Felipito, como lo llamó su dueño, es quien sostiene el pincel guiado por los hilos que ilustran cosas simples en el lienzo bajo la atenta mirada de los transeúntes, en el centro de Medellín. Felipe, el maestro, encontró en el arte una vocación y en su marioneta la manera de expresar de una forma novedosa y particular.
Cuando se caminan las calles del centro de Medellín, es normal encontrarse, de tanto en tanto, artistas y artesanos callejeros que comparten la creación de su arte con los transeúntes. Normalmente, se pueden ver a los raperos cantando, o a los indígenas realizando las manillas que los caracterizan; pero en este caso, es diferente: quien sostiene el pincel en el lienzo no es una persona, al menos, no de carne y hueso, sino una marioneta, que más que guiada, parece que solo fuera sostenida por su dueño, mientras la misma pinta lo que se le venga en gana.
Se trata de Felipe y Felipito, siendo el diminutivo no por edad sino solo por tamaño, ya que, la marioneta, está inspirada en lo que parece ser un artista bohemio, con barba y cabellos largos y grisáceos. Felipe, todo lo contrario: un muchacho de pelo largo, tal como los que se encuentran por montones en el Parque del Periodista o en la Universidad de Antioquia, pero con una diferencia, este es artista. En diálogo con Exclusivo Colombia, Felipe narró sus inspiraciones, como encontró la sincronía con Felipito y cómo a través de este puede realizar su mayor arte: la pintura.
Felipe relató que la marioneta que utiliza la hizo él mismo, y a su medida, pues la formó para que una de sus manos ejecutará los movimientos del cuerpo de Felipito, y la otra, única y exclusivamente, los trazos del pincel:
“La marioneta fue una idea, la tuve que ejecutar con lo que tuve al alcance, viendo un poco de videos de marionetas. Pero todo lo tenía que hacer diferente, porque todo el control lo tendría que hacer solo con la mano izquierda Y la mano derecha solamente dedicarla a la pintura. Entonces fue un proceso en el cual fui aprendiendo paso a paso. Mientras hacía los pies, tuve que aprender cómo mover los pies, entonces ya sabía mover los pies. Ya después aprendí a manejar los párpados. Al finalizar, pues, no tuve que aprender sino que ya estaba, ya sabía manejarla”.
El nombre que le colocó a la marioneta pareciera que solo fue colocarle un diminutivo a su nombre, pero explicó que no es así, y que una de las razones por las cuales optó por llamarle Felipito es porque necesitaba sentir una conexión con el títere.
“Porque realmente es como soy yo, no quiero hacer un personaje extraño a mí, sino como es tan cercano a mí el nombre, por eso me gustó mucho, y quedó Felipito ”.
Este pintor juvenil agregó que desde que está con Felipito, es decir, desde octubre del año pasado, siente que es una extensión de su mano que le permite plasmar sus obras de arte.
“Yo soy un enamorado de la pintura y la marioneta me dio la libertad de expresarme con mucha libertad porque al ser como un performance, él puede hacer un garabato, lo que sea, y genera muchas sensaciones. Entonces me da la posibilidad de crear demasiado. Entonces la marioneta me ha traído ese Amor por ver ese cómo esa extensión, si se puede decir de mí, a través del muñeco. Entonces, yo veo como algo mucho más que un muñeco o una marioneta, como en Felipito lo veo y lo respeto y lo siento y estoy conectado con él para trabajar”.
Al ser preguntado sobre su opinión acerca de quién o qué es lo que más llama la atención de las personas, explica que tanto el muñeco como su escenografía contribuye a atraer nuevos clientes por sus peculiaridades.
“Es un 50-50, es decir, cuando el muñeco como tal, su escenografía, la gente va a un 50 Y la pintura es otro 50 para generar como todo el show. Porque no es solamente es el show de pintar sino que es como todo lo que Felipito hace, cada movimiento, los párpados, que se rían, que saluden. Entonces todo es como como equilibrado. Yo vivo para esto todo el tiempo”.
El joven Felipe dijo que normalmente pinta lo que él quiera y, la mayoría de las veces, son objetos cotidianos “tengo rasgos que tengo en la memoria. Entonces pintó como lo que lo que estas pequeñas cosas que sé que saco fácil. Es decir, unas gafas, un cigarrillo y un sombrero, entonces todo eso lo voy combinando”.
El artista es procedente del sur del Valle de Aburrá pero tiene una pequeña bodega en el centro de Medellín para cuidar sus obras “yo soy de Itagüí, Antioquia. Todos los días bajo al centro, acá vengo a Junín, Ayacucho, intento moverme por ahí, no soy de irme muy lejos porque tengo un lugar acá donde tengo mis cuadros. Entonces trato de no irme con Felipito por allá bien lejos”.
Finalmente, Felipe reveló que a través de la venta de su arte es que logra sobrevivir y pagar el arriendo de su bodega en el centro. Además, aseguró que en el futuro busca ser un gran pintor y explicó que los artistas como él “ven todo con una profundidad que el común no ve”.