cometer más de 60 hurtos de motocicletas y rachas de 10 a 15 vehículos en varios puntos de la ciudad, con idénticas características, lo que habla del nivel de organización y capacidad de actuación de las bandas dedicadas a este delito.
Según las autoridades, detrás del hurto de motocicletas hay un factor diferencial: el despiece y mercado negro de repuestos. Una motocicleta cuadruplica su valor comercial vendida por partes, y ese detalle aparece repetidamente en las investigaciones a las estructuras delincuenciales dedicadas a este crimen en particular.
El fenómeno no es nuevo, el aumento del delito de hurto de las motos viene en crecimiento acelerado y al parecer, sin contención.
“Cuando nos nosotros iniciamos este trabajo hace unos 13 años, aumentó mucho la modalidad de la mano armada, era muy fácil porque el delincuente necesitaba solamente dos cosas: un arma y poder de intimidación. En Medellín, los identificaban porque era el que rodara por la ciudad iba en calidad de víctimas, porque fuera buñuelo, que no supiera manejar bien la moto, que rodara asustado, que no fuera seguro a la hora de conducir”, dice el reconocido líder motero y experto en seguridad vehicular, Rolando Plazas.
El crecimiento del delito es exponencial. En 2015 se robaron 4.376 motos en la ciudad y llegamos a 6.000 en 2023, solo en los últimos 4 años este crimen creció en 11%. En la capital paisa están robando como nunca antes.
Este inicio de 2024 no parece mejorar la situación, a pesar de los 6 puestos de control móviles que las autoridades han implementado en varios puntos diariamente. Solo entre el 1 y el 19 de enero ya fueron robadas 162 motocicletas y ya dos personas, tal como se reseña al inicio, perdieron la vida en estos incidentes.
Las modalidades
“En Medellín existen múltiples modalidades de hurto de motocicletas, pero solamente algunas son las más usadas. En primer lugar, con casi el 90% tenemos la modalidad de halado. ¿Qué pasa? Con el tiempo se dieron cuenta que era más fácil entrenarse en electrónica de motos para poderse la robar en una modalidad distinta que es halado. Pero también hay otra modalidad, aparte de mano armada y el halado, que es la estafa. La estafa también son personas entrenadas, pero en engañar gente. Entonces, te venden una moto que ha sido hurtada con el sistema de placas “gemeliadas” y te estafan”, explica Rolando Plazas.
La herramienta más usada para llevarse una motocicleta en 30 segundos, se llama “pesa de choque”. Consiste en una especie de palanca que se inserta en el encendido de la motocicleta, con un golpe de una pesa que viene en la palanca, se desprende el mecanismo de la llave, luego se enciente la moto con un destornillador y listo. En menos de un minuto, el delincuente se puede llevar el vehículo y el dueño, a veces, solo se da cuenta media hora, una hora después. El rastro se pierde y el vehículo termina en un taller, en una bodega o en un deshuesadero, donde, advierten las investigaciones, la moto está desarmada en menos de 24 horas.
Las pesquisas adelantadas en el año anterior, advierten que estos sitios clandestinos se han detectado, en su mayoría, en la zona Nororiental, en barrios como Manrique, Campo Valdés y el barrio Popular. De allí se transportan los repuestos, que incluso son revendidos a través de redes sociales, incluso por encargo, de acuerdo a las marcas y tipo de repuesto necesario. Es toda una red empresarial de un negocio ilegal.
Las pesquisas adelantadas en el año anterior, advierten que estos sitios clandestinos se han detectado, en su mayoría, en la zona Nororiental, en barrios como Manrique, Campo Valdés y el barrio Popular. De allí se transportan los repuestos, que incluso son revendidos a través de redes sociales, incluso por encargo, de acuerdo a las marcas y tipo de repuesto necesario. Es toda una red empresarial de un negocio ilegal.
“Tenemos que últimamente explotaron los arriendos de vehículos y de motos para hacer transporte o mensajería. Se está utilizando mucho a rendar los vehículos para estas dos formas de trabajo, pero también se está presentando mucho el abuso de confianza. Claramente es un robo, tú le arriendas a alguien tu vehículo, esa persona se lo lleva, lo vende porque no hay denuncio de robo, tiene un mes de arriendo, lo vende a una víctima inocente y él se desaparece”, agrega Rolando Plazas.
Prevención y tecnología contra el crimen
Según los indicadores de las autoridades, las marcas de motocicletas más hurtadas en Medellín son las más comerciales. Las AKT-NKD, las Yamaha Nmax y todas las referencias de las Auteco – Pulsar, encabezan la lista de las más hurtadas.
Del total de las motos hurtadas el año pasado, 1.974 se las llevaron los delincuentes en las horas de la madrugada, la hora favorita entre las 4 y las 5 de la mañana, mientras que el mes donde peor se presentó esta situación, fue junio, con un total de 645 casos.
Los datos del SISC, advierten que, además, que las comunas donde más se cometen estos hurtos, son, en su respectivo orden, La Candelaria (606 casos), Aranjuez (547 casos) y Robledo (514 casos), no obstante, una de las comunas donde más se aumentó este crimen fue en El Poblado, donde se registra un incremento del 17%.
Teniendo estos datos, cada motociclista sabe, al menos, donde tener más cuidado y a qué hora. No obstante, aparte de la prevención necesaria, hay que decir que precisamente en 2023, gracias al uso de las llamadas cámaras LPR (de reconocimiento de placas) se pudieron recuperar en este periodo 1.758 motos robadas, todo un récord para las autoridades, que a su vez reportaron la captura, este mismo año, de 929 delincuentes en flagrancia y por orden judicial por el delito de receptación.
En el parque, donde estuvo 25 años, le hicieron un sentido homenaje
Gisela estuvo siempre ahí, bajo la sombrilla, cubriéndose del sol y la lluvia. Todos esos años la pasó sentada, abanicándose, alzando la voz. Siempre estuvo en pie de lucha, consiguiendo una cosa y la otra para sus compañeras. Más de una vez tuvo que enojarse y pararse en la raya para defender a las suyas, para evitar que les pasaran por encima.
Cuentan en el parque que Gisela se empezó a quejar de un dolor que le oprimía el pecho. Con estoicismo se mantuvo en su lugar, siempre luchando, con la planilla de las tinteras y los termos en las manos. Un día no pudo ir a trabajar y a las demás les informaron que la matrona de las tinteras estaba hospitalizada. Más de dos semanas estuvo en cama, muy decaída en los últimos días, hasta que su vida terminó.
Después de estar ahí 25 años, su ausencia se siente con ardor. María Ospina, una de las 430 tinteras que conforman Asotintos, dice que el Parque Berrío está de luto. “Mire cómo se ve el parque, cómo se siente la tristeza, la soledad”, dice, recordando a Gisela, a quien conoció hace 20 años.
María llegó desplazada de Abejorral y, por el azar, fue a dar al parque Berrío. Ahí conoció a Gisela, que entonces tenía una pequeña chaza en la que vendía dulces, cigarrillos y tinto. Una mañana trabaron conversación y desde entonces se hicieron amigas; pero, más que una amistad, era una relación de protección, de ayuda. “Doña Gisela fue como una mamá para mí. Ella nos daba consejos, nos conseguía cositas. En la pandemia tocó muchas puertas y a muchas nos dio mercados”, recuerda María.
Con esta foto le rindieron homenaje a Gisela en el Parque Berrío. Foto: Twitter.
Gisela fue la que soñó con que las tinteras del parque Berrío, mujeres en su mayoría cabeza de hogar, tuvieran condiciones dignas de trabajo. Aunque llevaban años vendiendo café, andaban sin garantías, sin agremiarse, y eran víctimas de un machismo agresivo, cuando no de la Policía y Espacio Público, porque ni siquiera tenían permiso para vender.
María recuerda que el parque se salió de control hace unos años. Sin autoridad, los alrededores de la estatua de Pedro Justo Berrío se atiborraron de chazas en las que se vendía licor desde la mañana hasta la noche. Las borracheras venían acompañadas de baile, de desorden, de peleas en las que se blandían cuchillos y machetes.
“Entonces doña Gisela, que tenía un temperamento muy fuerte, se tuvo que enojar con esa gente y puso la cara para que esto mejorara”, dice María. Sus hijas, las más de 400 tinteras que pasan los días deambulando en el parque, resguardándose del solo bajo la sombra de las palmeras, dicen que ahora la tarea es mantener el legado de Gisela.
Y es que gracias a esa mujer que pasó miles de horas en el parque, bajo las sombrillas, las vendedoras de tinto formaron Asotintos, una agremiación y sindicato que, con el paso de los años, no solo se ganó el respeto en el parque, sino que consiguió respaldos para hacer realidad los sueños de las 430 mujeres.
El metro ya le había hecho un homenaje a Gisela en los bajos de la estación. Foto: Twitter.
Asotintos tiene un local desde hace siete meses. Está detrás de la Candelaria. Es un espacio pequeño, humeante, donde todos los días hacen olladas enteras de café humeante, bien negro, pero con panela, que los transeúntes van consumiendo en el transcurso de mañana y tarde.
Ese fue un paso importantísimo para las tinteras, pues ahora no tienen que estar comprándole el café a terceros. Son cientos de termos de tinto los que se venden todos los días; ni siquiera ellas pueden calcular la cantidad, o al menos estimarla.
Gracias al sueño de Gisela y de muchas otras compañeras, dice María, muchas de las tinteras han tenido acceso a formación técnica y empresarial. La Corporación Interactuar y el Club Rotario de Medellín hicieron una alianza para formarlas y ofrecerles mejores oportunidades.
En ese proceso surgió otro sueño: construir un acopio para distribuir los centenares de termos repletos de café. Gisela se fue con ese sueño en mente, recuerda María, la última de las tinteras que habló con ella, la matrona afable de sonrisa amplia que pasaba las horas bajo la sombrilla.
Con su muerte, el sindicato quedó acéfalo y aturdido. Entre las tinteras reina la incertidumbre, pero una cosa tienen clara y es que Asotintos, en honor a Gisela y a las que siguen luchando en este mundo, debe continuar.
Por eso, este viernes 26 de enero se hizo un sentido homenaje a la matrona en el parque Berrío. Con música, un altar, globos y aplausos se despidió a Gisela. Ella se había hecho inseparable de ese lugar. En 2021, el metro de Medellín expuso una foto suya en los bajos de la estación. Gisela aparece con una blusa roja, sonriendo con amplitud, con dos termos de tinto y una planilla en sus manos.
Gisela en acción en el Parque Berrío. Foto: Metro de Medellín.
“Por más de 25 años doña Gisela Ardila vendió tintos en Parque Berrío. En todos estos años trabajó por la dignidad y el bienestar laboral de las mujeres tinteras, quienes se unieron para crear Asotintos, una asociación que integra a más de 400 mujeres”. Con este mensaje, el metro se despidió de la matrona de los tintos.
Aunque Gisela ya no está, seguro quedará en la memoria colectiva la figura de aquella mujer afable, a veces un tanto regañona, que pasó miles de horas vendiendo tintos y tramando un sueños que ahora es sueño de más de 400 personas.
La intervención de la Plaza Botero, donde se controló espacio público, tuvo efectos negativos en Bolívar
—Esto acá es como Petare, el barrio más peligroso de Caracas, ¿me entiendes?
Quien habla es una mujer venezolana joven, vendedora de dulces y cigarrillos. Todos los días llega al Parque Bolívar a las 7:00 de la mañana. Pasa las horas ahí, frente al teatro Lido, viendo cosas que a veces no quisiera ver.
—Acá me han tocado cosas muy feas—dice la mujer frunciendo el ceño—. La otra vez me cayó acá un apuñalado.
—¿Un apuñalado?
—Acá hay peleas a todas horas. Pelean porque se miran mal, por robarse droga entre ellos, por cualquier cosa se dan puñaladas. No hay una hora del día que no peleen.
Cerca de la chaza de la vendedora hay una ceiba que desde hace tiempo es baño público para muchos. Las raíces, que están al exterior, huelen a orines fermentados, a amoniaco rancio.
Frente a ese árbol hay un grupo de cinco hombres, todos desarrapados, que se mantienen de cuclillas sobre el suelo. Juegan con un dado y cada tanto gritan y se estremecen. Uno de ellos tiene un problema de movilidad, las piernas contrahechas, y se arrastra por el suelo sujetando un tarro de sacol.
Suciedad y hasta una botella con sacol en las bancas del Parque Bolívar.
Ese grupo de hombres, dice la vendedora, pasa horas enteras ahí, en el suelo. Por una desavenencia en el juego se pueden dar una cuchillada.
—El parque está dividido—dice la vendedora, que echa una mirada rápida a los alrededores—. En la parte de acá están los gamines; en el centro, los travestis, que acosan y dicen cosas a los turistas; más allá están los estafadores.
Es difícil ver turistas en Bolívar. Antes llegaban grupos de extranjeros a visitar el parque, donde se construyó la Basílica Metropolitana, originalmente llamada Catedral de Villanueva, la más grande en el mundo levantada con ladrillos. Dicen los que saben que son un millón doscientos mil ladrillos los que conforman la iglesia.
Las ventas que ocupan espacio público se han incrementado en las últimas semanas, luego de la intervención de la Plaza Botero.
En los alrededores del parque, en un tiempo que ya parece pretérito, vivieron familias acaudaladas y renombradas de la ciudad. “El Parque de Bolívar y de los ricos” es un artículo que publicó el periódico Universo Centro en 2009. Relata una serie de historias muy entretenidas, que bordean con lo pintoresco, y que retratan los tiempos de la bonanza.
Cuentan, por ejemplo, que Pablo Tobón Uribe pasaba todos los días por el Parque Bolívar a tomarse una limonada. “Pedía un vaso de agua, luego pedía que le regalaran un limón y lo exprimía, y como en todas las mesas había azucareras, le echaba dos o tres cucharaditas y listo. Eso sí, daba las gracias”, dice el artículo.
Grupos de hombres juegan juegos de hacer durante horas en el Parque Bolívar.
La rifa de una casa y la celebración de fiestas homosexuales son anécdotas del viejo parque, del que poco, muy poco, queda. Ese no era el Petare que hoy retrata la vendedora de dulces y cigarrillos. El consumo de bazuco, marihuana, sacol y alcohol es continuo, desde la mañana hasta la noche. Lo que llama la atención es que en el parque hay un CAI de la Policía que bien sirve de adorno, pues en sus narices, hace un par de años, se robaron la espada de la estatua de Simón Bolívar.
La vendedora de dulces dice que el Bolívar es un territorio hostil, en el que todos son enemigos de todos:
—Acá se me acercan y me dicen que les cuide la ropa por si se quedan dormidos. Entre ellos mismos se roban.
Sobre las bancas hay personas dormidas, dobladas sobre sí, inconscientes. Ya nadie juega ajedrez bajo la sombra de las ceibas.
Lo más grave es que al parque han llegado nuevas personas a ocupar el espacio público a consumir drogas. Desde que se intervino la Plaza Botero y se controló allí el espacio, muchos tuvieron que salir para otros lugares y encontraron en Bolívar una nueva oportunidad. Como este parque no se ha intervenido, y parece olvidado por la nueva administración, el desorden es tremendo.
Los venteros que llevan más tiempo han visto la llegada de nuevas personas que, con esteras y mantas, han instalado puestos informales de venta de ropa y accesorios, ocupando varios metros cuadrados del parque.
Ver personas durmiendo en el parque hace parte del diario vivir.
Aunque hace parte de la historia de la ciudad, y allí está la Basílica, Bolívar no ha tenido la atención mediática ni administrativa que ha tenido Botero. El parque hoy, como dice la vendedora, es tierra de nadie:
—Esto acá no le importa a nadie. Como te dije, es como Petare, un peligro, de lo peor. Los que lleguen nuevos tienen que estar con cuidado porque por cualquier cosa los pueden matar.
Una joven mujer fue la clave para dar con toda la banda presuntamente responsable del asesinato del comediante asiático Tou Ger Xiong, el más reciente de 7 turistas extranjeros, que corrieron la misma suerte fatal el año pasado en Medellín.
Tras el asesinato de al menos 7 turistas extranjeros en Medellín el año pasado, era solo cuestión de tiempo para que se diera una alerta internacional. La respuesta de las autoridades: capturas e investigaciones.
Tou Xiong Ger, de 50 años. Foto: Cortesía
La alerta fue emitida a inicios de enero por la Embajada de Estados Unidos tras conocerse los detalles, precisamente, del brutal asesinato de Tou Ger Xiong, quien, a pesar de haber nacido en Laos, un pequeño país asiático, era ciudadano estadounidense, vivía en Minnesota, era activista a favor de los niños y tan reconocido en Twin Cities, que le hicieron un homenaje tributo con más de mil asistentes que lloraron su muerte, entre ellos el alcalde de St. Paul, Melvin Carter, y la senadora demócrata Amy Klobuchar .
La Embajada, advierte específicamente a sus ciudadanos, que es potencialmente peligroso usar las redes sociales de citas, en particular Tinder y Bumble, para contactar mujeres en Medellín, bajo riesgo de ser víctima de delitos como el hurto, secuestro o la muerte. Tal cual como se dio con Tou Ger Xiong.
Al respecto, Exclusivo Colombia supo, de primera mano, que esta alerta se había pedido a la representación diplomática, precisamente por la Alcaldía de Medellín el año pasado, ante la ola de hurtos a visitantes extranjeros, que fueron según los registros de las autoridades, más de 400. De todos los casos, al menos 7 terminaron en un homicidio, 3 de los casos de ciudadanos estadounidenses, todos con un factor común: cayeron en la trampa de bandas delincuenciales y fueron contactados por redes sociales.
Según el reporte más reciente del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en Medellín fueron asesinados en 2023 un total de 43 extranjeros, de los cuales 36 eran venezolanos, residentes ya en la ciudad. Respecto a los turistas, fueron 2 británicos, un argentino, un canadiense, un francés, un israelí y 3 estadounidenses. De todos, advierte la Fiscalía Seccional, 4 casos han sido resueltos y se han realizado 6 operaciones estructurales con más de 25 capturas, la más reciente de tres adultos y un menor, miembros identificados del Grupo Delincuencial Organizado de “Robledo”.
“Estamos hablando de un caso que se presenta el 10 de diciembre, cuando un ciudadano de nacionalidad asiático estadounidense que estaba en la ciudad de Medellín contacta a una persona, a una femenina, cuando decide salir con esta persona, la persona o la víctima se dirige hacia el barrio Robledo. Se logró, en la investigación, determinar que esta persona fue atada, fue torturada. Medicina legal nos dice que el hombre murió por heridas causadas por objetos contundentes, sin embargo durante el secuestro a esta persona le hacen exigencias de carácter económico, la investigación dio cuenta de que a su familia e incluso a uno de sus amigos lo contactan sobre las 7:00 P.M. una persona desde Estados Unidos, haciéndole una exigencia económica de 2 mil dólares, la investigación permitió establecer que el ciudadano efectivamente consignó 3.140 dólares a la cuenta de esta femenina, sin embargo esta persona es víctima de homicidio”, dice la Directora Seccional de Fiscalías, Yiri Milena Amado.
Escalofriante relato
Exclusivo Colombia tuvo acceso a varios audios de la audiencia de imputación de cargos a los capturados por el caso de asesinato de Tou Ger Xiong, donde aparte de conocerse los detalles más escalofriantes del crimen, se revela como la investigación condujo directamente a una joven identificada como Sharit Gisela Mejía Martínez, quien, presuntamente, advierte la Fiscalía, habría actuado como señuelo para atraer a la víctima en redes sociales de citas y luego habría cometido un error que fue determinante en la captura: el dinero exigido tras el secuestro, fue consignado en una cuenta a su nombre.
Fiscal:
“El día 10 de diciembre del 2023 sobre las 19:00 horas, aproximadamente, en la Unidad residencial Territorio Aurora la comuna 7 Robledo fue retenido en contra de su voluntad por varios sujetos el ciudadano… sobre cual realizan la exigencia económica a sus allegados por valor de 2 mil dólares aproximadamente o equivalente a 7.720. 500 pesos… esto para dejarlo en libertad. Referida exigencia, debía ser consignada la cuenta Paypal a nombre de una femenina, de nombre Gisela”
Fiscal:
“La víctima fue despojada de sus pertenencias, especialmente celular… un dinero en efectivo, tarjetas de crédito, su reloj… habiendo logrado obtener la suma de 3.140 dólares, equivalentes a 12.555. 321 pesos en la cuenta Paypal identificada con el correo electrónico de titularidad de Sharit Gisela Mejía Martínez… es detenido y conducido en una zona boscosa… del barrio Robledo de la ciudad de Medellín, donde es agredido con objetos corto contundentes en diferentes partes de su cuerpo. Posteriormente, es arrojado por un barranco de aproximadamente 80 metros de altura para finalmente ser hallado muerto…
Iniciada la investigación, tras el hallazgo del cuerpo maltratado de Tou Ger Xiong, las pistas no demoraron en comenzar un camino a cada miembro de la banda. Según advierte la Directora Seccional de Fiscalías, Yiri Milena Amado, el punto de quiebre se dio con la entrega voluntaria de un menor de edad, que había participado en los hechos y que de manera voluntaria aceptó los cargos. Por ser menor de 18 años, en este caso, fue cobijado con medida de internamiento. No obstante, antes de la entrega, ya los investigadores tenían en la mira a Sharit, quien se pudo determinar en la investigación actuó como señuelo para atraer la atención de la víctima y fue quien lo citó a un apartamento en Robledo, donde se consumó el secuestro, tortura y desde donde fue trasladado a su muerte, en el fondo de la quebrada La Corcovada.
La puntada final del entramado criminal, se dio después de múltiples seguimientos, donde se pudo descubrir que Sharit, según la investigación, se había cambiado de color de cabello. En las cámaras de vigilancia, había sido grabada con cabello rojizo, ahora estaba de cabello negro y estaba a punto de mudarse de apartamento. Así lo deja en evidencia otro de los audios a los que Exclusivo Colombia tuvo acceso:
Fiscal:
“El componente operativo de Policía Judicial con personal del Ejército llega a la diagonal 99B, número 64 -70, apartamento 433 de la Unidad Residencial Territorio Aurora de la Comuna 7 Robledo. …Tomaron contacto con Giselle, que en manera nerviosa contesta las preguntas de los investigadores, cuando la interrogan…cuando ya están directamente en ese lugar, son atendidos por una femenina, quien tenía su cabello de color rojo, que se identifica como Giselle. Esta persona con actitud nerviosa atiende a los investigadores de este delegado y se observa por el personal judicial, que hay en el apartamento un masculino que está llevando de ese apartamento dos bolsas de basura hacia un vehículo taxi, que se encuentra parqueado en la entrada de la portería de dicha unidad residencial”
“Mientras están en esa diligencia su señoría, el menor empieza a discutir con Giselle, a decirle, que “me vas a terminar de vender los elementos, o te devuelvo la plata, persuaden a la autoridad judicial se encierran en el apartamento su señoría, posteriormente se abre la puerta por parte de este masculino, sale del apartamento y se comunica, ya por la parte de los vigilantes a través de los Wlakie Talkies, que la femenina estaba huyendo con ese masculino de la unidad residencial, es decir que el menor cuando entró y cerró la puerta al apartamento 433 ayudó su señoría a que Giselle huyera el edificio haciéndola bajar por las ventanas desde cuarto piso”
La mujer no pudo huir. Con el material de evidencia, los seguimientos y las grabaciones, las capturas no se hicieron esperar. Un juez de control de garantías impuso medida de aseguramiento en centro carcelario en contra de Sharit Gisela Mejía Martínez, Santiago Bustamante Londoño y Andrés Hincapié Obregón, como presuntos responsables del secuestro y homicidio. Así mismo, el menor fue procesado de acuerdo con su condición. Durante las audiencias preliminares los investigados no se allanaron a los cargos imputados por los delitos de secuestro extorsivo agravado y homicidio agravado, no obstante, ante las contundentes evidencias, fue inevitable que los enviaran tras las rejas.
Así fueron presentados los capturados en el caso del asesinato del comediante asiático en pasados días. Foto: Fiscalía General de la Nación
Ciudad en la mira
A pesar de los resultados de las autoridades, en varios medios internacionales se ha difundido un mensaje de evidente temor para los turistas que viajan a Medellín, que no solo se ha convertido en un destino turístico más de Colombia, sino en uno de los principales destinos en Suramérica.
Según Migración Colombia, en 2023 entraron 1.482.901 extranjeros a la ciudad, solo por ingreso a través del Aeropuerto José María Córdoba, en el 2022 fueron 1.386.153. Solo en diciembre pasado entraron 146.923, un promedio de 4.739 visitantes al día.
El crecimiento de la demanda es tan grande, que según Cotelco, las camas disponibles en Medellín se están quedando cortas y en temporada hacer reservaciones requiere de una previsión de 2 a 3 meses en promedio.
El Alcalde Federico Gutiérrez tiene en marcha un proyecto de recuperación y control en los principales entornos turísticos de la ciudad, como El Poblado, la Plaza Botero y corredores comerciales del centro de Medellín, pero ante los hechos criminales y el riesgo para los extranjeros, no queda otra opción que recurrir a la prevención.
Según Medicina Legal en Medellín la principal causa de muerte de turistas, no es precisamente el homicidio. Del total de las 118 muertes de extranjeros en 2023, hay por lo menos 22 que son materia de estudio forense, que obedecen a causas como sobredosis de drogas o factores violentos, relacionados con los excesos en las rumbas, o bien, el consumo de narcóticos suministrados por delincuentes para cometer hurtos.
Exclusivo Colombia publica la estadística oficial de homicidios en 2023 en las 9 subregiones de Antioquia y con detalle explica cuáles son los 30 municipios con la tasa más alta.
La idea es recuperar el sector y darle vida al hotel, ícono de la “Belle Époque” de Medellín en el siglo XX.
La tarde es cálida y el sol se filtra entre las palmeras. El bochorno agobiante no se siente en el tercer piso del Hotel Nutibara, en cambio, la brisa es fresca, envolvente, evocadora. Desde la terraza se ve el metro, que pasa raudo, el Palacio de la Cultura, y se columbran las montañas del occidente. Abajo, sobre el pavimento caliente, caminan miles de personas con rumbos azarosos. Arriba la vida va más lento, más apacible.
Esa pequeña descripción encierra lo que es La Dolce Vita, el café recién inaugurado en el mítico Hotel Nutibara. La historia del café, donde se ofrecen cocteles exóticos, panadería fina y cafés gourmet, no es menor.
Andrés Angarita es el gerente del Nutibara y, desde que llegó al cargo, se dio a la tarea de recuperar ese ícono de la ciudad que fue inaugurado en 1940, después de la pequeña Belle Époque que vivió Medellín en los años 30, pero que con las décadas decayó como lo hizo todo el centro, y sobre su reputación se cirnió una nube oscura.
La vista es privilegiada: el metro, el Palacio de la Justicia y las montañas.
En el Nutibara estuvo Jorge Eliécer Gaitán en 1947, un año antes de su asesinto, y se tomó una foto en la terraza, muy de cachaco él, muy posudo, con la Basílica Metropolitana de fondo; unas décadas después se alojó Pelé allí, y conocidas son las anécdotas y los cuentos de un Zubeldía que caminaba por los pasillos y por el Lobby, a veces hablando de fútbol, otras veces de hípica.
Pero el hotel, como todo el centro, sufrió la presión de una ciudad que se desbordó, en la que se enquistó la violencia. El nuevo milenio ha sido malo para el hotel. Andrés, el gerente, cuenta una anécdota que retrata muy bien cómo la fama se vino a menos. Para los conciertos de Carol G, a comienzos de diciembre de 2023, la ocupación del hotel fue del 100 por ciento. La gente llamaba a reservar y tenían que decirle, con pena, que todas las habitaciones estaban vendidas.
Pero muchos llegaron y se aterraron con los alrededores del hotel: habitantes de calle, drogadicción, cerros de basuras, un ruido ensordecedor. Muchos se negaron a dormir allí, donde hace muchos años durmieron el rey Pelé y el negro Gaitán. “La ocupación cayó hasta el 75 por ciento por la gente que decidió irse, y eso es muy triste, porque nosotros trabajamos por el centro, pero nos queda imposible, como privados, manejar el tema del espacio público, de los venteros sin permiso, del perifoneo”, cuenta el gerente del hotel.
La administración de Quintero prometió mucho con el centro, pero los resultados, a la vista de todos, fueron más que pobres. El gerente dice que con la administración actual, la de Federico Gutiérrez, ya tuvieron varias reuniones para hablar de la importancia de recuperar el centro, en especial el centro histórico, que encierra la Plaza Botero, el Parque Berrío y el Hotel Nutibara.
La Dolce Vita
La obsesión de Andrés Angarita ha sido recuperar el sector, que vuelvan a florecer los restaurantes, los cafés especializados, las cafeterías finas. En ese empeño llevó una idea a la junta: convertir la terraza del tercer piso del hotel en un café gourmet. Los dueños le dijeron que no debían ampliar la línea de negocios y que lo mejor era arrendar el lugar para que un tercero lo operara.
Entonces Andrés, con la terquedad por recuperar el centro y el hotel, decidió invertir él mismo en el café. Consiguió un administrador, un mostrador para exponer los productos, y un chef que se encargó de la coctelería. “La idea es ofrecer un lugar diferente, que no se venda el mismo tinto, sino un café gourmet, un cocktail con ingredientes exóticos. Es darle vida de nuevo al centro”, comenta el gerente.
En el hotel se ofrecerán cocteles con ingredientes diferentes a los comunes.
Esta no es la única iniciativa de ese tipo. Desde hace unos meses, algunos restaurantes de Provenza han abierto sucursales en Plaza Botero. Es una apuesta por ofrecer, de nuevo, espacios de esparcimiento sanos en un lugar en el que la explotación sexual, el ruido y las drogas lo conquistaron todo.
El café Dolce Vita abrió este 20 de enero a las 2:00 de la tarde y promete darle nueva vida al Nutibara, que durante tantos años agonizó en medio de un ambiente convulso y decadente.
El horario del café es de 9 a 9 todos los días, pero los fines de semana será hasta más tarde, pues la intención también es darle vida nocturna al sector. Los fines de semana habrá música en vivo, toda clase de música, desde rock a son cubano. Será una reminiscencia de los tiempos ya pretéritos en que Lucho Bermúdez y su orquesta amenizaban las noches en el Hotel Nutibara.
El denominado “fleteo” es una modalidad de hurto, que en Medellín se convirtió en una práctica delincuencial hace unos 20 años y que durante este tiempo ha tenido un factor común: la banda delincuencial “La Viña” de Manrique.
Uno de los primeros anuncios en materia de seguridad del recién posesionado alcalde Federico Gutiérrez fue el ofrecimiento de una recompensa de hasta $20 millones por dos hombres, identificados con el alias de “Tacita” y de “Josua”, a los que describió como integrantes de la banda delincuencial de “La Viña”. Ambos quedaron grabados en video, en medio de un asalto a una pareja, incluso, sin importarles que llevaban un bebé en brazos.
El video circuló en redes logrando la indignación de la ciudadanía, que pidió y pide acciones contundentes contra el hurto en la ciudad. Para tener un contexto claro de lo que pasa en la capital paisa, hay que decir que según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC), solo el año pasado se presentaron más de 30.000 hurtos en la ciudad y un aumento de este delito del 11% en los últimos 4 años.
El segundo anuncio del alcalde fue la creación de la “Central contra – atracos”, una estrategia de la que se sabe aún poco. No obstante, Exclusivo Colombia conoció parte del proyecto, que tiene, entre otros, la inclusión de más de 200 uniformados de la Policía, con componentes de Inteligencia, investigación con Sijín, la Fiscalía Seccional, y tecnología del Sistema Integrado de Emergencias y Seguridad de Medellín.
¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? El factor común es el hurto y de fondo, las bandas delincuenciales dedicadas casi de lleno a este delito, que según advierten las autoridades en el marco del “Inventario Criminal 2023”, en la que participa la Secretaría de Seguridad y Convivencia de Medellín, son unas cuantas que ponen la mayoría de los casos identificados: “La Roja” de Caicedo, “Los Ototos”, de Castilla y el Doce de Octubre, y en la mitad del problema: “La Viña” de Manrique.
Joyas en oro, relojes de alta gama, celulares y dinero en efectivo, son los botines preferidos por la banda delincuencial y en general lo más valorado por los delincuentes que hurtan en esta modalidad. Foto: Policía Meval
La universidad del “Fleteo”
Para explicar el fenómeno del hurto en la modalidad de “Fleteo”, los investigadores se remontan hasta 20 años atrás, cuando grupos de delincuentes comenzaron a unirse para ejecutar hurtos de alto valor, a víctimas incautas que retiraban altas sumas de dinero en las sedes bancarias de Laureles, La América, el Centro de Medellín o El Poblado.
La modalidad consiste en “marcar” a la víctima desde el interior de la sede bancaria, seguirlo en motocicleta y esperar el punto más favorable para asaltar, en el menor tiempo posible y de manera violenta, al portador del dinero. Para la época, reposa en los expedientes de la Sijín, a los que Exclusivo Colombia tuvo acceso, fueron identificadas 8 bandas dedicadas a este delito, de las cuales fue priorizada una conocida como “Los Ototos”, un grupo de delincuentes en las comunas 5 y 6 de Medellín, que fue sistemáticamente atacado por las autoridades, con capturas como las de alias “Viejo Calima”, que recibía su apodo por su motocicleta favorita y alias “Tosecita”, cada uno con múltiples antecedentes de hurto en esta modalidad.
Con el tiempo, con la cantidad de casos conocidos la modalidad se convirtió en una marca de la delincuencia en la ciudad y tomó relevancia la banda delincuencial de “La Viña”.
“Ahora “fleteo” es cualquier hurto que se comete desde una motocicleta. Para nosotros existe el atraco a mano armada, o el hurto agravado en esos casos. Pero la gente comenzó a llamarte “fleteros” a los delincuentes en moto y con eso se creó la marca. En Medellín es sin duda, la ciudad donde más delitos de este tipo se cometen”, advierte un investigador de la Policía Metropolitana, que por razones de seguridad no es identificado.
Por esa misma época y al otro lado de la ciudad donde se asentaron “Los Ototos”, se forjaba una banda delincuencial, considerada hoy, en 2024, como una de las más peligrosas organizaciones dedicadas al hurto, en modalidad de “Fleteo”, entre otros delitos como extorsión, hurto de automotores y homicidios. “La Viña”, en el corazón de Manrique, se convirtió en el sitio y refugio de una banda que las autoridades advierten, solo ha tenido tres cabecillas en su historia.
Luis Henry Jaramillo Jiménez, alias “Paraco”
El primero fue Luis Henry Jaramillo Jiménez, alias “Paraco”, fundador de la estructura criminal, incluso cuando fue una especie de “hija” de la reconocida organización de “La Terraza”. Fue asesinado en un restaurante en Copacabana el 31 de marzo de 2019.
“Paraco” hizo parte de varios de los carteles de los más buscados, con los que el entonces y hoy, alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, persiguió a la delincuencia rampante de hace algunos años, de la mano del ofrecimiento de millonarias recompensas. Precisamente, el segundo cabecilla de “La Viña”, Alexander González, alias “Cerdo”, fue capturado el 16 de mayo de 2019, gracias a esa misma estrategia.
Desde entonces queda como remanente alias “La Teta”, un curtido delincuente que, según los expedientes judiciales de la Fiscalía Seccional de Medellín, tiene toda una estructura para ejecutar y “profesionalizar”, el “Fleteo” en la ciudad.
Fotos: cortesía Alcaldía de Medellín
“Se dice que para entrar a “La Viña” hay que manejar moto hasta con los ojos cerrados. Entrenan en las lomas de Manrique y en Las Palmas y andan en motos de bajo cilindraje, la mayoría hurtadas. Son muchos “peladitos” que están dispuestos a todo”. Explica el investigador.
De acuerdo con los más recientes informes de Inteligencia, este grupo delincuencial tiene entre 25 y 30 integrantes, la mayoría identificados por seguimientos e Inteligencia, a los que se les atribuyen la mayoría de “Fleteos” en el Nororiente de la ciudad, en el Centro y en ciertos sectores de Laureles, incluyendo el más reciente caso que rodó por las redes sociales y cuyo video provocó la reacción de “Fico”, que en su segundo mandato, conserva, desde los primeros días, a “La Viña” entre sus objetivos de alto valor.
Crímenes sonados
En los expedientes judiciales esta banda está asociada a varios crímenes que han sacudido a Medellín. Tal vez, el más recordado, fue el incidente lamentable en el que el reconocido reguetonero e influencer Fabio Legarda, resultó muerto en un intercambio de disparos producto de un intento de “fleteo”, en el que los delincuentes fueron identificados por el entonces secretario de Seguridad y Convivencia Andrés Tobón, hoy concejal de Medellín, como integrantes de “La Viña”.
En el incidente falleció uno de los delincuentes identificado como Jorge Hernán Ardila, de 27 años, el otro, Juan Sebastián Duque, de 21 años, fue encarcelado. Ambos tenían anotaciones judiciales, eran reincidentes en el delito de hurto.
Otro delito en el que aparece el nombre del grupo delictivo, ocurrió también en 2016. La víctima fue el reconocido futbolista Víctor Ibarbo, al que le hurtaron objetos por valor superior a los $190 millones. Tres años después fue capturado uno de los principales sospechosos, un coordinador de la banda, conocido con el alias de “Lolo”. Al hombre le incautaron nada más y nada menos que un fusil, AM-15 Multical, calibre 5.56, un arma de asalto avaluada en más de $30 millones. También era reincidente, de hecho cuando lo capturaron llevaba brazalete del Inpec, que portaba tras ser capturado antes por los mismos delitos de hurto agravado.
La Policía Metropolitana, en su momento presentó la captura de alias “Lolo”, con un arma de alto poder que logró llamar la atención de las autoridades. Foto: Policía Metropolitana
Según los expedientes a los que tuvo acceso Exclusivo Colombia, el prontuario de la banda, además del hurto en todas las modalidades, incluyen la desaparición forzada, concierto para delinquir, hurto de motocicletas de alta gama, narcotráfico y se les investiga, además, por ser una de las bandas precursoras de la modalidad de “Fleteo”, en ciudades de Chile y en Perú.
Por el momento, los ojos están puestos en los alias “Tacita” y “Josua”, apenas conocidos en los carteles de los más buscados, pero ya desde el inicio de su administración, de nuevo, el alcalde Federico Gutiérrez, ha identificado el objetivo. En unas semanas y después de articular la estrategia con la Dirección Nacional de la Policía, se conocerán los detalles de la llamada “Central Anti-atracos”, la novedosa iniciativa que busca, de nuevo, acabar con el flagelo de “La Viña” y de las bandas dedicadas al delito con más crecimiento en los últimos años en Medellín: el “fleteo”.