
Con 26 cicatrices que cuentan su lucha por la vida y 31 tatuajes que marcan su historia como su edad, David Alejandro Peláez Marín, conocido como Alejolittle, es un símbolo de resiliencia y determinación. Este colombiano, que desafió las probabilidades desde su nacimiento, ha convertido el bullying en una herramienta de empoderamiento y las redes sociales en el escenario de su triunfo. Hoy, con millones de seguidores en TikTok, es un creador de contenido que desde Medellín inspira al mundo entero con su humor, humanidad y mensaje.
La primera vez que vi sonreír a David Alejandro Peláez Marín entendí que hay historias que nacen para desafiar las probabilidades. No es una sonrisa cualquiera; es un arco que ilumina su rostro, un destello que parece decirte que, aunque el mundo intente reducirte, el espíritu puede siempre ensancharse. Y si algo caracteriza a este colombiano nacido el 10 de febrero de 1993, es precisamente eso: su grandeza interior.
Alejandro llegó al mundo como un milagro que desafiaba diagnósticos. En el vientre de su madre, las noticias eran desalentadoras: le faltaba líquido amniótico, y los médicos no le daban esperanzas de vida. Cuando finalmente nació, su cuerpo diminuto pasó 10 días en incubadora, aferrándose al aire como si supiera que su camino apenas estaba comenzando. Su vida ha sido una lucha constante, marcada por 26 cirugías y la hazaña de dar sus primeros pasos a los tres años “26 cirugías y por ahora no necesito más, por ahora”, relata en Exclusivo Colombia.
Es el menor de dos hermanos, su hermano mayor, de 45 años, lo veía con admiración y, desde niño, David aprendió que su tamaño no definiría sus sueños. Creció rodeado de retos, pero también de un espíritu de superación que lo llevó a estudiar publicidad y diseño gráfico. Ejerció su profesión durante cinco años y entre las experiencias que logró se destaca su paso por una empresa que manejaba las redes sociales de grandes artistas como Karol G y J Balvin. Pero su corazón inquieto no estaba hecho para quedarse en un escritorio.
En 2017, David hizo algo que pocos se atreven: dejó su zona de confort. Renunció a la estabilidad de su empleo para lanzarse al incierto y fascinante mundo de las redes sociales como creador de contenido. Su primer video, “Agáchate y conócelo”, fue un hit inmediato. Lo compartieron artistas como J Balvin, Nicky Jam y Wisin y Yandel. Pero más allá de las visualizaciones, ese video fue el punto de partida de una revolución personal y social.

Cuenta que encontró en el humor y la autenticidad su lenguaje. Conectó con la gente desde la vulnerabilidad y el carisma. Un video emotivo donde le regalaba dinero a su madre, y otro donde documentó la operación en sus ojos, tocaron fibras sensibles. Luego llegó su etapa como el “rey de la sopita”, un contenido que, aunque sencillo, lo acercó a los niños y lo consolidó como un referente familiar y cálido “¡ay sí!, soy el -rey de la sopita- y nadie me quita ese puesto” ¿Por qué? Porque tomo mucha sopita. Mi mamá me hace mucha sopita para crecer, pero lamentablemente estoy creciendo para los lados (risas)”.
A David le gusta presentarse como un hombre de carne y hueso, con miedos, incertidumbres y sueños. Le apasiona la actuación, la presentación y el humor y sueña con tener su propio Stand Up y una serie que cuente su trayectoria. Entre risas, confiesa que los 31 tatuajes que adornan su cuerpo coinciden con su edad, cada uno cargado de significado.

Una de las anécdotas más impactantes de su vida fue conocer a Alejandra Azcárate, quien le dio el empujón que necesitaba para creer en sus sueños “ella me dio la patadita de la buena suerte, ella creyó en mí, ella vio lo que muchas o muy pocas personas no han visto en mí”. Pero quizás lo más impresionante es cómo ha convertido el bullying en una herramienta de empoderamiento.
“El bullying me salvó la vida”, dice, con una honestidad desarmante. Y así, a través de campañas en colegios con niños les muestra que lo que otros perciben como debilidades puede convertirse en fortalezas. Agregó que “yo no hago campañas contra el bullying, porque el bullying nunca se va acabar. Es como decirle a la vida ¡Acábense problemas! Yo le enseño a la gente que, a través de mi historia, cómo sobrevivir y cómo llevar el bullying. A mí el bullying me salvó porque si no hubiera existido, no me hubiera querido y amado como en este momento”.

Hoy, David es el pilar de su familia. Su madre, Luz Alba, esa mujer que luchó por él desde el primer día, recibió de su hijo el regalo más preciado: una casa propia. Aunque su vida no ha sido fácil, David ha construido un camino sólido gracias a su humildad y calidez humana. En el mundo del entretenimiento es conocido como Alejolittle y sus casi 4 millones de seguidores en TikTok no son solo números, son una comunidad fiel que encuentra en él inspiración y alegría.
Detrás de las cámaras, es un hombre como cualquier otro. Ha enfrentado momentos de incertidumbre, noches de preguntas sin respuesta, pero siempre ha encontrado la manera de salir adelante. Porque, como él mismo lo dice, “cuando uno se permite dejarse hundir, créanme que uno ve más cerquita el éxito ¿A dónde quiero llegar? Al éxito. Yo cuando salgo a flote, como decía Colón -tierra a la vista- Son las metas a las que quiero llegar”.
Mientras se prepara para lo que venga, Alejolittle sueña con escenarios más grandes. Visualiza un micrófono, un público riendo y aplaudiendo y su trayectoriaconvertida en una serie que inspire a otros. Porque si algo ha demostrado este hombre de estatura pequeña, pero de espíritu gigante es que no hay límites cuando se trata de alcanzar el cielo “gracias a esa discapacidad he podido superarme y alcanzar lugares donde, créanme que, si no me abren la puerta, pues me meto por la ventana o me meto por debajo de la puerta, entonces ser discapacitado también vale la pena”.

Durante un diálogo con un reportero de Exclusivo Colombia, habló de sus sueños “con salud, con mi familia viva y, tercero, girando por todo el mundo como mi Stand Up, o con mi conferencia por todo el mundo y algún día sacar un libro sobre mi vida o una serie y contando muchos secretos de personas que me han querido ver hundido, pero no”.
La sonrisa de Alejo no solo ilumina su rostro; ilumina un camino que nos recuerda que los milagros no siempre vienen envueltos en grandeza, pero sí en un alma capaz de crecer hasta el infinito.