
Es un café-repostería en el que se habla de literatura, repostería y arte
Julio y Paula. Julio es pintor y muralista. Paula es repostera, escritora y cineasta. Julio y Paula son católicos y hablan de Dios con devoción. Viven en la comuna 4, Aranjuez, un barrio mítico por su literatura y por que allí estuvo, muchos años ha, el primer “loquero” de Medellín. La casa de Julio y Paula cuenta la historia del barrio, de los escritores que crecieron en esas calles faldudas. Pero primero vamos con la historia.
Julia y Paula eran profesores. Ambos llevaban a cuestas veinte años de docencia, pero la pandemia, como a tantos otros, les cambió la vida. Paula estaba sin trabajo y, para ayudar en la economía doméstica, empezó a vender postres. Hizo canelés de Burdeos, una de sus especialidades, y dio de probar a los vecinos. La aprobación fue unánime.
Paula ha tenido una vida prolífica. Empezó una carrera de Agronomía que no terminó; hizo una licenciatura en español-inglés, luego estudió cine y dirigió un documental que fue exhibido en Francia en 1998. Estuvo en París ese año y sintió una conexión con la ciudad, como si volviera a un pasado desconocido. Luego, caminando por los azares de la vida, lo entendió: su mamá (biológica) era francesa. Esa es otra historia, pero Paula hace hincapié en ello para explicar el porqué de su pasión por la repostería francesa.
Julio es artista y gestor cultural. Es un hombre afable, de buen humor. Es muralista, guía turístico y buen conversador. Mientras Paula lee un diccionario gastronómico de Alexánder Dumas, Julio sirve un café y bromea; después, ceñudo, diserta sobre los talentos que Dios les dio. La pareja es muy católica y tiene inclinaciones monásticas.De hecho, la repostería moderna, dice ella, nació en los monasterios franceses y españoles.

Libros, postres, murales, café, catolicismo. Todo parece inconexo, imposible de amalgamar. Sin embargo, cada cosa está puesta en su lugar en La puerta rosa, el café-repostería que la pareja abrió en 2021 para ofrecer, en primer lugar, los canales de Paula.
Esa fue la idea inicial. En el frontis de la casa abrieron el negocio, muy pequeño, pero que pronto ganó popularidad. Los clientes no solo disfrutaban del café y un canelé francés, sino que hablaban con Julio y Paula y discurrían sobre los monasterios franceses o sobre literatura. ¿Cómo no iban a hablar de lo que los apasiona? Julio dice que Dios les dio unos talentos. Él es bueno para tender puentes, para conectar personas y hacer crecer proyectos. Ella es buena para rastrear el origen de los postres que prepara. No aprovechar esos talentos y compartilo con los demás sería un acto egoísta.
A La puerta rosa, atraídos por el café y las conversaciones cálidas, llegaron colectivos de artistas, directivos de empresas. Un día, cuenta Julio, apareció el periodista gastronómico Lorenzo Villegas, que les hizo un programa de radio. La popularidad de su casa-café-repostería creció después de eso. Fue tanto así que otro día, sin previo aviso, llegó David Escobar, el director de Comfama. También los ha visitado Víctor Gaviria y el escritor Juan José Hoyos, quien además es de Aranjuez.
El camino, sin embargo, no ha estado exento de dificultades. Hubo un tiempo en el que Julio y Paula perdieron el rumbo. No sabían cuánto cobrar por su trabajo y se les armó un lío cuando llegaron las cuentas de los proveedores. El negocio se quebró, pero lograron sacarlo a flote lentamente. Entonces tuvieron que reestructurar el negocio y entender que solo ellos mismos podían darle valor a su trabajo. Y que el valor no está en la plata, que es solo un móvil para el fin.

Turismo comunitario
Julio y Paula entendieron que entre sus tareas debería estar la exaltación de la historia de la comuna 4. Por eso, en las paredes de La puerta rosa está retratado el Hospital Mental, antes Casa de los Enajenados y hoy biblioteca de Comfama, donde pasó muchos años Epifanio Mejía. Julio ha plasmado de varias maneras lo que para él es Aranjuez. En los murales aparecen los buses coloridos que suben por las faldas del barrio, los vendedores ambulantes, una mujer que toma una foto con una cámara análoga.
De esa intención de recuperar la historia del barrio nació Expedición por Aranjuez, un recorrido turístico que comienza en el Jardín Botánico y pasa por las librerías del Planetario y del Museo Pedro Nel Gómez, y que luego sube a la biblioteca Comfama para terminar comiendo un postre en La puerta rosa.
La idea es recorrer los archivos históricos de estos lugares de la comuna 4. Hay otro recorrido un tanto más pintoresco. Se llama Me trae cositas y es un viaje a la gastronomía popular, desde los raspados hasta solteritas. En el recorrido hay una parada donde una mujer que vende empanadas hace 45 años.
La puerta rosa está abierta para todos. Basta con llamar y reservar el espacio para pasar un rato agradable conversando sobre lo que plazca con Julio y Paula.

El lugar está en constante evolución. En unas semanas, espera la pareja, el espacio se transformará en un Pub. No será un lugar bulloso ni mucho menos, sino un remanso para comer platos típicos de la cocina europea y tomar vino y cervezas artesanales, como en los monasterios. El café, los talleres literarios y las demás ofertas se seguirán ofreciendo.
La puerta rosa es un lugar sui generis, un abanico de posibilidades para los visitantes. Es la casa de Julio y Paula, pero las puertas están abiertas para todos.