“Fue algo inesperado, fue terrible”: el conmovedor relato de una mujer que lo perdió todo en un incendio”.
El 12 de septiembre, Liliana Morales Pistacho, de 47 años, vivió una tragedia que consumió todo lo que poseía. Un incendio arrasó con su vivienda, dejándola sin cama, ropa y electrodomésticos. A pesar de la destrucción, Liliana sigue enfrentando la realidad de pagar el arriendo de una casa inhabitable, mientras lucha por recuperar su vida y encontrar un nuevo lugar para vivir junto a su hija y su perro.
El jueves 12 de septiembre, Liliana Morales Pistacho, de 47 años, hacía los oficios diarios de la casa. Era la una de la tarde cuando escuchó varios gritos en la calle: “una señora estaba gritando histéricamente que algo se estaba incendiando entonces me dio por ir a revisar mi habitación donde yo tenía todo y sí, era yo, era a mí a quien se le estaban quemando las cosas”.
Liliana relata que el incendio consumió todas sus pertenencias. “me quedé sin cama, ropa, nevera, televisor. No hubo nada que se pudiera salvar”. La tragedia dejó su hogar completamente destruido. Nada quedó intacto entre las llamas.
“Yo estaba en la casa cuando el incendio ocurrió y me doy cuenta porque escuché gritos en la calle de que salía humo de la habitación. Yo estaba afuera lavando la ropa y cuando entré, el colchón estaba en llamas y ya fue imposible detener el fuego. Cuando llegaron los bomberos ya estaba todo consumido. Cogió mucha ventaja se quemó absolutamente todo, todo lo que yo tenía en la vivienda”, agregó la mujer.
De acuerdo con Liliana, al parecer, el desastre ocurrió por un corto de energía. Según ella, “se me bajaba mucho la luz allá, se le comentó el problema de la luz a la agencia, pero sólo se hizo revisar el lugar por las empresas públicas”.
Sumado a la tragedia, donde pagaba arriendo, fue solicitada por la agencia “ellos fueron a mirar ese mismo día lo que había ocurrido y un muchacho me dijo que tenía que recoger y levantar todos los escombros y organizar la vivienda porque la pusieron en proceso de venta. Ahora perdí las cositas, sin dinero para volver a empezar a conseguir todo y sin esa vivienda porque también nos la pidieron”.
Liliana, junto con su hija de 17 años y su perro, no pueden vivir en la casa que alquilaba, porque el techo fue consumido por las llamas. A pesar de que no pueden habitarla debido a los daños estructurales, Liliana continúa pagando el arriendo mientras busca soluciones para su situación “no podemos vivir en esa casa porque quedó sin techo y cuando llueve, en la parte de abajo se comienza a entrar el agua y no se puede habitar en ella entonces estoy de arrimada donde mi otra hija, la mayor. Estamos buscando donde vivir”.
Con la ayuda de su hija mayor, Liliana ha comenzado a recoger los escombros que dejó el incendio en su vivienda. Juntas, tratan de poner todo en orden para poder entregar la casa a la agencia y así aliviar el costo mensual de una vivienda que no pueden habitar. A pesar de la difícil situación, Liliana espera recuperarse pronto de esta lamentable tragedia.
Liliana, le dijo a este portal que quienes deseen apoyarlos, pueden hacerlo a la cuenta de Nequi N° 3017349347 (Liset Yuliana Castaño).
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Restaurantes de Copacabana ofrecerán un exclusivo plato a 22 mil pesos
Exclusivo Colombia narra la crónica del primer día de una experiencia gastronómica inolvidable en Copacabana, Antioquia. 26 restaurantes aceptaron la invitación de la Alcaldía para ofertar un exclusivo plato a 22 mil pesos. Quedan dos días. ¿Los acompañamos?
No fue un viernes cualquiera. Copacabana disfrutó de un triple clima que acompañó el inicio de un momento inolvidable para la gastronomía antioqueña. Bastó con recorrer el parque principal para sentir el olor a masa y pan recién horneado, una sensación que prometía ser solo el abrebocas de una experiencia excepcional en el departamento.
Llegó la noche en medio de la lluvia y el clima parecía no ceder, pero tampoco apagó la alegría de sus habitantes, quienes decidieron recorrer sus calles coloridas para encontrar el mejor plato.
No había una, dos o tres opciones. En un momento histórico para Copacabana, los mejores 26 restaurantes se pusieron de acuerdo para regalar sonrisas con el precio y la sazón.
El mensaje se replicó rápidamente y en todos los restaurantes se formaron filas con gran expectativa. Muchos no sabían qué elegir, porque todos prepararon con detalle un plato único y especial a un precio de 22 mil pesos. En la zona norte están ubicados: el Rancherito, La Cumbre Taller Gastronómico, Ta’Loco Liquors and Food, Inverza y Momentos Burguer.
Hay para todos los gustos, por ejemplo, una familia le dijo a Exclusivo Colombia que su propósito era conocer un restaurante situado en un callejón, que esconde magia y buen sabor. Su chef siempre recibe a los comensales con una energía abrumadora y luego cuenta la historia con detalle de cada plato.
Algunos querían sentirse como en casa, por eso siguieron su recorrido hasta la zona centro, donde encontraron una variedad de sabores: la Taquería Express, Sensata Gastro Bar, Guaca Resto Bar, La Pizzería de Copacabana, Q’ papas, Red House Pizzería, La Pizzería desde 1985, Mil Amores y Tierra Querida.
Muchos no podían creer que hoy era el momento para cumplir el deseo de ir a los restaurantes que quizás no son compatibles con el presupuesto. Sí, volvían a leer los anuncios de la Alcaldía en el que confirmaban que un plato de cada establecimiento cuesta 22 mil pesos, hasta el 6 de octubre. Es decir, la experiencia no es solo por un día.
Eran las 10 de la noche. Llegaban y llegaban decenas de personas para disfrutar de una buena comida en compañía de familiares y amigos e incluso, varias parejas aprovecharon para cumplirse el sueño de asistir a una cena romántica con bajo precio.
Y justo cuando pensamos que lo habían visto todo, les contaron que todavía quedaban otras opciones en la zona sur. Algunas de ellas son: Kawana Restaurante, Parras Burger y Mex, Rellenitas, Burgatorio, Atypical House, Angus House, Mister Shawarma, Artellano, Sabori Pizza, Texas Burger y Kitchen.
Durante el recorrido, este portal conoció a un grupo que eligió un restaurante que ofrece un plato tradicional, pero hecho de una forma innovadora. Se trata de una hamburguesa especial que llegó a la mesa con una presencia imponente; la clase de plato hizo detenerlos por un segundo solo para admirarlo. El pan, dorado y brillante, mostraba pequeñas semillas en la superficie, luego apareció un desfile de colores y texturas. Llegó acompañada de hojas de lechuga fresca, un tomate jugoso que parecía recién cortado, un trozo de queso fundido que se derretía suavemente sobre la carne, y lo más importante, el producto aún soltaba una llamativa capa de vapor.
A la mesa llegó otro plato: una carne a la parrilla que parecía envolver con su olor a los comensales. Venía acompañada de cebolla caramelizada y el ahumado del tocino que, crujiente, sobresalía entre los ingredientes.
Fue tanta la emoción, que ni tiempo hubo para pensar en el postre. 12 de la noche: un municipio se acostó feliz. Ganaron las familias que disfrutaron de un día único y ganaron los emprendedores que aceptaron la propuesta de la administración municipal de ofrecer una experiencia inolvidable que tenía el propósito de impulsar la reactivación económica.
La iniciativa “Saborea Copa” fue liderada por el alcalde de ese municipio, Johnnatan Pineda, quien además fue el primero en visitar junto a su gabinete el primer grupo de locales comerciales que aceptó la invitación “por eso diseñamos una ruta gastronómica con sabores auténticos de nuestro municipio que hará que quienes somos de aquí queramos disfrutar por estos días todos estos lugares y a estos tesos de la cocina y ojalá se animen a visitarnos”.
El mandatario comunicó que durante esta primera etapa de la administración más de 400 emprendedores de Copacabana se han beneficiado de ferias, eventos y procesos.
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El cristo en 3D más grande de Latinoamérica se construirá en la comuna 13
Con 13 metros de altura, esta imponente escultura simbolizará la transformación y el renacimiento espiritual de la comunidad. Sus diseñadores la califican como “un nuevo epicentro cultural y turístico en Medellín”, que atraerá todas las miradas.
Este ambicioso proyecto liderado por grupo de jóvenes de D3House, no solo busca rendir homenaje a la fe y la identidad de los habitantes de la Comuna 13, también pretende proyectar al mundo la nueva cara de un lugar que, con esfuerzo colectivo, ha logrado reescribir su historia “con este Cristo monumental se da un paso adelante a crear esto con tecnología paisa de la mano de una marca que se llama Cristofer Arte y Decoración. Es muy bonito porque es la primera vez que el gremio de impresión 3D se une en Colombia para llevar una obra monumental de este tamaño”, señaló Alejandro Osorio uno de los participantes del proyecto”.
Treinta máquinas de impresión 3D fueron necesarias para producir este diseño de 2,60 metros con un termoplástico muy usado, como el “Pet-g”, un producto con el que se hace las botellas de agua entre otros elementos. Será un cristo con poncho colombiano y carriel, símbolo de la cultura paisa.
“Estamos utilizando material biodegradable (ácido poliláctico) a base de maíz, que quiere decir que es sostenible. Utilizamos tecnología de bajo costo de CREALITY, ellos son fabricantes, los cuales permiten que nosotros podamos usar esa tecnología y sacar todo el proyecto adelante, haciendo la unión de muchas máquinas de impresión 3D, más conocido como La Granja de impresión 3D más grande de Medellín. Y lo más importante es que hacemos consumo nacional de ese material biodegradable que se llama 4dlab”, agregó Osorio.
El riguroso proceso de diseño y evaluación ha sido clave para asegurar que cada detalle esté perfectamente alineado con la visión del proyecto que tendrá una altura de 13 metros: un homenaje tanto a la cultura colombiana como a la espiritualidad de la comunidad.
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Jhon, el colombiano que venció 20 años de adicción y escapó del Bronx, en Medellín.
Después de dos décadas sumido en la adicción, viviendo en las calles, conociendo el abandono y la soledad desde niño, Jhon encontró el camino de regreso. Su historia es un ejemplo de lucha y resurgimiento. Luego de tocar fondo por los problemas familiares que lo llevaron a la adicción, este colombiano no solo ha dejado atrás sus demonios, también trabaja para ayudar a otros en situaciones similares.
Jhon parecía ser un joven común, con una vida estable a simple vista. Sin embargo, la realidad en su hogar era distinta y poco a poco lo fue destruyendo desde adentro. Cuando tenía apenas dos años, él y su hermana menor fueron abandonados por su madre y sobre su padre recayó toda la responsabilidad de la crianza. A partir de ese momento, su infancia comenzó a marcarse y a pelechar raíces de lo que sería una tormentosa adolescencia.
“Mi papa nos sacó a adelante a mi hermanita y a mí. Fue tal la carga que a él le tocó llevarnos para donde mis abuelos y dejarnos allá por un tiempo. Cuando ya tenía 10 años me llevó a vivir con él y su mujer. Eso era muy horrible porque ella nos pegaba, era humillante. Cuando mi papá se iba a trabajar, le dejaba plata a esa señora para que nos hiciera almuerzo y ella se perdía todo el día donde sus otras hijas y nosotros en la casa con la nevera vacía”, relató Jhon.
Con el paso de los años, la convivencia con su madrastra “se volvió insoportable” expresó Jhon. A los 21 años, incapaz de manejar el conflicto en casa, decidió independizarse y alquilar una pequeña pieza por $120.000 al mes. Sin embargo, su nueva libertad fue efímera. El alcohol, junto con la influencia de algunos amigos, lo llevaron rápidamente por un camino de excesos y descontrol. Lo que parecía ser un nuevo comienzo se transformó en un espiral que con el pasar de los días lo atrapó en un túnel sin salida.
“Terminé en la calle haciendo cosas que nunca había hecho en la vida y que ni yo mismo creía que era capaz de hacer. Me puse a andar las calles sin rumbo, a vivir del diario y a consumir. Así me la pasé todos mis 20’s y mis 30’s. Un día iba para Palmira y unos muchachos me invitaron a fresco, me dieron una tarjeta de una fundación y por allá me aparecí. Ellos hacían traperos para vender y yo me vinculé, yo era la mano derecha, manejaba ventas, y un día el esposo de la señora encargada me empezó a tratar mal y yo mejor me fui”, agregó Jhon.
Dice que después de salir de la fundación, volvió a recaer y “a caminar por horas sin rumbo, cansado y con los pies rajados. Llegué a Armenia, Quindío y pasé por una casa donde estaba un muchacho en un hogar de paso, me dijo que la dormida valía dos mil y la comida diez. Iba a arrancar cuando me llamó y me dijo: “venga le doy la dormida” y me quedé. Al otro día a las siete de la mañana me fui al centro de Armenia y me puse a recoger cartón”,comentó.
Entre siete y nueve mil pesos se hacía Jhon diariamente, lo suficiente, según él, para pagar la dormida y la comida Reveló que la encargada de la casa le preguntó si podía encargarse del aseo del sitio y aceptó.
“Ella me dijo -venga, ¿por qué no me ayuda hacer oficio y yo le pago? – Me dio los implementos de aseo y yo le hice de una. Luego me llevaron a un ancianato donde estaban los papás de ellos y allá también hacía aseo, bañaba a los abuelos, los mantenía arregladitos y les daba comida”, comentó Jhon.
Ya con sus ahorros recogidos, se fue rumbo a Ecuador a pie, “eso fue una experiencia muy dura, antes de llegar a Santo Domingo estaba tan cansado que me senté en una banca al lado de la carretera, saqué la sabana y me tapé. Luego escuché que empezaron a ladrar los perros y me empezaron a alumbrar con linternas. Me echaron de ahí”, sin fuerzas, pero con susto, se marchó y pasó la noche en Santo Domingo, donde la búsqueda de trabajo fue casi imposible.
“Me tocó devolverme para Colombia y llegué a Medellín a un centro día por el lado del Bronx y allá me atendieron. Les dije que ya estaba cansado de estar en la calle y ellos me ayudaron a empezar el proceso. Me dijeron, ¿quiere seguir en la calle o quiere resocializarse? Y yo decidí cambiar la calle por la resocialización”, afirmó Jhon.
Fueron nueve meses de acompañamiento y veinte días después de haber llegado. Lo ayudaron a localizar a su hermana. Un encuentro memorable tras casi veinte años sin tener contacto alguno.
“Yo no podía de la felicidad junto con ella, ella pensó que yo estaba muerto, que mi papá me había buscado. Ella ya tenía dos hijos grandes, eso fue muy lindo, lloré mucho con ella”, expresó Jhon de manera eufórica.
Pero la incontinencia también empezó a hacer de la suyas, “dejar un vicio es muy verraco, toca pararse uno y decidir. Para yo controlar esa ansiedad yo le pedía mucho a mi Dios y me ocupaba en algo, ayudaba a repartirle comida a los compañeros, vaya aquí, vaya allá, vea esto aquí, trabaje allá, esos esfuerzos me ayudaban a controlar la ansiedad”.
Cuando terminó los nueve meses que exigía el proyecto, la Alcaldía de Medellín en apoyo con la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos, le abrieron las puertas en un programa de rehabilitación donde pudo trabajar con la misma dueña del hotel donde se resocializó. Allí se encarga del aseo, reparte alimentos a los habitantes de calle y actualmente se encuentra terminando su bachillerato con la esperanza de estudiar enfermería y convertirse en educador.
Jhon aprovechó para hacer una invitación a todas aquellas personas que están en el mundo del vicio para que “miren atrás todo lo que han perdido por dejarse llevar del vicio y de las malas decisiones y los malos comportamientos. No es fácil salir, pero el que quiere si pone de su parte, lo logra”.
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De promesa del deporte a víctima del olvido: la impactante historia de vida de Salomé González, tras un brutal accidente.
Salomé González tenía el futuro en sus manos. A sus 21 años estaba a punto de cumplir su sueño de participar en la primera Vuelta a Colombia Femenina. Sin embargo, un grave accidente la dejó al borde de la muerte y, desde entonces, su vida jamás volvió a ser la misma. Los sueños rotos y una lucha diaria por aceptarse, es ahora, su realidad.
Salomé González era una joven apasionada por el deporte y estaba a punto de cumplir un gran reto. Con apenas 21 años, se preparaba para competir en la primera Vuelta a Colombia Femenina, en 2010. Era una meta que la llenaba de emoción y expectativa. Sin embargo, la mañana de un sábado hubo un giro inesperado que cambió su vida para siempre “yo salí muy temprano a entrenar en mi bicicleta desde Almendros de la 33 de Medellín hasta Fredonia y cuando estaba llegando a ese municipio, un carro en contravía me levantó. No pude maniobrar nada, todo fue muy rápido y de la nada cuando despierto, me doy cuenta que estoy en el hospital, sin poder hablar ni ver”, relató Salomé.
Eran las dos de la tarde cuando fue atropellada. El conductor, presuntamente responsable del aparatoso accidente, no detuvo su marcha para auxiliarla. En lugar de enfrentar las consecuencias, huyó del lugar y dejó atrás un escenario de caos y dolor.
“Según me contaron los vecinos porque yo estaba inconsciente, ellos fueron quienes me socorrieron porque el individuo no paró. A él lo lograron ubicar después. Lo peor fue que el accidente ocurrió a las dos, me trasladaron al hospital Santa Catalina de Fredonia, pero no me hicieron nada porque el ortopedista no estaba. Así que me trasladaron para Medellín y llegué a las siete de la noche. Ese día, las vías el suroeste antioqueño eran un caos, todo estaba colapsado porque Uribe estaba de visita en esa zona por esa época”, comentó la joven deportista.
La gravedad del accidente fue tal que Salomé González tuvo que ser inducida a un coma que duraría tres meses. Al despertar, enfrentó una dura realidad: ya no podía realizar las actividades cotidianas que antes formaban parte de su vida. Su cuerpo y su rutina habían cambiado para siempre “desperté en septiembre y no podía ver, no podía caminar ni hablar, sólo lloraba y sonreía, era lo único que podía hacer. Me había quebrado el fémur y húmero izquierdo, además de la pérdida de la visión total de mi ojo derecho”.
Con la esperanza de recuperar la fuerza y vitalidad que siempre la caracterizaron, Salomé González inició un arduo proceso de terapias. Sin embargo, pronto se enfrentó a un nuevo obstáculo: el SOAT del vehículo que la atropelló solo cubrió los gastos médicos por un breve período. Ante esto, tuvo que costear su propia rehabilitación, asumiendo no solo el reto físico, sino también el financiero.
“Ese accidente acabó con mi vida, no pude correr la primera Vuelta a Colombia Femenina; yo estaba estudiando una tecnología agropecuaria y tuve que parar mis estudios durante un año y medio. En 2013 retomo mis estudios y tenía que ir a la universidad con una enfermera por las dificultades que tenía hasta para caminar”, señaló Salomé.
El accidente no solo truncó los sueños de Salomé González de convertirse en una gran deportista. En medio de un profunda nostalgia reveló que este episodio destruyó otros anhelos personales como ser madre y encontrar al amor de su vida. “Todo se estropeó. Yo quería casarme, convertirme en mamá y tener una familia feliz“, dice con resignación.
En medio de su difícil proceso, cuenta que interpuso la denuncia penal, pero fue en vano “porque se realizó tarde, faltaba un año para vencerse el plazo. Lo denuncié 10 años después porque fueron 10 años que tardé para volver a hablar y comunicarme de manera normal. Así que se archivó el caso”.
Hoy, 14 años después, Salomé González a sus 35 vive en el barrio Pilarica junto a sus padres y su hermana mayor. Su rutina diaria transcurre en una finca, donde se dedica a recoger, limpiar y empacar huevos. A pesar de los desafíos que ha enfrentado, Salomé asegura que vive la vida paso a paso, sigue yendo a terapias y enfrentando su destino. Su mayor deseo sigue intacto: formar una familia, casarse y tener hijos.
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La discapacidad intelectual no es una barrera para trabajar en este café de Envigado, que le apuesta a la inclusión laboral
Una cafetería rompe barreras al brindar formación y oportunidades laborales a jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Con una visión clara de inclusión y autonomía, este espacio no solo les ofrece un empleo, sino la posibilidad de construir proyectos de vida que les permita alcanzar estabilidad económica y un futuro prometedor. Aquí, cada taza de café servida tiene el sabor de la esperanza y la igualdad.
La falta de oportunidades laborales y el desarrollo personal aún son barreras que impone drásticamente la sociedad a personas con discapacidad cognitiva. Pero en Antioquia, un café, está dando pasos de ejemplo.
Se trata de Café Crear Unidos. Este espacio, ubicado en la Loma del Esmeraldal en Envigado, tiene como objetivo brindar a esta población las herramientas necesarias para su formación profesional e integración al mercado laboral, buscando así cambiar la perspectiva de inclusión y las oportunidades para esta población en situación de vulnerabilidad.
“Nuestro objetivo es brindar oportunidad de trabajo a esas personas que durante tantos años han estado alejadas del contexto social, porque existen muchos mitos o prejuicios con respecto a su condición: que son niños eternos, que son personas especiales, que son chicos que no pueden cumplir un rol importante dentro de la sociedad. Nosotros a través del café debemos derribar esos prejuicios. Demostrar y evidenciarle a la gente que, a través de acompañamiento, se puede lograr una vida que es regular y que ellos pueden tener logros como cualquiera de nosotros”, explicó Alejandro Agudelo, director del Café Crear Unidos.
El café no es solo un lugar donde se sirven bebidas, también se pone sobre la mesa oportunidades laborales. Esta iniciativa de inclusión busca proporcionarles a sus 12 empleados con dicha condición habilidades y conocimientos que les permite desarrollarse plenamente en la sociedad.
Alejandro explicó que” nosotros lo primero que hacemos es preguntarle al chico y a su familia cuál es su proyecto de vida y qué desea hacer. Ya con esa información desarrollamos un conjunto de programas y servicios apoyado muchas veces con otras instituciones como el Sena, como centros de instituto de formación para el trabajo, como entidades de educación superior que forman y capacitan con nuestro acompañamiento”.
Con un enfoque en la dignidad y el potencial de cada ser humano, Café Crear Unidos se convirtió en un faro de oportunidades para quienes enfrentan mayores barreras para acceder a un empleo formal y estable, así lo dio a conocer Alejandro con respecto al éxito que han evidenciado en el proyecto “los chicos han demostrado que además de ser las mejores personas que existen, son los mejores empleados porque son unos chicos dispuestos, que aman y tienen sentido de pertenencia por el lugar que les abre la puerta. Son responsables a más no poder y brindan ejemplo a las otras personas de la compañía. Enseñándoles que, si una persona con discapacidad logra y supera ese lado, cualquiera de nosotros también puede llegar a superarse”.
Según el censo del DANE de 2018, en Colombia más de 3,1 millones de personas enfrentan dificultades para realizar actividades básicas diarias. Un dato revelador es que cerca del 90% de esta población pertenece a los estratos 1, 2 y 3, lo que refleja una marcada desigualdad social.
Antioquia se destaca como el departamento con mayor prevalencia de personas con estas dificultades, con un 7,4%. Este panorama fue el impulso que llevó a organizaciones como Café Crear Unidos a desarrollar iniciativas con un profundo compromiso social. Una labor que les fue reconocida en 2017, cuando la Alcaldía de Envigado le otorgó la medalla al mérito por su destacada trayectoria en el ámbito social.
“Nos da mucha seguridad y confianza ver el reflejo de nuestro proyecto en otros lugares que están replicando el modelo. A nivel país hemos hecho un aporte y queremos seguir por más” ,puntualizó Alejandro.
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Solidaridad en acción: un grupo de jóvenes se une para alimentar el alma y el cuerpo de personas en situación de calle
Con sánduches y chocolate, un grupo de colaboradores de una pastoral de Medellín busca llevar un mensaje de esperanza a decenas de personas que cayeron en la drogadicción y hoy deambulan por la plaza Minorista.
En las afueras de la Plaza Minorista de Medellín se evidencian diferentes flagelos sociales que deforman este sector. Mendicidad y drogadicción son algunos de los problemas que enfrenta la zona.
Sin embargo, hace más de una década, una comunidad de jóvenes decidió intervenir en este problema social utilizando el alimento como anzuelo de acercamiento para crear confianza y transformar el drama de quienes viven en la calle, seguido de un acompañamiento más profundo como la escucha y el apoyo espiritual. Así lo manifestó Juan Esteban Pabón, uno de los miembros de la comunidad “nuestro objetivo principal es darles una visión diferente de la realidad. Lo primero es que, así como Jesús nos enseñó a servir, servimos a los demás. Aunque ellos estén ahí sucios y no huelan bien, siempre hay alguien que los mira como los miraría Jesús: con ojos de misericordia”.
No existe el recelo y la desconfianza entre los comensales que cada domingo esperan la visita de dicha comunidad. Algunos, ya familiarizados con su labor, ven en esa palabra de aliento y motivación el impulso necesario para reconstruir su vida fuera de las calles, mientras que otros sobrecargados por diversos problemas, afirman que les cuesta encontrar un nuevo rumbo en medio del consumo.
“Hay algunas personas que han logrado salir de la calle, pero es un tema complejo. Hay muchas cosas que influyen. Por ejemplo, en la calle nos hemos encontrado con casos de personas que son abogados, médicos o que los papás son dueños de centros comerciales y ellos eligen la calle. La decisión de salir de las drogas es personal. Lo que buscamos es devolverle la dignidad a la persona y la dignidad se recupera cuando le hacemos sentir a esa persona en condición de vulnerabilidad que es igual a ti”, señaló Pabón.
Juan Esteban también recordó, con cierta melancolía, cómo en una de esas actividades se reencontró con un antiguo compañero de colegio, alguien que parecía tenerlo todo: una familia amorosa y una casa grande en un buen sector de la ciudad. Sin embargo, el destino lo llevó a las calles. “a veces, no se trata del tipo de familia o de los recursos que tengas, sino de las decisiones personales. Mi compañero tenía todo el apoyo de su familia, pero aun así terminó eligiendo la calle. Eso me enseñó que nadie está exento de caer en la adicción”.
A lo largo de los años, Juan Esteban y los jóvenes voluntarios se han encontrado con muchas historias similares, en las que personas que parecían tener un futuro prometedor cayeron en la adicción y terminaron en las calles. Estas vivencias les ha dejado una lección clara: la adicción no discrimina. Sin importar cuán seguro te sientas, todos somos vulnerables a caer, y la única manera de salir adelante es a través del apoyo mutuo y la recuperación de la dignidad.
A través de la entrega de un sánduche con chocolate, estos jóvenes han descubierto que el alimento es solo el inicio de algo mucho más grande: una oportunidad para tender un puente hacia el corazón de quienes han sido olvidados. El alimento nutre el cuerpo, pero es el acompañamiento, la escucha y el mensaje de esperanza lo que comienza a sanar las heridas más profundas del alma.
Cada domingo, con gestos sencillos y miradas de comprensión, esta comunidad no solo entrega comida, sino también humanidad, demostrando que todos merecen una segunda oportunidad. Así, aquellos que han sido empujados a la marginalidad encuentran un pequeño faro de luz que les recuerda que, aunque caigan, siempre hay una mano tendida para levantarlos.
Al final del día, los jóvenes voluntarios no solo alimentan estómagos vacíos; alimentan la esperanza, recordando que la verdadera transformación comienza cuando se ve a cada persona con la dignidad que merece. En cada plato entregado, hay una invitación a soñar con un futuro diferente, fuera de las calles, donde la vida vuelve a tener sentido y donde el ciclo de vulnerabilidad puede finalmente romperse.
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Un títere pintor: artista utiliza su marioneta para diseñar cuadros de la cotidianidad, en el centro de Medellín
Felipito, como lo llamó su dueño, es quien sostiene el pincel guiado por los hilos que ilustran cosas simples en el lienzo bajo la atenta mirada de los transeúntes, en el centro de Medellín. Felipe, el maestro, encontró en el arte una vocación y en su marioneta la manera de expresar de una forma novedosa y particular.
Cuando se caminan las calles del centro de Medellín, es normal encontrarse, de tanto en tanto, artistas y artesanos callejeros que comparten la creación de su arte con los transeúntes. Normalmente, se pueden ver a los raperos cantando, o a los indígenas realizando las manillas que los caracterizan; pero en este caso, es diferente: quien sostiene el pincel en el lienzo no es una persona, al menos, no de carne y hueso, sino una marioneta, que más que guiada, parece que solo fuera sostenida por su dueño, mientras la misma pinta lo que se le venga en gana.
Se trata de Felipe y Felipito, siendo el diminutivo no por edad sino solo por tamaño, ya que, la marioneta, está inspirada en lo que parece ser un artista bohemio, con barba y cabellos largos y grisáceos. Felipe, todo lo contrario: un muchacho de pelo largo, tal como los que se encuentran por montones en el Parque del Periodista o en la Universidad de Antioquia, pero con una diferencia, este es artista. En diálogo con Exclusivo Colombia, Felipe narró sus inspiraciones, como encontró la sincronía con Felipito y cómo a través de este puede realizar su mayor arte: la pintura.
Felipe relató que la marioneta que utiliza la hizo él mismo, y a su medida, pues la formó para que una de sus manos ejecutará los movimientos del cuerpo de Felipito, y la otra, única y exclusivamente, los trazos del pincel:
“La marioneta fue una idea, la tuve que ejecutar con lo que tuve al alcance, viendo un poco de videos de marionetas. Pero todo lo tenía que hacer diferente, porque todo el control lo tendría que hacer solo con la mano izquierda Y la mano derecha solamente dedicarla a la pintura. Entonces fue un proceso en el cual fui aprendiendo paso a paso. Mientras hacía los pies, tuve que aprender cómo mover los pies, entonces ya sabía mover los pies. Ya después aprendí a manejar los párpados. Al finalizar, pues, no tuve que aprender sino que ya estaba, ya sabía manejarla”.
El nombre que le colocó a la marioneta pareciera que solo fue colocarle un diminutivo a su nombre, pero explicó que no es así, y que una de las razones por las cuales optó por llamarle Felipito es porque necesitaba sentir una conexión con el títere.
“Porque realmente es como soy yo, no quiero hacer un personaje extraño a mí, sino como es tan cercano a mí el nombre, por eso me gustó mucho, y quedó Felipito ”.
Este pintor juvenil agregó que desde que está con Felipito, es decir, desde octubre del año pasado, siente que es una extensión de su mano que le permite plasmar sus obras de arte.
“Yo soy un enamorado de la pintura y la marioneta me dio la libertad de expresarme con mucha libertad porque al ser como un performance, él puede hacer un garabato, lo que sea, y genera muchas sensaciones. Entonces me da la posibilidad de crear demasiado. Entonces la marioneta me ha traído ese Amor por ver ese cómo esa extensión, si se puede decir de mí, a través del muñeco. Entonces, yo veo como algo mucho más que un muñeco o una marioneta, como en Felipito lo veo y lo respeto y lo siento y estoy conectado con él para trabajar”.
Al ser preguntado sobre su opinión acerca de quién o qué es lo que más llama la atención de las personas, explica que tanto el muñeco como su escenografía contribuye a atraer nuevos clientes por sus peculiaridades.
“Es un 50-50, es decir, cuando el muñeco como tal, su escenografía, la gente va a un 50 Y la pintura es otro 50 para generar como todo el show. Porque no es solamente es el show de pintar sino que es como todo lo que Felipito hace, cada movimiento, los párpados, que se rían, que saluden. Entonces todo es como como equilibrado. Yo vivo para esto todo el tiempo”.
El joven Felipe dijo que normalmente pinta lo que él quiera y, la mayoría de las veces, son objetos cotidianos “tengo rasgos que tengo en la memoria. Entonces pintó como lo que lo que estas pequeñas cosas que sé que saco fácil. Es decir, unas gafas, un cigarrillo y un sombrero, entonces todo eso lo voy combinando”.
El artista es procedente del sur del Valle de Aburrá pero tiene una pequeña bodega en el centro de Medellín para cuidar sus obras “yo soy de Itagüí, Antioquia. Todos los días bajo al centro, acá vengo a Junín, Ayacucho, intento moverme por ahí, no soy de irme muy lejos porque tengo un lugar acá donde tengo mis cuadros. Entonces trato de no irme con Felipito por allá bien lejos”.
Finalmente, Felipe reveló que a través de la venta de su arte es que logra sobrevivir y pagar el arriendo de su bodega en el centro. Además, aseguró que en el futuro busca ser un gran pintor y explicó que los artistas como él “ven todo con una profundidad que el común no ve”.
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Por primera vez un departamento de Colombia abre una convocatoria para ilustrar con talento local el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho ¿Quiénes pueden participar?
Un reto de 200 horas pondrá a prueba a los mejores artistas plásticos y visuales de Antioquia. La obra del ganador se convertirá en la imagen de importantes escenarios del departamento y productos de alto impacto como una botella de licor que hoy tiene sello internacional, además resaltará en importantes actividades de origen cultural y patrimonial.
Entre los paisajes montañosos y los ríos caudalosos que atraviesan el corazón de Antioquia, surgió una figura que marcó la historia de Colombia. Se trata del General José María Córdova, uno de los grandes líderes de la independencia en el mundo. La lucha en Perú y América del Sur, en la Batalla de Ayacucho dejó claro su compromiso con los ideales de la justicia. Hoy su legado sigue vivo en la democracia, calles y monumentos.
En un ambicioso proyecto que busca conservar vivo su legado, la Gobernación de Antioquia, a través del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA-, en alianza con la Corporación Salón de Letras Ilustradas, lanzaron una convocatoria que busca conectar el talento local con la memoria y la historia. Artistas plásticos y visuales tendrán la oportunidad de postularse con sus obras para ilustrar la relevancia de este personaje en la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho.
Juan Felipe Gómez, subdirector de Patrimonio y Fomento Artístico y Cultural explicó detalles de la invitación que este año tendrá en cuenta las habilidades de los artistas que han convertido su oficio en una opción de vida “escogeremos las 50 mejores obras y tendrán el derecho a participar en nuestro primer salón departamental de ilustración. La propuesta ganadora recibirá 5 millones de pesos y será la imagen del Bicentenario que está en lugares como, por ejemplo, la botella de aguardiente y en las demás actividades que hagamos “.
¿Cómo inscribirse?
Los interesados podrán ingresar a www.culturantioquia.gov.co y en este espacio digital se encontrarán con el primer viaje digital hacia la historia de “un héroe nacido en las montañas de mi tierra. Reto 200 horas”; en el lado izquierdo (superior) del portal se encontrarán con una invitación a conocer más información y luego aparecerán dos opciones “inscríbete aquí” y “conoce los lineamientos aquí”.
Aspectos importantes para la inscripción
El Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA- informó que las propuestas se recibirán hasta el próximo lunes 16 de septiembre y comunicó algunos aspectos importantes para tener en cuenta en la postulación, algunos de ellos son:
“Invitamos a los artistas y a los amantes a la ilustración a nuestro reto de 200 horas en el cual tendrán el mismo tiempo para evocar con un diseño lo que fue la Batalla de Ayacucho, en la cual se selló la libertad de América y nuestro héroe antioqueño fue el gran héroe de ella “, agregó Juan Felipe Gómez, subdirector de Patrimonio y Fomento Artístico y Cultural del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia -ICPA-.
Conoce la información, en www.culturantioquia.gov.co
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Caliche, el hombre que encontró en el Punk una forma de expresión de toda una comuna
En el pasado siglo, el Punk tuvo relevancia para diversos grupos juveniles de Medellín. Para los ojos incautos eso quedó en el pasado, pero no es así. Esta es la historia de Caliche, un hombre que, a pesar del paso de los años, no dejó el Punk atrás, sino que lo volvió una manera de vivir. Tiene una banda y hace recorridos para demostrarle a su entorno la relevancia de esta expresión en la historia de Castilla.
La ciudad de Medellín en las dos últimas décadas del siglo XX fue el epicentro de un cambio en su estructura social, por demás abrupto, producto de la globalización del país y la coyuntura naciente del narcotráfico. Los adolescentes y juventudes de las también jóvenes comunas fueron los principales receptores de la violencia, pero también de los productos de la globalización, entre ellos la música. Un género en particular llamó la atención de muchos: el punk, el cual, en sus ritmos potentes y sus letras revolucionarias, lograba expresar la rabia de los muchachos y muchachas que no estaban de acuerdo con la violencia que vivían día tras día.
Uno de esos jóvenes es Carlos Alberto Bravo, conocido como Caliche, quien encontró en el movimiento musical y cultural del Punk una forma de sobrevivir a su realidad en la década de 1980. En la actualidad es el baterista de la banda Desadaptadoz, además, es parte de la corporación cultural Taller Arte, y realiza “Caminatas Punk” en la comuna 5, Castilla, de Medellín, en las cuales habla y demuestra la importancia del punk para el territorio y la alternativa que fue para los jóvenes.
En entrevista con Exclusivo Colombia, afirmó que el Punk fue la razón por la cual muchos adolescentes en su entorno no hicieron parte de la violencia que asolaba a la ciudad en ese entonces.
“Todos sabemos que fue un contexto de muchas violencias, donde los que más estuvieron implicados en eso fueron los jóvenes, yo creo, cierto, los que sufrieron como que la mayor parte de la crisis fueron los jóvenes, en un contexto de mucho desempleo, de narcotráfico, entonces el punk llegó como una alternativa, se posicionó como una alternativa para un sector de la juventud, de los barrios populares, que de pronto no tenían forma de comunicarse, de expresarse, y esa música tan democrática que es el punk, que permite que todos puedan tocarlo, hizo de que muchos jóvenes de pronto vieran en él una alternativa artística, cultural, y en cierta forma que eso los alejó, yo creo, del conflicto”.
Por esto, el baterista definió el punk como su manera de expresarse y comunicar al mundo sus gustos e inconformidades para que las mismas no lo perturben.
“Es la válvula de escape que permite que uno no se ahorque, es la herramienta que yo utilizo también para dar mi aporte a una sociedad también con muchos problemas, entonces es como el lugar donde también yo puedo mostrarme al mundo y hablar y dialogar con el mundo”.
El señor Carlos reveló que antes del punk fue rockero durante su juventud temprana, y que ello lo llevó a conocer el punk, el cual, según dijo, era la sensación entre vecinos y amigos, quienes se juntaban en “galladas” tanto par escucharlo como para tocarlo.
“En el barrio Castilla, donde he vivido toda mi vida, fue un barrio que desde los primeros años de los ochenta tuvo la presencia de muchos rockeros, entonces hubieron galladas, hubieron muchos bailes de rock, y eso me ocurrió a mí, más o menos en los ochenta y cuatro, en los ochenta y cinco, comencé a ser parte de estas galladitas de jóvenes que se reunían en vacancias con una grabadora a escuchar música, y en mil novecientos ochenta y cinco, ochenta y seis, el punk fue tomando mucha más fuerza porque fue entrando mucho más música, se comenzaron a conformar algunas bandas, aquí en el barrio se abrió el primer ensayadero de punk, un vecino amigo mío muy cercano, entonces todo eso hizo de que yo me metiera a mi corta edad, me metiera en esta música, y ha sido donde he estado militando todos estos años hasta ahora”.
Caliche se refirió a lo que calificó como el prejuicio del punk, el cual es imaginado como un género que provoca violencia o comportamientos inmorales. Frente a esto, aceptó que la música es agresiva en sí, pero que, en la mayoría de los casos, la tosquedad es un factor simbólico y no ideológico. Además, reveló que muchos de los que antes y ahora hacen parte del movimiento son personas relevantes para la sociedad que se sienten identificados con los valores de dicho género de música.
“El punk tiene unas características estéticas que son agresivas, musicalmente la música tiene una sonoridad agresiva, la vestimenta también tiene una connotación agresiva, igual que los peinados y todo. Pero eso es más en el plano simbólico. Uno encuentra personas normales, muy bien estudiantes, muy buenos trabajadores, muy buenos esposos, qué sé yo. El punk es un espacio que permite a vos desarrollarte dentro de la música, en la poesía, o sea, de cualquier forma expresiva, si no que ha sido muy mal visto por esta agresividad que le llegó, y de todas maneras los jóvenes siempre han estado marcados también por un señalamiento social, que eso ha sido yo creo que aquí histórico”.
Sobre la aparición de nuevos géneros de música y otro de los prejuicios que reza que el punk está desapareciendo, el señor Carlos respondió sin dudarlo que el género, al menos en la ciudad de Medellín, está más vivo que nunca, y como razón argumentó que, aunque muchas injusticias se han solucionado, muchas otras han crecido, y que los jóvenes aún encuentran en las canciones y letras como expresar dichas situaciones y sus sentimientos.
“Los que dicen eso es que lo quieren ver muerto, pero el punk está más vivo y tiene más vigencia ahora que nunca, la sociedad sigue con unos problemas y unas demandas que no se han solucionado y los jóvenes se encuentran en el PUNC en ese espacio para criticar, para hacer un llamado también a la transformación. Como vemos ahora, por ejemplo aquí en Medellín, yo creo que son las ciudades más dinámicas en relación al punk, de que hay conciertos, hay conversatorios, se están haciendo publicaciones de fanzines, de libros, hay un gran movimiento, muchas bandas, cada ocho días hay dos o tres festivales, yo creo que es una de las escenas musicales más activas en Sudamérica, me atrevería a decir, y cada día ve uno mucho más movimiento”.
Por último, Caliche mencionó que todas sus experiencias y conocimientos están retratados en el libro Mala Hierba: El Surgimiento Del Punk En El Barrio Castilla, el cual él mismo escribió, y que le sirve como base teórica para las “caminatas punk” que realiza, en las cuales, busca darle voz y protagonismo a un género, que según dijo, le dio sentido a su vida.
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