En el pasado siglo, el Punk tuvo relevancia para diversos grupos juveniles de Medellín. Para los ojos incautos eso quedó en el pasado, pero no es así. Esta es la historia de Caliche, un hombre que, a pesar del paso de los años, no dejó el Punk atrás, sino que lo volvió una manera de vivir. Tiene una banda y hace recorridos para demostrarle a su entorno la relevancia de esta expresión en la historia de Castilla.
La ciudad de Medellín en las dos últimas décadas del siglo XX fue el epicentro de un cambio en su estructura social, por demás abrupto, producto de la globalización del país y la coyuntura naciente del narcotráfico. Los adolescentes y juventudes de las también jóvenes comunas fueron los principales receptores de la violencia, pero también de los productos de la globalización, entre ellos la música. Un género en particular llamó la atención de muchos: el punk, el cual, en sus ritmos potentes y sus letras revolucionarias, lograba expresar la rabia de los muchachos y muchachas que no estaban de acuerdo con la violencia que vivían día tras día.
Uno de esos jóvenes es Carlos Alberto Bravo, conocido como Caliche, quien encontró en el movimiento musical y cultural del Punk una forma de sobrevivir a su realidad en la década de 1980. En la actualidad es el baterista de la banda Desadaptadoz, además, es parte de la corporación cultural Taller Arte, y realiza “Caminatas Punk” en la comuna 5, Castilla, de Medellín, en las cuales habla y demuestra la importancia del punk para el territorio y la alternativa que fue para los jóvenes.
En entrevista con Exclusivo Colombia, afirmó que el Punk fue la razón por la cual muchos adolescentes en su entorno no hicieron parte de la violencia que asolaba a la ciudad en ese entonces.
“Todos sabemos que fue un contexto de muchas violencias, donde los que más estuvieron implicados en eso fueron los jóvenes, yo creo, cierto, los que sufrieron como que la mayor parte de la crisis fueron los jóvenes, en un contexto de mucho desempleo, de narcotráfico, entonces el punk llegó como una alternativa, se posicionó como una alternativa para un sector de la juventud, de los barrios populares, que de pronto no tenían forma de comunicarse, de expresarse, y esa música tan democrática que es el punk, que permite que todos puedan tocarlo, hizo de que muchos jóvenes de pronto vieran en él una alternativa artística, cultural, y en cierta forma que eso los alejó, yo creo, del conflicto”.
Por esto, el baterista definió el punk como su manera de expresarse y comunicar al mundo sus gustos e inconformidades para que las mismas no lo perturben.
“Es la válvula de escape que permite que uno no se ahorque, es la herramienta que yo utilizo también para dar mi aporte a una sociedad también con muchos problemas, entonces es como el lugar donde también yo puedo mostrarme al mundo y hablar y dialogar con el mundo”.
El señor Carlos reveló que antes del punk fue rockero durante su juventud temprana, y que ello lo llevó a conocer el punk, el cual, según dijo, era la sensación entre vecinos y amigos, quienes se juntaban en “galladas” tanto par escucharlo como para tocarlo.
“En el barrio Castilla, donde he vivido toda mi vida, fue un barrio que desde los primeros años de los ochenta tuvo la presencia de muchos rockeros, entonces hubieron galladas, hubieron muchos bailes de rock, y eso me ocurrió a mí, más o menos en los ochenta y cuatro, en los ochenta y cinco, comencé a ser parte de estas galladitas de jóvenes que se reunían en vacancias con una grabadora a escuchar música, y en mil novecientos ochenta y cinco, ochenta y seis, el punk fue tomando mucha más fuerza porque fue entrando mucho más música, se comenzaron a conformar algunas bandas, aquí en el barrio se abrió el primer ensayadero de punk, un vecino amigo mío muy cercano, entonces todo eso hizo de que yo me metiera a mi corta edad, me metiera en esta música, y ha sido donde he estado militando todos estos años hasta ahora”.
Caliche se refirió a lo que calificó como el prejuicio del punk, el cual es imaginado como un género que provoca violencia o comportamientos inmorales. Frente a esto, aceptó que la música es agresiva en sí, pero que, en la mayoría de los casos, la tosquedad es un factor simbólico y no ideológico. Además, reveló que muchos de los que antes y ahora hacen parte del movimiento son personas relevantes para la sociedad que se sienten identificados con los valores de dicho género de música.
“El punk tiene unas características estéticas que son agresivas, musicalmente la música tiene una sonoridad agresiva, la vestimenta también tiene una connotación agresiva, igual que los peinados y todo. Pero eso es más en el plano simbólico. Uno encuentra personas normales, muy bien estudiantes, muy buenos trabajadores, muy buenos esposos, qué sé yo. El punk es un espacio que permite a vos desarrollarte dentro de la música, en la poesía, o sea, de cualquier forma expresiva, si no que ha sido muy mal visto por esta agresividad que le llegó, y de todas maneras los jóvenes siempre han estado marcados también por un señalamiento social, que eso ha sido yo creo que aquí histórico”.
Sobre la aparición de nuevos géneros de música y otro de los prejuicios que reza que el punk está desapareciendo, el señor Carlos respondió sin dudarlo que el género, al menos en la ciudad de Medellín, está más vivo que nunca, y como razón argumentó que, aunque muchas injusticias se han solucionado, muchas otras han crecido, y que los jóvenes aún encuentran en las canciones y letras como expresar dichas situaciones y sus sentimientos.
“Los que dicen eso es que lo quieren ver muerto, pero el punk está más vivo y tiene más vigencia ahora que nunca, la sociedad sigue con unos problemas y unas demandas que no se han solucionado y los jóvenes se encuentran en el PUNC en ese espacio para criticar, para hacer un llamado también a la transformación. Como vemos ahora, por ejemplo aquí en Medellín, yo creo que son las ciudades más dinámicas en relación al punk, de que hay conciertos, hay conversatorios, se están haciendo publicaciones de fanzines, de libros, hay un gran movimiento, muchas bandas, cada ocho días hay dos o tres festivales, yo creo que es una de las escenas musicales más activas en Sudamérica, me atrevería a decir, y cada día ve uno mucho más movimiento”.
Por último, Caliche mencionó que todas sus experiencias y conocimientos están retratados en el libro Mala Hierba: El Surgimiento Del Punk En El Barrio Castilla, el cual él mismo escribió, y que le sirve como base teórica para las “caminatas punk” que realiza, en las cuales, busca darle voz y protagonismo a un género, que según dijo, le dio sentido a su vida.