La discapacidad intelectual no es una barrera para trabajar en este café de Envigado, que le apuesta a la inclusión laboral
Una cafetería rompe barreras al brindar formación y oportunidades laborales a jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Con una visión clara de inclusión y autonomía, este espacio no solo les ofrece un empleo, sino la posibilidad de construir proyectos de vida que les permita alcanzar estabilidad económica y un futuro prometedor. Aquí, cada taza de café servida tiene el sabor de la esperanza y la igualdad.
La falta de oportunidades laborales y el desarrollo personal aún son barreras que impone drásticamente la sociedad a personas con discapacidad cognitiva. Pero en Antioquia, un café, está dando pasos de ejemplo.
Se trata de Café Crear Unidos. Este espacio, ubicado en la Loma del Esmeraldal en Envigado, tiene como objetivo brindar a esta población las herramientas necesarias para su formación profesional e integración al mercado laboral, buscando así cambiar la perspectiva de inclusión y las oportunidades para esta población en situación de vulnerabilidad.
“Nuestro objetivo es brindar oportunidad de trabajo a esas personas que durante tantos años han estado alejadas del contexto social, porque existen muchos mitos o prejuicios con respecto a su condición: que son niños eternos, que son personas especiales, que son chicos que no pueden cumplir un rol importante dentro de la sociedad. Nosotros a través del café debemos derribar esos prejuicios. Demostrar y evidenciarle a la gente que, a través de acompañamiento, se puede lograr una vida que es regular y que ellos pueden tener logros como cualquiera de nosotros”, explicó Alejandro Agudelo, director del Café Crear Unidos.
El café no es solo un lugar donde se sirven bebidas, también se pone sobre la mesa oportunidades laborales. Esta iniciativa de inclusión busca proporcionarles a sus 12 empleados con dicha condición habilidades y conocimientos que les permite desarrollarse plenamente en la sociedad.
Alejandro explicó que” nosotros lo primero que hacemos es preguntarle al chico y a su familia cuál es su proyecto de vida y qué desea hacer. Ya con esa información desarrollamos un conjunto de programas y servicios apoyado muchas veces con otras instituciones como el Sena, como centros de instituto de formación para el trabajo, como entidades de educación superior que forman y capacitan con nuestro acompañamiento”.
Con un enfoque en la dignidad y el potencial de cada ser humano, Café Crear Unidos se convirtió en un faro de oportunidades para quienes enfrentan mayores barreras para acceder a un empleo formal y estable, así lo dio a conocer Alejandro con respecto al éxito que han evidenciado en el proyecto “los chicos han demostrado que además de ser las mejores personas que existen, son los mejores empleados porque son unos chicos dispuestos, que aman y tienen sentido de pertenencia por el lugar que les abre la puerta. Son responsables a más no poder y brindan ejemplo a las otras personas de la compañía. Enseñándoles que, si una persona con discapacidad logra y supera ese lado, cualquiera de nosotros también puede llegar a superarse”.
Según el censo del DANE de 2018, en Colombia más de 3,1 millones de personas enfrentan dificultades para realizar actividades básicas diarias. Un dato revelador es que cerca del 90% de esta población pertenece a los estratos 1, 2 y 3, lo que refleja una marcada desigualdad social.
Antioquia se destaca como el departamento con mayor prevalencia de personas con estas dificultades, con un 7,4%. Este panorama fue el impulso que llevó a organizaciones como Café Crear Unidos a desarrollar iniciativas con un profundo compromiso social. Una labor que les fue reconocida en 2017, cuando la Alcaldía de Envigado le otorgó la medalla al mérito por su destacada trayectoria en el ámbito social.
“Nos da mucha seguridad y confianza ver el reflejo de nuestro proyecto en otros lugares que están replicando el modelo. A nivel país hemos hecho un aporte y queremos seguir por más” ,puntualizó Alejandro.
- Published in CIUDAD
Solidaridad en acción: un grupo de jóvenes se une para alimentar el alma y el cuerpo de personas en situación de calle
Con sánduches y chocolate, un grupo de colaboradores de una pastoral de Medellín busca llevar un mensaje de esperanza a decenas de personas que cayeron en la drogadicción y hoy deambulan por la plaza Minorista.
En las afueras de la Plaza Minorista de Medellín se evidencian diferentes flagelos sociales que deforman este sector. Mendicidad y drogadicción son algunos de los problemas que enfrenta la zona.
Sin embargo, hace más de una década, una comunidad de jóvenes decidió intervenir en este problema social utilizando el alimento como anzuelo de acercamiento para crear confianza y transformar el drama de quienes viven en la calle, seguido de un acompañamiento más profundo como la escucha y el apoyo espiritual. Así lo manifestó Juan Esteban Pabón, uno de los miembros de la comunidad “nuestro objetivo principal es darles una visión diferente de la realidad. Lo primero es que, así como Jesús nos enseñó a servir, servimos a los demás. Aunque ellos estén ahí sucios y no huelan bien, siempre hay alguien que los mira como los miraría Jesús: con ojos de misericordia”.
No existe el recelo y la desconfianza entre los comensales que cada domingo esperan la visita de dicha comunidad. Algunos, ya familiarizados con su labor, ven en esa palabra de aliento y motivación el impulso necesario para reconstruir su vida fuera de las calles, mientras que otros sobrecargados por diversos problemas, afirman que les cuesta encontrar un nuevo rumbo en medio del consumo.
“Hay algunas personas que han logrado salir de la calle, pero es un tema complejo. Hay muchas cosas que influyen. Por ejemplo, en la calle nos hemos encontrado con casos de personas que son abogados, médicos o que los papás son dueños de centros comerciales y ellos eligen la calle. La decisión de salir de las drogas es personal. Lo que buscamos es devolverle la dignidad a la persona y la dignidad se recupera cuando le hacemos sentir a esa persona en condición de vulnerabilidad que es igual a ti”, señaló Pabón.
Juan Esteban también recordó, con cierta melancolía, cómo en una de esas actividades se reencontró con un antiguo compañero de colegio, alguien que parecía tenerlo todo: una familia amorosa y una casa grande en un buen sector de la ciudad. Sin embargo, el destino lo llevó a las calles. “a veces, no se trata del tipo de familia o de los recursos que tengas, sino de las decisiones personales. Mi compañero tenía todo el apoyo de su familia, pero aun así terminó eligiendo la calle. Eso me enseñó que nadie está exento de caer en la adicción”.
A lo largo de los años, Juan Esteban y los jóvenes voluntarios se han encontrado con muchas historias similares, en las que personas que parecían tener un futuro prometedor cayeron en la adicción y terminaron en las calles. Estas vivencias les ha dejado una lección clara: la adicción no discrimina. Sin importar cuán seguro te sientas, todos somos vulnerables a caer, y la única manera de salir adelante es a través del apoyo mutuo y la recuperación de la dignidad.
A través de la entrega de un sánduche con chocolate, estos jóvenes han descubierto que el alimento es solo el inicio de algo mucho más grande: una oportunidad para tender un puente hacia el corazón de quienes han sido olvidados. El alimento nutre el cuerpo, pero es el acompañamiento, la escucha y el mensaje de esperanza lo que comienza a sanar las heridas más profundas del alma.
Cada domingo, con gestos sencillos y miradas de comprensión, esta comunidad no solo entrega comida, sino también humanidad, demostrando que todos merecen una segunda oportunidad. Así, aquellos que han sido empujados a la marginalidad encuentran un pequeño faro de luz que les recuerda que, aunque caigan, siempre hay una mano tendida para levantarlos.
Al final del día, los jóvenes voluntarios no solo alimentan estómagos vacíos; alimentan la esperanza, recordando que la verdadera transformación comienza cuando se ve a cada persona con la dignidad que merece. En cada plato entregado, hay una invitación a soñar con un futuro diferente, fuera de las calles, donde la vida vuelve a tener sentido y donde el ciclo de vulnerabilidad puede finalmente romperse.
- Published in CIUDAD
Un títere pintor: artista utiliza su marioneta para diseñar cuadros de la cotidianidad, en el centro de Medellín
Felipito, como lo llamó su dueño, es quien sostiene el pincel guiado por los hilos que ilustran cosas simples en el lienzo bajo la atenta mirada de los transeúntes, en el centro de Medellín. Felipe, el maestro, encontró en el arte una vocación y en su marioneta la manera de expresar de una forma novedosa y particular.
Cuando se caminan las calles del centro de Medellín, es normal encontrarse, de tanto en tanto, artistas y artesanos callejeros que comparten la creación de su arte con los transeúntes. Normalmente, se pueden ver a los raperos cantando, o a los indígenas realizando las manillas que los caracterizan; pero en este caso, es diferente: quien sostiene el pincel en el lienzo no es una persona, al menos, no de carne y hueso, sino una marioneta, que más que guiada, parece que solo fuera sostenida por su dueño, mientras la misma pinta lo que se le venga en gana.
Se trata de Felipe y Felipito, siendo el diminutivo no por edad sino solo por tamaño, ya que, la marioneta, está inspirada en lo que parece ser un artista bohemio, con barba y cabellos largos y grisáceos. Felipe, todo lo contrario: un muchacho de pelo largo, tal como los que se encuentran por montones en el Parque del Periodista o en la Universidad de Antioquia, pero con una diferencia, este es artista. En diálogo con Exclusivo Colombia, Felipe narró sus inspiraciones, como encontró la sincronía con Felipito y cómo a través de este puede realizar su mayor arte: la pintura.
Felipe relató que la marioneta que utiliza la hizo él mismo, y a su medida, pues la formó para que una de sus manos ejecutará los movimientos del cuerpo de Felipito, y la otra, única y exclusivamente, los trazos del pincel:
“La marioneta fue una idea, la tuve que ejecutar con lo que tuve al alcance, viendo un poco de videos de marionetas. Pero todo lo tenía que hacer diferente, porque todo el control lo tendría que hacer solo con la mano izquierda Y la mano derecha solamente dedicarla a la pintura. Entonces fue un proceso en el cual fui aprendiendo paso a paso. Mientras hacía los pies, tuve que aprender cómo mover los pies, entonces ya sabía mover los pies. Ya después aprendí a manejar los párpados. Al finalizar, pues, no tuve que aprender sino que ya estaba, ya sabía manejarla”.
El nombre que le colocó a la marioneta pareciera que solo fue colocarle un diminutivo a su nombre, pero explicó que no es así, y que una de las razones por las cuales optó por llamarle Felipito es porque necesitaba sentir una conexión con el títere.
“Porque realmente es como soy yo, no quiero hacer un personaje extraño a mí, sino como es tan cercano a mí el nombre, por eso me gustó mucho, y quedó Felipito ”.
Este pintor juvenil agregó que desde que está con Felipito, es decir, desde octubre del año pasado, siente que es una extensión de su mano que le permite plasmar sus obras de arte.
“Yo soy un enamorado de la pintura y la marioneta me dio la libertad de expresarme con mucha libertad porque al ser como un performance, él puede hacer un garabato, lo que sea, y genera muchas sensaciones. Entonces me da la posibilidad de crear demasiado. Entonces la marioneta me ha traído ese Amor por ver ese cómo esa extensión, si se puede decir de mí, a través del muñeco. Entonces, yo veo como algo mucho más que un muñeco o una marioneta, como en Felipito lo veo y lo respeto y lo siento y estoy conectado con él para trabajar”.
Al ser preguntado sobre su opinión acerca de quién o qué es lo que más llama la atención de las personas, explica que tanto el muñeco como su escenografía contribuye a atraer nuevos clientes por sus peculiaridades.
“Es un 50-50, es decir, cuando el muñeco como tal, su escenografía, la gente va a un 50 Y la pintura es otro 50 para generar como todo el show. Porque no es solamente es el show de pintar sino que es como todo lo que Felipito hace, cada movimiento, los párpados, que se rían, que saluden. Entonces todo es como como equilibrado. Yo vivo para esto todo el tiempo”.
El joven Felipe dijo que normalmente pinta lo que él quiera y, la mayoría de las veces, son objetos cotidianos “tengo rasgos que tengo en la memoria. Entonces pintó como lo que lo que estas pequeñas cosas que sé que saco fácil. Es decir, unas gafas, un cigarrillo y un sombrero, entonces todo eso lo voy combinando”.
El artista es procedente del sur del Valle de Aburrá pero tiene una pequeña bodega en el centro de Medellín para cuidar sus obras “yo soy de Itagüí, Antioquia. Todos los días bajo al centro, acá vengo a Junín, Ayacucho, intento moverme por ahí, no soy de irme muy lejos porque tengo un lugar acá donde tengo mis cuadros. Entonces trato de no irme con Felipito por allá bien lejos”.
Finalmente, Felipe reveló que a través de la venta de su arte es que logra sobrevivir y pagar el arriendo de su bodega en el centro. Además, aseguró que en el futuro busca ser un gran pintor y explicó que los artistas como él “ven todo con una profundidad que el común no ve”.
- Published in CIUDAD
Por primera vez un departamento de Colombia abre una convocatoria para ilustrar con talento local el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho ¿Quiénes pueden participar?
Un reto de 200 horas pondrá a prueba a los mejores artistas plásticos y visuales de Antioquia. La obra del ganador se convertirá en la imagen de importantes escenarios del departamento y productos de alto impacto como una botella de licor que hoy tiene sello internacional, además resaltará en importantes actividades de origen cultural y patrimonial.
Entre los paisajes montañosos y los ríos caudalosos que atraviesan el corazón de Antioquia, surgió una figura que marcó la historia de Colombia. Se trata del General José María Córdova, uno de los grandes líderes de la independencia en el mundo. La lucha en Perú y América del Sur, en la Batalla de Ayacucho dejó claro su compromiso con los ideales de la justicia. Hoy su legado sigue vivo en la democracia, calles y monumentos.
En un ambicioso proyecto que busca conservar vivo su legado, la Gobernación de Antioquia, a través del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA-, en alianza con la Corporación Salón de Letras Ilustradas, lanzaron una convocatoria que busca conectar el talento local con la memoria y la historia. Artistas plásticos y visuales tendrán la oportunidad de postularse con sus obras para ilustrar la relevancia de este personaje en la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho.
Juan Felipe Gómez, subdirector de Patrimonio y Fomento Artístico y Cultural explicó detalles de la invitación que este año tendrá en cuenta las habilidades de los artistas que han convertido su oficio en una opción de vida “escogeremos las 50 mejores obras y tendrán el derecho a participar en nuestro primer salón departamental de ilustración. La propuesta ganadora recibirá 5 millones de pesos y será la imagen del Bicentenario que está en lugares como, por ejemplo, la botella de aguardiente y en las demás actividades que hagamos “.
¿Cómo inscribirse?
Los interesados podrán ingresar a www.culturantioquia.gov.co y en este espacio digital se encontrarán con el primer viaje digital hacia la historia de “un héroe nacido en las montañas de mi tierra. Reto 200 horas”; en el lado izquierdo (superior) del portal se encontrarán con una invitación a conocer más información y luego aparecerán dos opciones “inscríbete aquí” y “conoce los lineamientos aquí”.
Aspectos importantes para la inscripción
El Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA- informó que las propuestas se recibirán hasta el próximo lunes 16 de septiembre y comunicó algunos aspectos importantes para tener en cuenta en la postulación, algunos de ellos son:
“Invitamos a los artistas y a los amantes a la ilustración a nuestro reto de 200 horas en el cual tendrán el mismo tiempo para evocar con un diseño lo que fue la Batalla de Ayacucho, en la cual se selló la libertad de América y nuestro héroe antioqueño fue el gran héroe de ella “, agregó Juan Felipe Gómez, subdirector de Patrimonio y Fomento Artístico y Cultural del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA-.
Conoce la información, en www.culturantioquia.gov.co
- Published in CIUDAD
Caliche, el hombre que encontró en el Punk una forma de expresión de toda una comuna
En el pasado siglo, el Punk tuvo relevancia para diversos grupos juveniles de Medellín. Para los ojos incautos eso quedó en el pasado, pero no es así. Esta es la historia de Caliche, un hombre que, a pesar del paso de los años, no dejó el Punk atrás, sino que lo volvió una manera de vivir. Tiene una banda y hace recorridos para demostrarle a su entorno la relevancia de esta expresión en la historia de Castilla.
La ciudad de Medellín en las dos últimas décadas del siglo XX fue el epicentro de un cambio en su estructura social, por demás abrupto, producto de la globalización del país y la coyuntura naciente del narcotráfico. Los adolescentes y juventudes de las también jóvenes comunas fueron los principales receptores de la violencia, pero también de los productos de la globalización, entre ellos la música. Un género en particular llamó la atención de muchos: el punk, el cual, en sus ritmos potentes y sus letras revolucionarias, lograba expresar la rabia de los muchachos y muchachas que no estaban de acuerdo con la violencia que vivían día tras día.
Uno de esos jóvenes es Carlos Alberto Bravo, conocido como Caliche, quien encontró en el movimiento musical y cultural del Punk una forma de sobrevivir a su realidad en la década de 1980. En la actualidad es el baterista de la banda Desadaptadoz, además, es parte de la corporación cultural Taller Arte, y realiza “Caminatas Punk” en la comuna 5, Castilla, de Medellín, en las cuales habla y demuestra la importancia del punk para el territorio y la alternativa que fue para los jóvenes.
En entrevista con Exclusivo Colombia, afirmó que el Punk fue la razón por la cual muchos adolescentes en su entorno no hicieron parte de la violencia que asolaba a la ciudad en ese entonces.
“Todos sabemos que fue un contexto de muchas violencias, donde los que más estuvieron implicados en eso fueron los jóvenes, yo creo, cierto, los que sufrieron como que la mayor parte de la crisis fueron los jóvenes, en un contexto de mucho desempleo, de narcotráfico, entonces el punk llegó como una alternativa, se posicionó como una alternativa para un sector de la juventud, de los barrios populares, que de pronto no tenían forma de comunicarse, de expresarse, y esa música tan democrática que es el punk, que permite que todos puedan tocarlo, hizo de que muchos jóvenes de pronto vieran en él una alternativa artística, cultural, y en cierta forma que eso los alejó, yo creo, del conflicto”.
Por esto, el baterista definió el punk como su manera de expresarse y comunicar al mundo sus gustos e inconformidades para que las mismas no lo perturben.
“Es la válvula de escape que permite que uno no se ahorque, es la herramienta que yo utilizo también para dar mi aporte a una sociedad también con muchos problemas, entonces es como el lugar donde también yo puedo mostrarme al mundo y hablar y dialogar con el mundo”.
El señor Carlos reveló que antes del punk fue rockero durante su juventud temprana, y que ello lo llevó a conocer el punk, el cual, según dijo, era la sensación entre vecinos y amigos, quienes se juntaban en “galladas” tanto par escucharlo como para tocarlo.
“En el barrio Castilla, donde he vivido toda mi vida, fue un barrio que desde los primeros años de los ochenta tuvo la presencia de muchos rockeros, entonces hubieron galladas, hubieron muchos bailes de rock, y eso me ocurrió a mí, más o menos en los ochenta y cuatro, en los ochenta y cinco, comencé a ser parte de estas galladitas de jóvenes que se reunían en vacancias con una grabadora a escuchar música, y en mil novecientos ochenta y cinco, ochenta y seis, el punk fue tomando mucha más fuerza porque fue entrando mucho más música, se comenzaron a conformar algunas bandas, aquí en el barrio se abrió el primer ensayadero de punk, un vecino amigo mío muy cercano, entonces todo eso hizo de que yo me metiera a mi corta edad, me metiera en esta música, y ha sido donde he estado militando todos estos años hasta ahora”.
Caliche se refirió a lo que calificó como el prejuicio del punk, el cual es imaginado como un género que provoca violencia o comportamientos inmorales. Frente a esto, aceptó que la música es agresiva en sí, pero que, en la mayoría de los casos, la tosquedad es un factor simbólico y no ideológico. Además, reveló que muchos de los que antes y ahora hacen parte del movimiento son personas relevantes para la sociedad que se sienten identificados con los valores de dicho género de música.
“El punk tiene unas características estéticas que son agresivas, musicalmente la música tiene una sonoridad agresiva, la vestimenta también tiene una connotación agresiva, igual que los peinados y todo. Pero eso es más en el plano simbólico. Uno encuentra personas normales, muy bien estudiantes, muy buenos trabajadores, muy buenos esposos, qué sé yo. El punk es un espacio que permite a vos desarrollarte dentro de la música, en la poesía, o sea, de cualquier forma expresiva, si no que ha sido muy mal visto por esta agresividad que le llegó, y de todas maneras los jóvenes siempre han estado marcados también por un señalamiento social, que eso ha sido yo creo que aquí histórico”.
Sobre la aparición de nuevos géneros de música y otro de los prejuicios que reza que el punk está desapareciendo, el señor Carlos respondió sin dudarlo que el género, al menos en la ciudad de Medellín, está más vivo que nunca, y como razón argumentó que, aunque muchas injusticias se han solucionado, muchas otras han crecido, y que los jóvenes aún encuentran en las canciones y letras como expresar dichas situaciones y sus sentimientos.
“Los que dicen eso es que lo quieren ver muerto, pero el punk está más vivo y tiene más vigencia ahora que nunca, la sociedad sigue con unos problemas y unas demandas que no se han solucionado y los jóvenes se encuentran en el PUNC en ese espacio para criticar, para hacer un llamado también a la transformación. Como vemos ahora, por ejemplo aquí en Medellín, yo creo que son las ciudades más dinámicas en relación al punk, de que hay conciertos, hay conversatorios, se están haciendo publicaciones de fanzines, de libros, hay un gran movimiento, muchas bandas, cada ocho días hay dos o tres festivales, yo creo que es una de las escenas musicales más activas en Sudamérica, me atrevería a decir, y cada día ve uno mucho más movimiento”.
Por último, Caliche mencionó que todas sus experiencias y conocimientos están retratados en el libro Mala Hierba: El Surgimiento Del Punk En El Barrio Castilla, el cual él mismo escribió, y que le sirve como base teórica para las “caminatas punk” que realiza, en las cuales, busca darle voz y protagonismo a un género, que según dijo, le dio sentido a su vida.
- Published in CIUDAD
Lo que arrastre, sirve: comunidad de recicladores vive de la basura y el sedimento de la quebrada Altavista, en Belén
A pesar de las regulaciones, muchas quebradas en Medellín están bajo el asedio de la contaminación y arrastran lo que llegue a estas, provocando que en ciertos puntos se acumule basura y arena. Uno de estos puntos es aprovechado por obreros y recicladores en Belén Granada, quienes encuentran un sustento en lo que para muchos son desperdicios. Pero el río no solo arrastra desechos: en múltiples ocasiones han sido hallados cadáveres que se quedan atrapados entre el afluente y los escombros.
La quebrada Altavista de Medellín nace en el corregimiento que lleva su nombre y recorre gran parte de la comuna 16 como los barrios Aliadas, La Gloria, San Bernardo, entre otros. Como muchas otras en la ciudad, recibe basura que es lanzada por inescrupulosos o simplemente es arrastrada por el caudal; además, por su constante recorrido, logra movilizar tierra y arena que se aprecian en uno de los filtros estipulados por la alcaldía distrital para separar los sedimentos del líquido para que estos no lleguen de lleno al río Medellín.
Dicho filtro está ubicado en la unión de la carrera 69B y la calle 30, lugar donde tanto recicladores como obreros y paleros han encontrado en lo que arrastra el río un sustento para sus actividades diarias. Esto dijo Darwin Ochoa, reciclador y jardinero, al ser preguntado sobre su relación con la quebrada Altavista y sobre lo que han encontrado tanto en su cauce como en el reciclaje del sector.
“Hay personas que de acá del río han sacado por decir una cadena, plata, de oro, cosas así, cosas que se pueden reutilizar. Hay muchas cosas, muchas cosas distintas”.
Otro de los recicladores, quien no quiso ser identificado, aseguró que en la quebrada y sus alrededores han encontrado todo tipo de elementos, y que, además, utilizan el agua que corre para su aseo personal.
“Nosotros hemos encontrado oro, plata. Celulares. Celulares cariñosos. ropa, todos los cambalaches. ¿Me entiendes? Cosas que… los ricos botan… Nosotros también utilizamos esa canalización para lavar la ropa, que uno ande bien. Nosotros podemos salir a la calle, pero no somos asquerosos”.
A pesar de esto, Darwin agregó que no solo hallan elementos de valor o reciclaje en dicho punto: al ser un filtro, lo que baja se queda varado, y como es conocido, las bandas delincuenciales de la ciudad arrojan cuerpos sin vida a las quebradas para ocultar su vil crimen, y son los recicladores, en dicho punto, quienes en reiteradas ocasiones se los encuentran y dan aviso a las autoridades.
“El río que arrastra, de todo, hasta cuerpos. De acá han sacado. De repente llega uno cualquier día acá y se encuentra con que de repente hay un cuerpo ahí, está la policía, la fiscalía, se encuentra uno muchas cosas”.
Por los sedimentos y desechos, el lugar tiene un olor fuerte a barro y a basura; a pesar de esto, también abundan las zonas verdes y árboles en las que encuentran refugio las personas que frecuentan el lugar ya sea para descansar o para buscar en el lecho del río los objetos que sobresalen en el filtro principal.
Los recicladores indican que dicho espacio, además de permitirles acceder a lo que arrastra el río, les da tranquilidad porque las autoridades al parecer no les molesta que estén presentes allí. Así lo dijo Ana Milena Caicedo Gómez, una de las recicladoras que vive en dicho punto.
“Yo vivo acá en la canalización de Belén. Hace ya más de 10 años vivo por acá. Vivimos de reciclaje. Aquí mismo cocinamos. Aquí mismo, pues, todo. ¿Qué tiene este punto como especial? Especial es que aquí no nos molesta Espacio Público. La tranquilidad. Aquí no le hacemos mal a nadie. El orden, mantenemos el orden”.
Algo que resaltan los habitantes de la canalización es que este punto ha generado estabilidad para formar una comunidad compuesta por 8 personas que, en sus palabras, “se cuidan las espaldas”. Explican que sí habitan la calle pero que están rehabilitados del robo y las drogas.
“Nosotros somos habitantes de calle, pero rehabilitados. Yo tengo mi casa, pero me gusta más la calle que la casa, ¿me entienden? Sí, yo también tengo mi casa. Yo quería a mi madre, yo quería a mis padres”.
Relataron que las mayores dificultades de vivir en dicho punto es la crecida de la quebrada o cuando las autoridades les decomisan las carretillas con las que trabajan. Al ser preguntados por cuál preferirían de las dos, responden que para el agua, al menos, tienen plásticos.
“Para el agua nosotros tenemos plásticos. Tenemos un plástico. A veces viene el Espacio Público y nos daña los plásticos, ¿me entienden? Para ellos también hay leyes, ellos nos están haciendo un mal a nosotros. A mí se me llevan esa carreta y haga de cuenta que a mí se me están llevando la vida. Yo llevo más de 15 años reciclando y siempre he tenido mi carreta”.
Sobre la relación entre ellos y la comunidad de Belén Granada, los recicladores, quienes son mayoría en el lugar, explicaron que cuando están quemando cables para extraerles el cobre, o cunando habitantes de calle se acercan al punto para consumir drogas, son amedrentados y amenazados no solo por la fuerza pública, sino, según dijeron, por integrantes de bandas criminales que les ordenan dejar el sector.
“Cuando los vecinos no se sienten acorde con los que están acá y que están tirando drogas, como le digo, llaman personas competentes, ya sea la policía o ya sean personas que mandan el sector o el pedazo, como le decimos acá en la calle, entonces, si no lo quieren ver acá, inmediatamente aparecen, amigo, colaborenos de acá, recoja y colaborenos de acá, inmediatamente, si usted no obedece, no hace caso, inmediatamente va a tener las consecuencias encima”.
Por último, los habitantes de calle y recicladores de dicho punto indicaron que lo único que ellos quieren es estar tranquilos y que cesen las amenazas, pues aseguran que no hacen mal a nadie y antes limpian la quebrada de basura y desechos para que la misma desemboque más limpia en el río Medellín.
- Published in CIUDAD
Un semáforo que da de esperanza: jóvenes del Valle del Cauca hacen piruetas con el balón para sostenerse, en Medellín
Son cinco jóvenes los que día tras día demuestran su talento con el balón en el semáforo de la calle 30, bajo el puente de la avenida Guayabal, cerca de la estación Industriales del Metro. Allí, aprovechan los 45 segundos en donde los automóviles se detienen para impresionar a propios y extraños, con el balón. El sueño de ellos es llegar a ser futbolistas y se la rebuscan para continuar viviendo en Medellín.
En las últimas décadas, Medellín se ha convertido en uno de los escenarios más importantes para el fútbol profesional colombiano por la proyección de talentos que surgen de las academias de la ciudad. Estas oportunidades atraen a jóvenes de todo Colombia, los cuales llegan esperanzados de conseguir un puesto en uno de los equipos profesionales de Antioquia, y con esto, cambiar la realidad que dejaron atrás en sus lugares de origen. Pero, aunque haya talento, el sostenerse en un lugar ajeno les cuesta a los jóvenes, que, en muchas oportunidades, vienen solos.
Este es el caso de 5 jóvenes oriundos del Valle del Cauca, quienes en las tardes frecuentan el semáforo de la calle 30 bajo la Avenida Guayabal, justo al lado de la estación Industriales del Metro, para pedir colaboración luego de demostrar sus habilidades con el balón a los ocupantes de los carros que paran en dicho sitio. La premisa de su “show” es no dejar caer el balón, por lo cual cada uno se ubica en una esquina de la calle y con diferentes maromas se colocan la esférica en el pecho, la espalda, las rodillas y los pies, sin que la misma caiga al piso. Unos segundos antes de que el semáforo cambie, se desplazan hacia los automóviles para recibir monedas de los espectadores que hayan sido impresionados o que simplemente los quieran ayudar.
Germán Santiago es uno de estos jóvenes, y a pesar de que no es el mayor, dice ser uno de los más responsables y quien trata de cuidar al resto de muchachos que tienen entre 13 y 21 años. En entrevista con Exclusivo Colombia, este futbolista callejero reveló que además de buscar una oportunidad en Medellín, salieron de Cali para escapar de la violencia en sus calles, las mismas que les enseñaron a jugar fútbol.
“Venimos acá en busca de nuevas oportunidades, a jugar fútbol, a demostrar lo que uno tiene Claro. Aprendimos a jugar fútbol en el barrio, allá en Cali, es que, en Cali, pues hay mucha violencia, ¿no? Y pues, en la calle uno aprende muchas cosas, y uno aprende a jugar fútbol en la calle, en el barrio, claro”.
Como miles de jóvenes, esperan por la oportunidad de jugar fútbol profesional, el cual llaman “el sueño americano”. Germán espera que esta labor le permita ayudar a su familia.
“Principalmente uno se forma como persona, ¿no? Y pues, como todo el mundo, el sueño americano, debutar, ayudar a su familia a salir adelante, ¿no? Porque la mentalidad trasciende también. Y hay muchas personas que no lo ven desde ese punto de vista, pero el fútbol es una manera de salir, sacar a los suyos, ¿no? Eso es lo que uno espera a futuro Claro”.
Los muchachos hacen parte de una casa hogar, donde, según dijeron, hay jóvenes del Chocó y todo el litoral pacífico, los cuales entrenan en las mañanas, y se la “rebuscan” en las tardes a través de la generosidad o labores que les permitan tener unos pesos de más que sus familias, por la situación económica que enfrentan, no les pueden mandar desde sus lugares de origen.
“Nosotros entrenamos en la mañana, trabajamos aquí, vamos a la casa Y casi todo el día estamos entrenando, porque nosotros somos muy disciplinados, hermano, somos muy disciplinados. Antes en la Casa Hogar nos apoyan, porque ellos saben que nosotros somos muy independientes, a pesar de todo, nosotros siempre estamos tratando de rebuscárnosla y de tener sus propias cosas y ganar sus cosas por sus propios méritos.”
Al preguntar si disfrutan demostrar sus habilidades en los semáforos, respondieron que sí les gusta, pero que si tuvieran otras opciones, estarían primero que esta actividad que realizan al sol y al agua, con incertidumbre sobre cuánto se pueden ganar y con el riesgo de ser atropellados por un conductor incauto.
“Nosotros nos divertimos, no te miento, pero si nosotros tuviéramos mejores condiciones, nosotros no haríamos esto”.
El joven Germán Santiago frunce el ceño y piensa más su respuesta al ser preguntado sobre las verdaderas posibilidades que ellos puedan tener para llegar al fútbol profesional, por temas de patrocinio, favoritismo y factores socioeconómicos que muchas veces, a pesar del talento, los jugadores no pueden resolver. Su mensaje fue que ellos van paso a paso, y espera que, al momento de la verdad, las personas que escojan a aquellos que llegarán al fútbol profesional, midan con la misma vara a todos.
“Siéndote sincero, ahorita mismo uno está esperando qué le trae el futuro, uno se esfuerza, pero pues Uno no decide eso, porque acá también depende mucho de la situación económica de las personas. Es complejo, es complejo, porque he visto casos que, si uno no tiene la suficiente plata, pues no llega, pero yo no pongo eso como excusa, mi talento habla por mí”.
Finalmente, los jóvenes manifestaron que seguirán rebuscándose la vida con el balón en dicho semáforo, acompañados unos con otros para esquivar los riesgos que las calles de Medellín poseen, y con la fe intacta de que llegará el momento de demostrar todo el talento para conseguir el sueño que los hizo recorrer todo Colombia y que les puede permitir un futuro mejor tanto para ellos como para sus familias.
- Published in CIUDAD
Con un vivero, un extranjero y su pareja busca cambiar realidades sociales en Medellín
Ave del Paraíso, el Taller de Cerámica, Vivero y Laboratorio Cultural ubicado en la comuna 4 – Aranjuez de Medellín, además de alfarería y botánica, desarrolla actividades de integración social que la han convertido en un punto de referencia para la comunidad, en especial de los jóvenes, que encuentran en dicho espacio una alternativa al panorama complejo en por las diversas problemáticas que vive dicha comuna.
Aranjuez es una de las 16 comunas del distrito de Medellín, está ubicada en el nororiente de la ciudad y comúnmente es referenciada porque en esta se encuentra la Universidad de Antioquia, el cementerio San Pedro y el Jardín Botánico. Además de esto, dicha comuna ha sido parte de la coyuntura del crimen en la ciudad de Medellín hasta la actualidad, realidad que permea a sus habitantes, en especial a la juventud.
A pesar de esto, un espacio de Aranjuez ha destacado por lograr juntar tanto su labor de subsistencia como el trabajo social para permitirle a la comunidad tener una alternativa a las realidades negativas que viven en el territorio; por estas realidades Ave del Paraíso, nació como un sueño de Maira Montoya y Damián Castillo, una mujer paisa y un hombre argentino que readaptaron un lote del sector para convertirlo en una huerta donde se pudieran dar cursos de cerámica y las personas pudieran reunirse con tranquilidad.
En entrevista con Exclusivo Colombia, el cofundador de Ave del Paraíso, Damián Castillo, relató que está radicado en Colombia desde el 2016 y que el taller es idea principalmente, de Maira, su pareja sentimental. Al mencionar el tema del orden público y el rol del Ave del Paraíso en Aranjuez, Damián aclaró que lo que ofrece dicho espacio es una alternativa a la juventud, no solo con un entorno seguro sino con las actividades que en él se realizan, las cuales están encaminadas a valorar el medio ambiente y a fomentar la creatividad.
“En un territorio complejo como Aranjuez, donde el orden público presenta desafíos significativos, Ave del Paraíso se esfuerza por ofrecer a los jóvenes una alternativa valiosa. Nuestros espacios no solo proporcionan un entorno seguro y creativo donde pueden aprender nuevas habilidades y conectar con otros, sino que también les brindan el micrófono para expresar sus ideas, sentimientos y talentos”, manifestó.
Algunas de las actividades con las que Damián indicó que buscan ser una alternativa para la realidad de la comuna son: talleres de alfarería, actividades botánicas, eventos culturales, y presentaciones de talentos locales. Además, describió la importancia de estos espacios:
“Estos espacios permiten a los jóvenes escapar, aunque sea por un rato, de sus realidades adversas, fomentando un sentido de pertenencia y orgullo en su comunidad. Creemos que esta combinación de creatividad y visibilidad es fundamental para construir un sentido de esperanza y resiliencia en medio de los desafíos”.
Al ser consultado por qué consideran dicho espacio un laboratorio cultural, el gaucho respondió que dicho apelativo se da por la afluencia de personas con diferentes pensamientos y creencias en el espacio.
“Es un lugar de exploración y experimentación, hemos convertido este espacio en un punto de encuentro para la comunidad, nos dedicamos a fortalecer la comunidad a través de iniciativas que conectan la creatividad con la naturaleza”.
Damián agregó que gran parte de la confianza que ha adquirido el lugar por parte de la comunidad es por su oferta variada de servicios diferenciales, en alianza con diferentes entidades, que, según dijo, permitieron que las personas se acerquen y confíen en que Ave del Paraíso es un lugar seguro.
“Hemos realizado talleres de alfarería para adolescentes y adultos, abiertos a toda la ciudad y el Área Metropolitana en colaboración con Presupuesto Participativo y el Centro Cultural de Moravia. También hemos acercado a los más pequeños al mundo botánico mediante actividades con Instituciones Educativas, y en nuestros festivales hemos apoyado a pequeños emprendedores y marcas locales, ofreciéndoles una plataforma para crecer a través de nuestros bazares”.
Para integrarse a la comuna, el argentino radicado en Medellín explicó que fue producto de un esfuerzo a través de múltiples etapas, enfocadas en construir confianza, colaboración y un impacto positivo en la comunidad. En las etapas lograron evidenciar las necesidades de las personas, alianzas con la institucionalidad, actividades educativas, entre otras.
“Este proceso de integración ha permitido que Ave del Paraíso se convierta en un pilar importante dentro de la comuna, creando un espacio donde la creatividad, la naturaleza y el bienestar social se entrelazan para beneficiar a todos”.
Por último, para el futuro, Damián aseguró que Ave del Paraíso está orientado hacia la expansión y profundización de su impacto social. Para ello buscarán incrementar sus alianzas comunitarias, mayor oferta de talleres y actividades culturales y artísticas, y generar redes de apoyo; con el objetivo de crear un impacto duradero en la comunidad, ofreciendo alternativas positivas y recursos que puedan ayudar a mejorar las condiciones de vida y fortalecer el tejido social.
Copy
Un argentino y su pareja paisa están comprometidos con la cultura y el trabajo social en Aranjuez. Buscan mejores alternativas para los jóvenes de esa comuna históricamente compleja con diversas realidades en el entorno.
- Published in CIUDAD
“Darle de comer al hambriento”, mujer lidera entrega de ayudas a habitantes de calle, debajo un puente en Belén
Desde hace 2 años, una mujer adulta mayor de la comuna 16, del distrito de Medellín ha ayudado con alimentos, cobijas, ropa y regalos a los habitantes de la parte baja del puente de la quebrada El Chocho, sobre la carrera 76 con calle 28, cerca al Parque de Belén. Guiada por su fe, y convencida de hacer la diferencia con sus actos, semanalmente cocina los alimentos para llevar el almuerzo los sábados, domingos y lunes a aquellas personas que tienen hambre, y por ahí derecho, aprovecha para entregarles alimento espiritual a través de la Biblia de la iglesia de Roma, con el objetivo de sean conscientes de su situación y busquen recuperarse.
Lo primero que aclaró, en entrevista con Exclusivo Colombia, es que “la mano derecha no debe saber lo que hace la mano izquierda”, por ello, optó por utilizar el seudónimo de Mariana, para evitar reconocimientos que, según dijo, solo se los merece Dios. Como crítica a la sociedad actual y a muchos de los fieles de su iglesia, indicó que el sacrificio es necesario para seguir las enseñanzas de su fe.
Con ayuda de otras personas que comparten sus ideales, Mariana prepara los alimentos y siempre procura que el caldo esté caliente. Además, aseguró que estos espacios permiten que aquellas personas bajen la guardia que, por su realizad, siempre está arriba para prevenir ataques o robos. La mujer dijo que los habitantes de calle, después de comer expresan sus dolencias y sentimientos.
“Lo que se da es un almuerzo. O sea, viene el seco y se da también caldo de carne. Pero más que ese almuerzo es la lectura del evangelio antes de dar eso y una oración bendiciendo los alimentos. Estas personas se alimentan físicamente y cuando termina esta parte muchos se quedan y nos comentan sus cosas, sus dificultades. Muchos han manifestado su necesidad de salir del problema que viven porque es que la calle es muy dura y se ha podido a través de otras entidades remitir a estas personas”.
Sobre el lugar en el cual entrega los alimentos, le dijo a este medio de comunicación que buscó un lugar donde la necesitaran, y que no necesariamente debía ser lejos, por ello optó por los habitantes del puente cerca al parque de Belén, el cual es regularmente habitado por una población fluctuante e indicó que muchas veces no encuentra las mismas personas o las vuelve a ver después. Para ingerir los alimentos, hace que salgan de la oscuridad que representa la parte baja del puente y los ubica, en una mesa improvisada, en la acera.
Y es que en los dos años en los que ha prestado esta desinteresada labor social reporta que se han entregado, a julio de este año, 2.604 almuerzos, 101 cobijas, 70 prendas de ropa, 30 mercados y 80 regalos navideños. Lo que la conmueve es el agradecimiento que demuestran los beneficiados por su obra.
“Yo siento que estas personas son más agradecidas que uno mismo. A mí Jesucristo me ha dado todo en la vida. Y yo veo en muchas formas lo desagradecida que yo soy, que yo muchas veces no valoro las cosas que tengo. Y estas personas son capaces de compartir, de llegar. Yo reparto un límite de alimentos. Yo llevo 23 platos y llega el número 24 y el que está de 23 le dice, ah, tenga. O lo comparte o le regala el plato”.
Sobre la rehabilitación de las personas en condición de calle, respondió que ella guía a quien se lo pida a las entidades que pueden ayudar, pero aún así, sigue siendo un proceso complejo. Algo que le sorprendió fue la sinceridad que encontró en los habitantes de calle al mostrarse tal cual son.
“Son muy simpáticos, son muy graciosos. Y sobre todo que el alma tan transparente que tienen. O sea, si ellos están por robar, se presentan como ladrones. Si ellos están en el mal, ellos dicen, es que yo soy un asesino. O sea, de frente nosotros hacemos las cosas solapadamente y nos creemos los más buenos y los mejores. Esta gente es frentera”.
Por último, Mariana hizo un llamado a la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, alegando que si hay fe debe haber sacrificio a favor de las personas menos favorecidas, independiente de las creencias religiosas de cada individuo.
- Published in CIUDAD
En Medellín, usted se puede hacer un corte de cabello desde 2 mil pesos.
José Darío Zapata González tiene 90 años y trabaja como peluquero, debajo de la línea del Metro en Prado. Sus servicios cuestan $2.000 pesos, dinero que utiliza para pagar el inquilinato en el que vive. Trabaja para sobrevivir y le gustaría tener apoyo del estado para poder descansar.
En diferentes locales y centros comerciales de la ciudad de Medellín se han hecho públicos exorbitantes precios de los servicios de barbería y peluquería para personas con los más refinados gustos en el cuidado del cabello. En redes sociales se ve como los barberos y peluqueros con cremas oscuras, vapores y herramientas de último modelo retocan a sus clientes cobrando sumas en ocasiones irrisorias. A pesar de esto, en la misma ciudad, hay una persona que corta el cabello con la misma actitud, pero con una considerable diferencia en cuanto a lo monetario se refiere.
José Darío Zapata González es uno de los peluqueros ambulantes ubicados bajo la línea del metro, cerca de la estación Prado. Su puesto se compone de una silla de barbería para el cliente, una de plástico para él, una tabla colocada sobre una bicicleta con un mantel, donde pone sus implementos como un tarro de agua, alcohol, unas tijeras de papelería, una máquina de peluquería, entre otros. Como varias personas en dicha cuadra del centro de la capital de la montaña, encuentra en este oficio el sustento para vivir, pero a diferencia de sus iguales, tiene una tarifa por demás particular: cobra desde $2.000 pesos colombianos por un corte de cabello.
Exclusivo Colombia conversó con Darío, como es llamado en el sector, relató que es uno de los antioqueños que a lo largo del siglo XX emigró del campo a la ciudad. Desde el inicio reconoce la labor agricultora de sus padres en Betulia, suroeste de Antioquia, pueblo del que partió hace 75 años, cuando aún era un adolescente de 15 años. A hoy, con 90 años y una vida entera en sus espaldas, reconoce que con 3 o 4 clientes que le paguen la motilada a $2, $3, o si tiene suerte, a $5.000 pesos, puede estar tranquilo para pagar el inquilinato donde vive en el centro de la ciudad.
“A las personas que me manifiesten necesidad, yo vengo a servirles en lo que sea posible. Un corte de $2,000 pesos, lo hago normal. Común y corriente, como si fuera de $20,000”. Aseguró.
Explica que su técnica es tan especializada por los más de 70 años en el oficio, que incluso podría cobrar hasta 20 mil, pero sus clientes no son tan adinerados, por ello dice que su valor se acomoda a los ingresos de sus clientes, que son escasos, como los de él, pero que su intención es prestar un servicio bueno, bonito y barato.
“La cantidad de clientes al día es un poquito irregular, pero unos tres o cuatro al día, eso me alcanza para pagar el inquilinato”. Vivo muy agradecido de mi labor porque a mi edad aún me da para subsistir”.
Como todos los adultos mayores en este país de escasos recursos piden la ayuda del Estado, así sea con la comida diaria, porque en ocasiones la situación se torna más compleja; en ocasiones, solo se hace un corte y eso no alcanza para nada.
Sobre sus ocupaciones, respondió que toda la vida ha sabido el arte de cortar el cabello, pero que cuando llegó a la ciudad de la eterna primavera se desempeñó por más de 40 años como chofer de bus de transporte público, y según él, con mucho honor, no tuvo ni un solo accidente durante sus años de servicio.
“Yo vengo de cuna de agricultores y me vine hace 75 años de Betulia para Medellín, buscando la manera de subsistir de otra manera, aparte de la agricultura. Tuve la oportunidad de vincularme al gremio de los buseros y manejar los buses urbanos durante 41 años, con el orgullo de haber tenido todo ese tiempo de trabajo y sin tener el primer accidente”.
Darío relata que la vida bajo la línea del metro es insegura, por lo cual ha tenido que aprender a vivir con incertidumbre para poder sobrevivir entre los bazares de venta de ropa, juguetes, pero como tas las zonas deprimidas, hasta sustancias ilegales que se congregan en dicho punto, generando un espacio asequible a las personas en extrema pobreza o situación de calle en la ciudad de Medellín.
“La vida en Prado se maneja un poquito de inseguridad. Le tocaría a uno aprender a vivir, a convivir con la inseguridad también. Por lo menos vivo muy agradecido de mi labor, muy agradecido de Dios y de mi labor. Porque a la edad que tengo, yo tengo 90 años, y a la edad que tengo todavía me da para subsistir, para vivir”.
Aunque lo parezca, no está solo en este mundo. Este peluquero de 90 años y cerca de 1,90 de estatura tiene 3 hijos a los cuales dice que quiere mucho. La mayor de ellos es una mujer, que, según Darío, apenas sobrevive; su otro hijo está en situación de calle y su tercer hijo heredó su profesión, es peluquero ambulante como él, pero en otra zona de la ciudad.
“Por mala fortuna, mis hijos no tienen forma de ayudarme, porque una hija mayor con dificultades sobrevive, y otro de mis hijos es habitante de la calle. Y otro de los hijos es barbero transitorio, y yo les veo buena voluntad, pero ellos no les alcanzan para ayudarme a mí económicamente. Ellos me visitan y convivimos, simpatizamos, como buena familia”.
A Darío lo saludan varias personas que pasan por el ajetreado sector. Luis Fernando, uno de sus clientes, llegó a hablar con él y dijo que este señor, además de cortar el cabello, escucha y aconseja a quienes utilizan sus servicios.
“Yo vengo todos los días aquí, es como mi segundo papá. Y nos aconsejamos, nos hablamos, nos contamos nuestros problemas, nuestras situaciones. Hay días que hay para comer, hay días que no hay. Él me cuenta que hay veces que le pagan dos mil pesos, mil pesos, tres mil pesos por un corte. Por un corte, exactamente”, dijo Luis Fernando.
Por último, al responder sobre qué espera de la vida, el señor Darío se tomó su tiempo para hablar, e indicó que no añora riqueza, trabaja para poder comer algo cuando tiene hambre y le pide al gobierno que lo apoye económicamente para poder descansar mejor a sus 9 décadas de edad, en los cuales debe emprender el viaje en su bicicleta hacia las líneas del metro en Prado para conseguir un poco de dinero con la vocación que ha tenido siempre, la de peluquero, que le ha permitido tener sobrevivir, así sea de a $2.000 pesos por corte de cabello.
- Published in CIUDAD