Tres extranjeros: víctimas de hurto en El Poblado
Dos hermanos costarricenses fueron víctimas de robo en Medellín tras compartir con dos mujeres en El Poblado. Las autoridades sospechan que habrían sido drogados con escopolamina. En otro caso, un comerciante dominicano fue asaltado con arma de fuego en un bar de la misma zona.
Natalia de los Ángeles Padilla Vargas, médica, y su hermano José Alonso Padilla Vargas, farmacéutico, llegaron a Medellín como parte de un viaje de descanso. La noche de los hechos, se encontraban en el sector Provenza, en El Poblado, donde conocieron a dos mujeres con quienes compartieron tragos. Más tarde, el grupo se dirigió al Parque Lleras y, según el testimonio de Natalia, fueron ellas quienes solicitaron un vehículo de la plataforma Uber. A partir de ese momento, su memoria se vuelve difusa.
Horas después, la línea de emergencias 123 recibió un reporte sobre una mujer desorientada caminando sola en la autopista Medellín-Bogotá, a la altura de la báscula. La policía acudió al lugar y trasladó a Natalia al Hospital Marco Fidel Suárez, donde se sospecha que fue drogada con escopolamina. Mientras tanto, en la unidad intermedia de Castilla, fue hallado un hombre en condiciones similares. Al verificar su identidad, las autoridades determinaron que se trataba de José Alonso, el hermano de Natalia.
Ambos fueron víctimas de hurto. A Natalia le robaron, presuntamente, una cadena y un anillo de oro, su celular y sus documentos personales. José Alonso habría sido despojado de un celular de alta gama y sus documentos.
En otro hecho ocurrido en el mismo sector, un comerciante dominicano, quien trabaja para cadena de restaurantes, fue asaltado mientras se tomaba una cerveza en la terraza de un bar, ubicado en El Poblado. Según el reporte, un hombre ingresó al establecimiento, le apuntó con un arma de fuego y le arrancó del cuello una cadena de oro valorada en 1.200.000 pesos colombianos. Al parecer, el ladrón escapó en una motocicleta roja conducida por un cómplice.
Según el informe policial, la motocicleta ya fue identificada por las autoridades, lo que podría ayudar en la captura de los responsables.
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Un capturado y cierre temporal de un establecimiento por presunto caso de explotación sexual
En un apartahotel de Laureles, en Medellín, una adolescente de 16 años denunció que un hombre la golpeó, la amenazó con un cuchillo y se negó a pagarle tras presuntamente contratarla para servicios sexuales. Las autoridades lo capturaron en el lugar y ordenaron la suspensión del establecimiento por 10 días mientras avanza la investigación.
La explotación sexual de menores sigue siendo una realidad latente en Medellín. Aunque las cifras oficiales evidencian avances en la lucha contra este delito, los casos continúan ocurriendo en distintos sectores de la ciudad. Uno de los más recientes se reportó en un apartahotel de la comuna 11 – Laureles, donde una adolescente de 16 años denunció haber sido golpeada, amenazada con un cuchillo y privada de su pago tras haber sido presuntamente contratada para servicios sexuales.
Ese día, el silencio del apartahotel se rompió cuando en la habitación apareció una joven con signos de dolor en el cuerpo. Entre susurros y lamentos, reveló lo que había ocurrido: un hombre de 37 años, oriundo de Barranquilla, la había llevado hasta allí, pero la situación se tornó violenta. Según su relato, él no solo se negó a pagarle, sino que la golpeó y la intimidó con un cuchillo.
Exclusivo Colombia conoció que cuando la Policía llegó, encontró al hombre en estado de exaltación y armado con dos cuchillos. Tras una mediación, lograron su captura por el delito de demanda de explotación sexual, mientras que la menor fue trasladada a un centro asistencial.
El establecimiento fue suspendido temporalmente por 10 días como medida preventiva, en cumplimiento del Código Nacional de Seguridad y Convivencia.
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De la antigua morgue a un confortable paraíso campestre. Así fue el traslado de 34 adultos mayores vulnerables que lideró el alcalde de Copacabana
Tras varios años en el limbo por una obra inconclusa, los adultos mayores fueron reubicados en un nuevo hogar con mejores condiciones.
La administración municipal de Copacabana tomó una decisión clave para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores en condición de vulnerabilidad.
Ante la imposibilidad de reactivar la construcción del Centro de Protección Social del Adulto Mayor en el barrio La Azulita —una obra inconclusa desde 2016 que se convirtió en un “elefante blanco” por problemas jurídicos—, el municipio optó por una alternativa que garantiza condiciones dignas para esta población.
En total, 34 adultos mayores fueron trasladados a un nuevo hogar en Barbosa, un municipio cercano, donde recibirán atención en un espacio con las condiciones locativas adecuadas.
El lugar operará en convenio con la Fundación Huellas del Ayer y cuenta con gimnasio, piscina, amplias zonas verdes y habitaciones con baño privado. Además, los residentes podrán acceder a actividades como agricultura, yoga, hidroaeróbicos y estimulación motriz y cognitiva.
El alcalde de Copacabana, Johnnatan Pineda Agudelo, dijo que: “la compleja
situación jurídica impidió el avance de la obra que sería el nuevo Centro del Adulto
Mayor. En este proyecto, que fue un convenio entre el Departamento de Prosperidad
Social (DPS) y el municipio, no se puede hacer intervención alguna, debido a que el
lugar en sí, es el material probatorio del proceso en curso. Así las cosas,
conscientes del hacinamiento y las dificultades que enfrentan nuestros adultos
mayores en el actual CPSAM del barrio La Pedrera, no nos quedamos de brazos
cruzados y decidimos buscar una alternativa que garantizara su bienestar y
comodidad”.
Según la administración municipal, esta reubicación no implicó un aumento en la inversión del programa, lo que permite optimizar el uso de los recursos públicos sin afectar la calidad del servicio.
Con esta medida, Copacabana reafirma su compromiso con la protección de los adultos mayores y busca garantizarles una vejez digna, a pesar de los obstáculos administrativos y legales.
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Un exalcalde y líder social de Briceño, revela investigación sobre supuestos corredores ilegales, instalados por el Clan del golfo.
El exalcalde de Briceño, Wilmar Moreno, revela una investigación sobre los supuestos corredores de movilidad ilegal del Clan del Golfo en el norte de Antioquia. Su informe expone rutas, puntos estratégicos y zonas de abastecimiento utilizadas por el grupo armado. Durante su administración y después de dejar el cargo, el exmandatario ha recibido amenazas contra su vida y la de su familia. Confirma que, a pesar de haber interpuesto al menos cuatro denuncias, la UNP no le ha otorgado un esquema de protección.
Wilmar Moreno, exalcalde de Briceño (Antioquia) durante el período 2020-2023, ha presentado una investigación sobre la dinámica del orden público en la región, basada en su experiencia como líder social, funcionario público y alcalde. Ahora, desde su papel como ciudadano y defensor de los derechos humanos, Moreno ha denunciado la consolidación de un corredor de movilidad ilegal por parte del grupo armado Clan del Golfo, que opera en la zona y facilita el desplazamiento de sus estructuras criminales.
Según el exmandatario, la investigación se fundamenta en más de diez años de experiencia en liderazgo social, defensa de la vida y los derechos humanos, así como en el ejercicio de funciones públicas y políticas a nivel local y regional.
A lo largo de este tiempo, Moreno ha sido testigo directo del recrudecimiento del conflicto en su municipio y en las regiones vecinas, enfrentando sus consecuencias de manera directa. Ha realizado numerosas denuncias en coordinación con organismos defensores de derechos humanos, lo que ha derivado en amenazas y desplazamientos forzados tanto para él como para su familia en represalia por estas acciones.
Desde su rol como alcalde en el periodo 2020-2023, enfrentó estas problemáticas desde la institucionalidad. Su cercanía y articulación con líderes sociales y políticos del norte de Antioquia y el Bajo Cauca le han permitido conocer de primera mano testimonios sobre la alteración del orden público, el control territorial, la extorsión, los corredores estratégicos y los homicidios sistemáticos en distintos municipios.
Este informe se basa en su experiencia territorial en Briceño, así como en su trayectoria en lo social, político y en la defensa de los derechos humanos. Además, se sustenta en un análisis detallado de noticias y reportes periodísticos, así como en informes institucionales, lo que ha permitido estructurar un análisis sobre la consolidación del poder territorial de este grupo armado en la última década, con énfasis en los últimos tres años.
El corredor ilegal identificado inicia en el municipio de San Andrés y atraviesa diversos sectores rurales a través de carreteras terciarias, caminos de herradura y trochas en la cordillera. Su recorrido abarca puntos estratégicos como el sector La Chorrera, una zona boscosa que conecta con Los Teleféricos, también en San Andrés. Desde allí, enlaza con la carretera rural La Loma, que a su vez permite acceso hacia Ituango o Medellín. Posteriormente, asciende a la parte alta de La Loma y continúa hasta los sectores El Roblal y Berlín Viejo, en los límites entre Briceño y Yarumal.
Desde Berlín Viejo, el corredor se divide en dos rutas: una hacia El Baño y La Quiebra, territorios en los límites entre Briceño y Yarumal con mayor presencia en Briceño, y otra hacia la vereda El Pescado y el corregimiento de Pueblo Nuevo, aprovechando caminos rurales para la movilidad de la estructura armada.
El sector La Quiebra, además de ser un punto de tránsito clave, cumple una función logística al recibir abastecimiento desde Yarumal mediante dos vías principales: Mina Vieja y La Candelaria-San Roque. Estas rutas convergen a unos cinco kilómetros del sector La Gabriela, facilitando la llegada de suministros esenciales para la operación del grupo armado.
En términos de posicionamiento estratégico, el informe señala que los miembros del Clan del Golfo utilizan el sector entre Berlín Viejo y El Roblal como punto de descanso tras incursiones en las veredas de Briceño. Asimismo, destaca que La Quiebra es un punto clave para el control militar, donde en 2015 se instaló un puesto de control durante aproximadamente dos años. Aún permanecen allí trincheras que podrían ser reactivadas en caso de una estrategia de contención. Otro sector de importancia para el despliegue militar es La Rivera, sobre la vía que conecta Yarumal con Ochalí.
En la zona de la Loma de Ochalí, los grupos armados reciben suministros logísticos desde Valle Toledo y San Andrés de Cuerquia. La distribución de estos insumos se realiza a través de una vía destapada y mediante un transbordo en la garrucha sobre el río San Andrés, lo que permite mantener la operatividad de la estructura ilegal.
El informe también advierte sobre la presencia de este grupo armado en el Cañón de Socavones, en jurisdicción de Briceño. Se ha documentado su ocupación hasta las primeras viviendas del sector La Alborada y en el camino hacia Cristalina (Cedral, Briceño). Dentro de este cañón, las veredas más afectadas son El Cedral, La Correa, La Meseta, La Palomita y Moravia, en el sector El Tesoro.
Wilmar Moreno concluye que este corredor de movilidad no solo permite el tránsito del Clan del Golfo, sino que también facilita sus operaciones ofensivas y su capacidad de repliegue hacia zonas de control consolidado. Su denuncia busca visibilizar la situación para que se adopten medidas efectivas en la lucha contra el crimen organizado en la región.
Radiografía, presentada por el exmandatario:
El Norte y el Bajo Cauca de Antioquia han sido escenario de una creciente disputa territorial entre grupos armados ilegales, donde el Clan del Golfo se ha consolidado como el actor con mayor poder militar. Su estrategia se basa en el control de corredores estratégicos, la explotación ilegal de minería y la extorsión a proyectos económicos de alto impacto, como la hidroeléctrica Ituango (Hidroituango) y las minas de oro en Briceño y Buriticá.
Briceño representa un objetivo clave para este grupo criminal, siendo el único municipio del norte lejano de Antioquia donde aún no han logrado consolidar su dominio. Desde 2019, han intentado avanzar en este territorio mediante incursiones armadas, pero su expansión ha sido contenida por la comunidad y la Fuerza Pública. En los últimos años, sin embargo, han fortalecido su presencia en municipios cercanos como San Andrés de Cuerquia y Toledo, estableciendo corredores estratégicos para facilitar su ingreso a Briceño.
Desde 2019, el Clan del Golfo ha intentado tomar control de Briceño con el propósito de consolidar su dominio en el norte de Antioquia y conectar su influencia con el Bajo Cauca y el Occidente del departamento. Su interés en este municipio responde a varios factores, entre ellos su ubicación estratégica, que lo convierte en un punto clave para la logística y el control militar en la región. También influyen la presencia de minas de oro en Berlín Viejo, que en el pasado fueron explotadas por empresas inglesas y que hoy despiertan el interés de multinacionales como Zijin Mining Group. Además, la cercanía con Hidroituango, la central hidroeléctrica más grande de Colombia, representa una oportunidad de financiación ilegal a través de la extorsión. Finalmente, el control de Briceño facilitaría la conexión de rutas para el narcotráfico y la minería ilegal entre el Norte, el Bajo Cauca y el Occidente antioqueño.
El Clan del Golfo ha buscado el control de Briceño mediante incursiones violentas, confinamiento de comunidades y enfrentamientos con otros grupos ilegales. En noviembre y diciembre de 2023, el corregimiento de Las Auras vivió tres días de confinamiento debido a la presencia de hombres armados del Clan del Golfo. En este periodo, el grupo asesinó a un campesino y secuestró a tres personas, lo que generó desplazamientos y la suspensión de actividades comunitarias y escolares. Ante la crisis, el ministro de Defensa, Iván Velázquez, visitó Briceño junto a la cúpula militar y policial y ordenó operaciones para contener el avance del grupo ilegal.
El 10 de septiembre de 2024, un grupo armado ingresó a la vereda El Pescado, desplazando a la comunidad y enfrentándose con disidencias de las FARC. Debido a los combates, se suspendieron las clases y varias profesoras de las veredas El Pescado, La América y La Molina tuvieron que desplazarse. La escuela de El Pescado recibió impactos de bala, lo que motivó una posterior visita de la Personería Municipal.
En enero de 2025, el Clan del Golfo ingresó al casco urbano del corregimiento de Pueblo Nuevo en plena tarde, alrededor de las 2:00 p.m., generando enfrentamientos. Durante la incursión, secuestraron a dos mujeres: una joven de 20 años y una madre de 38. Al día siguiente, ambas fueron asesinadas en el corregimiento de La Loma de Ochalí. Como consecuencia, se produjo un desplazamiento masivo hacia el casco urbano de Briceño, quedando registrado en los censos locales.
El Clan del Golfo ha diseñado un corredor de movilidad para ingresar a Briceño, utilizando rutas estratégicas que pasan por San Andrés de Cuerquia, Yarumal y Toledo. Su recorrido inicia en San Andrés de Cuerquia, atraviesa el sector La Chorrera, llega al sector Los Teleféricos y se conecta con la carretera rural La Loma, que permite acceso a Ituango o Medellín. Desde allí, asciende a La Loma y avanza hacia Berlín Viejo, en el límite entre Briceño y Yarumal. En este punto, el corredor se divide en dos rutas: una hacia El Baño y La Quiebra, dentro de la jurisdicción de Briceño, y otra hacia El Pescado y el corregimiento de Pueblo Nuevo, utilizando caminos rurales.
El grupo armado ha establecido puntos estratégicos y de abastecimiento a lo largo de este corredor. Una ruta de abastecimiento logístico de estos grupo es desde Yarumal en camioneta, por la vía que viene desde Yarumal (entrada la candelaria), desde vía a la Costa, cruzando hacia Ochalí , llegan hasta el sector la Quiebra, sobre misma vía hacia Ochalí.
Y la otra ruta de abastecimiento en carro es desde san Andrés hasta el corregimiento del Valle de Toledo. Desde allí, llegan al río San Andrés , hacen transbordo por la garrucha para seguir por la vía que conduce desde este río hacia la loma de Ochalí , en un corregimiento donde el Clan del Golfo tiene zonas semi campamentarias
Este corredor facilita las incursiones armadas, el tráfico de drogas y la extorsión a la minería y a Hidroituango, que también tiene presencia en la vereda La Calera de Briceño.
Para contener el avance del Clan del Golfo, es fundamental fortalecer la presencia militar en puntos estratégicos. Se requiere la instalación de puestos de control permanentes en La Quiebra, en los límites entre Yarumal y Briceño, vía Ochalí; en Berlín Viejo, vereda Buena Vista de Briceño; en La Rivera, Yarumal, vía Ochalí; y en la cordillera de Briceño, entre la vereda El Pescado y el corregimiento de Pueblo Nuevo. Estas medidas permitirían frenar la movilidad del grupo armado y evitar que la comunidad quede atrapada en la disputa entre organizaciones ilegales.
Además, es urgente fortalecer la presencia estatal en Briceño con estrategias de seguridad y desarrollo social que impidan que el Clan del Golfo siga ganando apoyo en la población.
El Norte y el Bajo Cauca de Antioquia continúan siendo territorios en disputa entre grupos ilegales. Sin embargo, con estrategias adecuadas y una presencia estatal más efectiva, es posible frenar la expansión del Clan del Golfo y garantizar la seguridad de las comunidades afectadas.
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El hombre que entiende a los perros: la historia del Etólogo, Andrés Valencia
Los perros no hablan, pero Andrés Valencia los entiende. Descifra sus miedos, ansiedades y traumas con una precisión asombrosa. Actualmente es el Etólogo del albergue El Arca, en La Estrella, y experto en el vínculo humano-perro. Hace 16 años dedica su vida a transformar la relación entre canes y humanos en Colombia.
En un rincón de Antioquia, donde el bullicio de la ciudad se apaga y los cerros envuelven la cotidianidad con su verde intenso, Andrés Valencia se mueve con la naturalidad de quien lleva años entendiendo un lenguaje que pocos dominan: el de los perros. No es solo un adiestrador, ni un simple amante de los animales. Su mirada va más allá del comportamiento; estudia la conexión profunda entre humanos y canes, desentrañando los miedos, ansiedades y emociones que moldean su conducta.
Andrés, zootecnista de la Universidad Nacional, con un diplomado en Etología de la Universidad CES y un magíster en Etología de la Universidad de Zaragoza, ha dedicado los últimos 16 años a trabajar con perros. No los entrena como quien moldea una máquina obediente, sino que los comprende desde su esencia. “Amo lo que hago y hago lo que amo. Ese es mi estilo de vida, yo no trabajo, salgo a conocer familias maravillosas y perros espectaculares”, dice con la convicción de alguien que encontró su propósito.
Su historia con los perros comenzó como empiezan las grandes pasiones: sin planes, casi por instinto. Lo que en un principio fue una curiosidad se convirtió en una misión de vida. Su empresa, Happy Dog, no solo lleva el nombre de su perro más feliz, sino que encapsula su filosofía. Aquí no se trata de corregir con gritos o imposiciones, sino de guiar con paciencia y respeto. En Happy Dog hay entrenamiento, clases de Disc-Dog, consultas etológicas y una variedad de accesorios y juguetes diseñados para estimular a los perros. Todo tiene un propósito: hacer que cada perro y su familia vivan en armonía.
En su consulta, Andrés atiende casos que van desde la ansiedad por separación hasta agresividad por miedo. Explica que muchos problemas de conducta no son meros caprichos de los perros, sino señales de algo más profundo. “Cuando el perro es cachorro y empieza a hacerse pipí o popó en la casa, no es un tema etológico sino de adiestramiento. Pero si es adulto, se queda solo y empieza a hacer sus necesidades por toda la casa, ahí sí es un tema etológico”, señala. Sabe que cada caso es único y que la clave está en entender las raíces del comportamiento.
Para él, la etapa más crucial en la vida de un perro es el primer año. Es ahí donde se construyen los cimientos de su personalidad, donde los temores pueden transformarse en miedos si no se manejan correctamente. “Por ejemplo, un perro que de cachorro se asusta con un ruido fuerte y su familia lo palmetea o lo consiente, sin darse cuenta refuerza ese temor. Con el tiempo, ese temor se convierte en miedo y después del año aparecen las fobias, como el miedo a los truenos, la pólvora o ciertos sonidos”.
En el albergue El Arca, de la Estrella en Antioquia, donde Andrés es el etólogo, los perros que han sido rescatados de abandono o maltrato encuentran en él un aliado para sanar. Sus métodos, basados en la etología y en el respeto por la naturaleza del perro, han permitido que muchos animales con traumas profundos puedan encontrar una segunda oportunidad. Allí́, con la paciencia de quien entiende que el tiempo es clave, observa, analiza y guía a los perros hacia la estabilidad.
Los ladridos, aullidos y comportamientos erráticos que para muchos son solo problemas de convivencia, para Andrés son un lenguaje claro. “Las vocalizaciones excesivas, el perro que ladra y ladra todo el tiempo, o que empieza a hacer daños en la casa cuando su familia se va, son señales de una ansiedad por separación que debe tratarse desde la Etología”.
Su trabajo no se limita a consultas o entrenamientos. Es una labor de educación constante, enseñando a las personas a leer a sus perros, a entender que el vínculo no se construye con castigos sino con comunicación. Porque al final del día, su misión no es solo ayudar a los perros, sino transformar la relación entre ellos y sus humanos, creando conexiones más profundas y felices.
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Copacabana pone fin a 30 años de espera: inaugura su primer INDER y revoluciona el deporte local
Copacabana revoluciona su deporte: luego de tres décadas, crea un instituto con autonomía para gestionar recursos, impulsar talentos y transformar el acceso a la actividad física.
Después de 30 años de funcionamiento, la Junta Municipal de Deportes de Copacabana deja de existir. En su lugar, surge el Instituto de Deporte y Recreación (INDER Copacabana), una transformación que promete revolucionar el acceso, la gestión y el desarrollo del deporte en el municipio. Con 13 votos a favor de los 15 concejales, este cambio no solo moderniza la estructura deportiva local, sino que le da al municipio herramientas reales para impulsar el talento y la actividad física.
El INDER Copacabana no será solo un nuevo nombre, sino una entidad con autonomía para gestionar recursos, financiar proyectos y entregar incentivos a deportistas y clubes. Su misión es clara: fortalecer la cultura deportiva desde la infancia hasta la adultez, promoviendo hábitos saludables y garantizando el acceso equitativo a los espacios deportivos.
El alcalde de Copacabana, Johnnatan Pineda Agudelo, aseguró que “El INDER nos permitirá crear alianzas público-privadas para traer desarrollo y fomento deportivo al municipio, junto a otro importante logro como lo es la creación de la tasa pro-deporte que tiene recursos de destinación específica para este sector”.
Por primera vez, la reglamentación del uso de escenarios deportivos estará en manos de una entidad con poder de decisión, asegurando su óptimo aprovechamiento. Además, el INDER establecerá normas claras para la organización de torneos y competencias, así como la entrega de estímulos económicos a quienes representen al municipio en eventos deportivos de alto nivel.
María Clara Bustamante, designada como nueva gerente del INDER, dijo que “hoy es un día que quedará marcado en la historia, la creación del INDER es motivo de orgullo y alegría, y es un paso trascendental que nos posiciona como un nuevo referente”.
El cambio también traerá una Junta Directiva más eficiente y especializada, que garantizará una mejor administración de los recursos y una planificación estratégica a largo plazo. Con esta transformación, Copacabana apuesta por un futuro donde el deporte no solo sea una actividad recreativa, sino un motor de desarrollo social y bienestar para toda la comunidad.
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Sobrevivió́ a lo imposible: “morí y volví a nacer”, la impactante historia de Jorge
Jorge Andrés Quintero Jaramillo fue inducido a coma después de un accidente en el oriente antioqueño que lo dejó sin habla, sin movimiento y con un pronóstico devastador. Le dijeron a su madre que se preparara para despedirlo, pero ella se aferró a su fe. Hoy, contra todo pronóstico, volvió a caminar, a hablar y a vivir. Ahora se está formando como preparador físico, decidido a recuperar todo lo que la vida casi le arrebata.
El cuerpo de Jorge Andrés Quintero Jaramillo quedó inerte sobre el asfalto aquella madrugada del 3 de agosto de 2023. Su rostro destrozado, la mandíbula fracturada en tres partes y un trauma craneoencefálico lo sumió́ en la inconsciencia. No respiraba, reaccionaba. Los médicos que lo atendieron pensaron que estaba muerto. Pero, de repente, en medio del caos y la desesperación, una de sus manos se movió́.
Fue esa mínima señal de vida lo que hizo que el equipo médico actuara de inmediato. Lo reanimaron, lo intubaron y lo indujeron a un coma. En cuestión de minutos, Jorge pasó de ser un cuerpo sin esperanzas a un paciente en estado crítico. Mientras tanto, su madre recibía la llamada que ninguna madre quiere recibir: su hijo estaba al borde de la muerte.
El accidente ocurrió́ en la vía La Ceja – Rionegro, dejando a cuatro heridos. De todos, él era el más grave. Una ambulancia que pasaba por la zona fue su primera salvación, trasladándolo de urgencia a un hospital cercano. Pero su pronóstico era devastador: “nos dijeron que nos preparáramos para lo peor”, recuerda su madre.
Durante varios meses, Jorge estuvo atrapado en un cuerpo inmóvil. Un mes en un hospital, otro en la clínica Sómer de Rionegro. Mientras él luchaba en silencio por sobrevivir, su familia enfrentaba otro golpe: su abuelo falleció́. Justo ese día, a Jorge le dieron el alta, pero en condiciones desgarradoras.
El joven de 25 años había dejado de ser quien era. Perdió́ la movilidad, el habla y cualquier capacidad de movimiento. Perdió 45 kilos. Era un cuerpo frágil, dependiente de una sonda para alimentarse. Los médicos le dijeron a su madre que eran pocas las esperanzas y que averiguara funerarias. Pero ella se negó́. “Yo tengo fe. Mi hijo va a volver a caminar”, respondió́.
Jorge volvió́ a casa, pero no como cualquiera regresa. Lo trasladaron en ambulancia, en estado vegetativo, con la certeza médica de que nunca volvería a ser el mismo. Su madre, sin embargo, no aceptó esa sentencia. Aprendió́ a cuidarlo, a alimentarlo, a mover sus extremidades rígidas. Día y noche, sin descanso, convirtió́ su hogar en una sala de rehabilitación.
Lo que los médicos daban por imposible comenzó́ a suceder. Primero, Jorge logró comer sin necesidad de una sonda. Luego, pudo sentarse en una silla de ruedas. Un día, con ayuda, logró ponerse de pie. Más adelante, dio su primer paso.
Pero la recuperación no fue fácil. Cada avance traía consigo un nuevo reto. Aprender a hablar de nuevo fue una de las pruebas más difíciles. “Al principio, cuando me quitaron la traqueostomía, tenía un huequito que, si no me lo tapaba así́, yo hablaba y no me salía nada porque se me iba todo el aire”, recuerda.
Con el tiempo, cada pequeño logro lo acercaba más a la vida que había perdido. Y con cada paso, su percepción de la vida cambió. “Ahí́ sí supe cuál es el significado de la familia”, dice con la voz cargada de emoción.
Hoy, después de meses de esfuerzo, ha recuperado el habla, camina cada vez mejor y hasta volvió́ al gimnasio. No solo está de pie, sino que se está́ formando como preparador físico, convencido de que su historia es una prueba de fortaleza. “Primero Dios, segundo cómo uno piense y tercero: la disciplina que uno le ponga a los objetivos que uno quiere”, asegura.
Pero si hay alguien que nunca lo dejó caer, fue su madre. Jorge lo tiene claro: “mi mamá es mi guerrera. ¿Qué seria de mí si no te tuviera a ti al lado?”.
Él no es el mismo joven que se subió́ aquel 13 de agosto al asiento del copiloto. Algo en él cambió para siempre. “Ustedes conocían al loco de antes que no creía en Dios. Ese día se murió́ y nació́ una persona totalmente diferente”, afirma.
Contra todo pronóstico, venció́ a la muerte y volvió́ a nacer.
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Itagüí sin hambre: un salvavidas para los más vulnerables
La Alcaldía ha puesto en marcha una estrategia para garantizar alimentación digna a las poblaciones más vulnerables, con comedores comunitarios, entrega de paquetes alimentarios y tamizajes nutricionales en la primera infancia.
Garantizar el acceso a una alimentación digna y saludable para las poblaciones más vulnerables es una de las prioridades en Itagüí. Para ello, la Alcaldía ha puesto en marcha diversas estrategias enmarcadas en su Política Pública de Seguridad Alimentaria y Nutricional, proyectada hasta 2031.
Una de las acciones más importantes es la implementación de cinco comedores comunitarios en los barrios El Guayabo, San Isidro, La Santa Cruz, San Francisco y Calatrava. Allí, cerca de 400 personas en situación de vulnerabilidad, entre niños, adultos mayores, personas con discapacidad y habitantes de calle, reciben diariamente un plato de comida. Solo en lo que va del 2024, estos espacios han servido 72.930 raciones.
Además, para apoyar a familias de bajos recursos, se han entregado 8.530 paquetes alimentarios con productos básicos como arroz, pasta, aceite y alimentos ricos en proteínas. A esto se suman las asesorías permanentes para la implementación de huertas urbanas y rurales, promoviendo el autoconsumo y la alimentación saludable.
El alcalde de Itagüí, Diego Torres dijo que “la seguridad alimentaria es un derecho fundamental y es nuestra responsabilidad como administración promover que las personas en situación de vulnerabilidad tengan acceso a alimentos adecuados para su salud. A través de estos programas, buscamos no solo combatir el hambre, sino también mejorar la calidad de vida de nuestros 300.000 habitantes”.
Otro eje clave de esta estrategia son los tamizajes nutricionales en la primera infancia. El año pasado, se realizaron cerca de 800 valoraciones a niños de jardines infantiles e instituciones educativas públicas y privadas, con el objetivo de detectar casos de desnutrición aguda, malnutrición, sobrepeso u obesidad. Con estos resultados, se han implementado las atenciones y remisiones necesarias para mejorar la salud de los menores.
Con estas iniciativas, Itagüí sigue avanzando en su compromiso de garantizar el derecho a la alimentación y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
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“Le pedimos a Dios fortaleza para perdonar”: familia de adulta mayor fallecida, tras ser atropellada
Fabiola Jaramillo de Arango tenía 89 años, cinco nietos y una vida que terminó de la forma más absurda e injusta: atropellada y abandonada en una silla de Itagüí por el mismo hombre que la arrolló. No la llevó a un hospital, no esperó a que llegara una ambulancia. Solo la acomodó como si con eso pudiera aliviar su culpa y desapareció. Hoy, mientras su familia le daba el último adiós en sus exequias, el dolor se mezclaba con la indignación. Parientes confirmaron en Exclusivo Colombia que el conductor se presentó ante las autoridades, pero la pregunta sigue en el aire: ¿por qué huyó?
Fabiola Jaramillo de Arango tenía 89 años y una vida llena de historias. Era madre, abuela y una mujer que aún conservaba la costumbre de salir a tomar el aire en las tardes. Un día, esa rutina se convirtió en tragedia. Salió de su vivienda y, en cuestión de segundos, fue atropellada por un vehículo. El conductor, un hombre cuya identidad aún no se ha revelado públicamente, no la llevó a un hospital, no esperó a que llegara una ambulancia. La acomodó en una silla, pidió “auxilio” y desapareció. “Lo único que hizo fue bajarse, pedir ayuda y luego se fue”, cuenta un familiar con voz entrecortada. No sabemos qué pasó por su cabeza. ¿Cómo alguien puede abandonar a una persona en esas condiciones?”.
La silla en la que la dejaron se convirtió en su último refugio antes de que la vida se le escapara.
La familia recibió la noticia con incredulidad. “No entendemos cómo pudo pasar algo así. Era una persona mayor, indefensa. Ni siquiera se aseguró de que estuviera bien”, lamentan.
Exclusivo Colombia conoció que el conductor se entregó a las autoridades. Sin embargo, su huida inicial dejó muchas preguntas sin respuesta. ¿Fue miedo? ¿Indiferencia? ¿Pensó que podía escapar de la responsabilidad?
El caso de Fabiola Jaramillo de Arango no es solo una tragedia personal. Es el reflejo de una realidad donde la negligencia y la falta de empatía pueden costar vidas. Hoy, su familia busca respuestas y justicia. No quieren que su muerte quede en el olvido, como una historia más en la larga lista de víctimas de conductores que huyen.
Su doloroso caso es ahora un símbolo de la ausencia, del dolor y de la exigencia de que la justicia haga su parte. Porque nadie debería ser atropellado y dejado atrás como si su vida no importara.
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Dolor y tragedia: dos menores se quitan la vida el mismo día
Uno de los dos devastadores casos que hoy sacude a Medellín y Bello se reportó en el Hospital Mental de Antioquia, donde un joven de 14 años, con un historial de depresión y trastornos conductuales, fue hallado sin vida en un baño. Las muertes ponen en evidencia la cruda realidad de la salud mental en los adolescentes.
Medellín y Bello fueron escenario de una tragedia que dejó a dos familias devastadas: la muerte de dos menores por suicidio el mismo día. Los dos casos, aunque distintos en sus circunstancias, comparten un dolor común: el sufrimiento invisible que atraviesa la juventud colombiana y la urgente necesidad de visibilizar y tratar los problemas de salud mental en los adolescentes.
El primer caso ocurrió en el Hospital Mental de Antioquia, en Bello, donde un menor de 14 años, fue hallado sin vida en el baño de su habitación. A pesar de los esfuerzos de los enfermeros por reanimarlo, su vida no pudo ser salvada. Según los informes iniciales, el joven estaba siendo tratado por un episodio depresivo grave y un trastorno opositor desafiante, entre otros diagnósticos, lo que lo llevó a ser aislado en una habitación individual debido a su comportamiento. El joven, cuya historia es dolorosamente similar a la de muchos adolescentes que atraviesan momentos difíciles, era uno de los pacientes que recibía atención especializada en el hospital. Aunque los profesionales de salud mental intentaron brindarle el apoyo necesario, el joven no pudo superar su sufrimiento.
Pocas horas después, la comuna 7 – Robledo de Medellín, fue escenario de otro acto de desesperación. Un menor de 17 años, fue encontrado sin vida por sus padres en el balcón de su hogar. Según el reporte, el joven sufría de depresión, aunque no se habían conocido previamente detalles que pudieran haber permitido intervenir antes de la tragedia. Este suceso dejó a su familia y amigos en un profundo dolor, sumidos en la incertidumbre de si algo más se podría haber hecho para prevenir su muerte.
Ambos casos han puesto en evidencia la fragilidad emocional de los adolescentes en un contexto donde la salud mental sigue siendo un tema tabú en muchas comunidades. La depresión juvenil y los trastornos mentales son cada vez más comunes entre los jóvenes colombianos, pero la falta de acceso a servicios de salud mental adecuados y la estigmatización que aún existe alrededor de la enfermedad mental dificultan la búsqueda de ayuda y tratamiento.
En desarrollo.
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