Un periodista de Exclusivo Colombia estuvo en el pueblo y constató que se tema nueva crisis
—Ajá, diles que es una ruta segura. Que los llevamos hasta el otro lado.
Quien habla es un hombre joven que está sentado en una cafetería de Necoclí. Es de noche y hace calor. Aunque el lugar es concurrido, no hace ningún esfuerzo para bajar la voz.
—Ajá, diles que son 150 dólares por persona.
El hombre lleva una riñonera terciada y se toma una cerveza. Todos alrededor saben de qué habla, pero nadie parece prestarle atención.
—Nojoda, diles que la ruta es segura y garantizada.
En Necoclí, casi todo gira en torno a tres cosas: los bares que, con picós, suenan vallenato día y noche; los miles de migrantes que cada año pasan por sus playas; y el turismo, que muchas veces se ha visto afectado por la presión poblacional que en los últimos años se ha cernido sobre el municipio.
Alejandro Jaramillo, dueño del hotel Casa de Pioneros, comentó que él estuvo en el proceso de construcción del acueducto de Necoclí, hace unos 40 años, cuando el pueblo era corregimiento de Turbo. El acueducto se construyó para seis mil personas, la población de ese entonces. Hoy, con la presión del turismo y las olas migratorias, pueden ser unas 40.000 las personas que hacen uso del viejo acueducto. Por eso el agua es tan escasa en el pueblo.
Pero la historia de Necoclí tiene dos caras. De la premura y la miseria de los migrantes se han lucrado miles de personas, y no solo los coyotes que los ayudan a cruzar el Darién. Caminar por Necoclí es ver las tiendas de baratillos ofreciendo productos que en otro lugar parecerían extraños: carpas, ollas, pequeñas pipetas de gas, botellones de agua, botas pantaneras.
En un letrero, por ejemplo, se lee que la carimañola tiene un precio de 5.000 pesos colombianos o un dólar. Es frecuente que los migrantes lleguen a pagar con dólares en supermercados de cadena como D1 y Ara, donde solo se reciben pesos colombianos. En los bares y hospedajes, en cambio, puede haber un poco más de flexibilidad.
Hay toda una economía que se mueve con los migrantes. Un periodista de Exclusivo Colombia recorrió el municipio este 24 y 25 de febrero para ver cómo está la situación en cuanto a la migración y para averiguar por algunos rumores que han aparecido en los medios de comunicación en la última semana.
Lo primero que hay que decir es que en el pueblo hay buena cantidad de migrantes, pero no como en otros momentos. “Siempre hay, especialmente en la playa. Ellos se la pasan por ahí caminando. A nosotros los mototaxistas no nos necesitan, pero sí compran cosas, se quedan en hoteles y consumen mientras esperan que salga la lancha que los lleva a Acandí”, comentó un mototaxista.
Y es que en lo que va de este 2024 ya son 70.000 las personas que han cruzado el Darién en su empeño de llegar a Estados Unidos. La cifra la entregó Juan Manuel Pino, ministro de seguridad de Panamá. El número es alarmante, pues para la misma fecha del año pasado el registro iba en 24.000 personas.
Por eso, caminando por Necoclí es posible ver grupos de venezolanos que buscan un sitio para dormir. La playa donde está el muelle está atiborrada de carpas donde duermen algunas de las personas que esperan cruzar el golfo. Muchos van con niños, a los que cargan en los hombros y arrastran.
El mototaxista dice que “hay personas de todas las razas”. Necoclí es una pequeña Babel llena de penas, de incertidumbres, de dolores e injusticias. Los coyotes, como el que hablaba al comienzo de este artículo, se dedican a pasar a los migrantes de un lado al otro del golfo, a la frontera con Panamá, donde les esperan 106 kilómetros de una selva apretada y exuberante.
No es fácil hablar con los migrantes, no solo por la barrera idiomática, sino por la presencia oculta y oscura de los coyotes que quieren mantener se negocio seguro.
¿Participan los menores de edad?
Hace unos días, Teleantioquia Noticias reveló en un reportaje que los grupos que mueven migrantes estarían utilizando a menores de edad. Según ese medio de comunicación, los muchachos de 13 0 14 años preferían trabajar con los coyotes en vez de estudiar.
Desde la aparición de la noticia se generó una polémica. La Alcaldía de Necoclí informó, a través de un comunicado, negó tener información de este fenómeno. “Hasta la fecha, no hemos identificado casos puntuales en los que los niños de Necoclí saquen provecho de esta situación”, reza el comunicado.
En el pueblo, como casi todo lo relativo a los migrantes, se maneja con mucha cautela. La gente dice no tener información de que esto esté pasando. En realidad, nadie quiere dar la cara o poner los dedos en las llagas. Según un artículo de El Colombiano publicado en las últimas horas, en efecto los muchachos se prestan para hacer tareas menores, como conseguir habitaciones a los migrantes en Necoclí, pero no hacen el peligroso cruce hacia el Darién.
Sea como fuere, la situación en Necoclí es compleja. En las últimas horas, el Consejo Extraordinario de la Mesa Migratoria decidió suspender la venta de tiquetes para cruzar el golfo. El motivo es la captura de dos capitanes de estas embarcaciones, lo que se traduce que, para ellos, no hay garantías para seguir con la labor.
Si la para dura varios días, será posible ver a Necoclí otra vez represada de migrantes de todos los orígenes.