A los 18 años, Edwin Alexander Gómez vivía entre el pavimento frío y la oscuridad de una adicción que estuvo a punto de llevarlo a la muerte. Perdido en el mundo de las drogas, el alcohol y la prostitución, se convirtió en un habitante de calle que veía en cada amanecer un recordatorio de su propia desesperanza. Hoy, a los 43 años, es Concejal de Copacabana, elegido por 600 ciudadanos que confiaron en su historia de redención y la voluntad de cambiar vidas. Por primera vez, Edwin revela en un medio de comunicación los secretos de su pasado, los límites que cruzó y la fuerza espiritual que lo salvó de un destino fatal. Su testimonio, crudo y conmovedor, es un grito de esperanza para quienes, como él, creen que no hay salida.
En el corazón de la ciudad, donde los edificios brillan bajo la luz de la prosperidad, pocos recuerdan las noches oscuras que vivió Edwin Alexander Gómez. Hoy, con 43 años, es un Concejal exitoso y respetado, defensor incansable de los derechos de las comunidades vulnerables. Sin embargo, su camino hacia la política no comenzó en un despacho, sino en las calles, donde encontró el rostro más crudo de la vida.
Edwin tenía solo 18 años cuando la adicción lo atrapó. Quien alguna vez fue un joven lleno de sueños se convirtió en un habitante de las calles, un hombre perdido en un mundo de alucinógenos, desesperación y soledad. Durante cinco años, su vida fue un constante ir y venir entre el hambre, la violencia y las decisiones desesperadas “termino allí porque me di cuenta que empiezo a consumir las sustancias, encuentro que esto me daba energía y vida, me sacaba del mundo de la timidez, que podía tener -amigos- algo que normalmente no hacía. Sin consumir, era una persona tímida y muy solitaria”.
En esos años oscuros, su cuerpo soportó el frío del pavimento y su alma el peso de una sociedad que lo miraba con desprecio. Conmovido, contó en Exclusivo Colombia los límites que cruzó en las calles “vandalismo, robo y prostitución”
Gómez relata que nunca olvidará el infierno que vivió a causa de las drogas. Dice que comenzó con sustancias que adormecen el hambre y el dolor, pero poco a poco avanzó en excesos hasta que perdió el control de si mismo “el alcohol era uno de los que más me hacía hacer esto porque yo no era capaz de consumir otras sustancias sino estaba bajo el efecto del alcohol. Las otras sustancias era el perico, la marihuana y las ruedas. Cuando estaba bajo el efecto del alcohol era un ser podía estar con una u otra mujer, no importaba que tipo de mujer estaba a mi lado”.
Cuenta que una madrugada, tras una noche de excesos, despertó desnudo “muchas veces me despertaba sin ropa y no sabía con quien estaba o que pasó. Eran guayabos morales, con ganas de morirme. Cada ocho días, duré un año y medio con ganas de morirme, en este sector de la Avenida San Juan con la Regional. No quería vivir más, pero sin saberlo había otro propósito para mi vida”.
Pero en el fondo de esa oscuridad, algo comenzó a encenderse. Una fuerza, que él describe como profundamente espiritual, lo llevó a replantear su existencia.
El día 17 de octubre del año 2004 llevaba una semana de consumo. Antes de esto me habían llevado a los grupos de alcohólicos anónimos, pero creía que estaba muy joven porque tenía 23 años, pero veía mi vida como la tenía de marcada, donde solo me esperaba la muerte”, relata.
Recordó que fue diagnosticado con Pancreatitis, una enfermedad que ataca el sistema digestivo y que en la mayoría de casos se produce por el exceso de alcohol. Recuerda, con nostalgia, que fue atendido en la clínica El Rosario de Medellín. Dice, que ese fue el día que la vida le regaló una segunda oportunidad.
Esa mañana, mientras estaba bajo el cuidado de los médicos, Edwin sintió algo que jamás había experimentado. Dice que una fuerza espiritual, inexplicable pero real, lo impulsó a dejar las calles y luchar por una vida digna “desde ese día hasta el día de hoy no consumo una copa de alcohol y tampoco volví a consumir drogas”.
Con esa chispa interna y el apoyo incondicional de su familia, que nunca dejó de buscarlo, Edwin empezó su proceso de recuperación “la vida me devolvió a mi madre y a una hermana contemporánea, la vida me devolvió la dignidad y me hizo una persona diferente. Hoy tengo la vida que muchos soñaron para mí y un ser supremo que yo llamo Dios me ha acompañado en este camino. Me gusta transmitir un mensaje de esperanza y decir que sí se puede salir de este mundo”.
Hoy, años después de levantarse y construir la vida que se prometió recuerda con amor a sus hermanas Viviana, María Camila y Yuli. Dice que a ellas les agradece la paciencia y el cariño.
Cuenta que con el pasar de los años, decidió reconstruir su vida. Es bachiller de la Institución Liceo San Luis Gonzaga de Copacabana y egresó del Tecnológico de Antioquia como profesional en Trabajo Social, además tiene el propósito de estudiar una especialización en Gestión de Proyectos.
Convencido de que su experiencia podía ser un faro de esperanza para otros, Edwin decidió dar el salto a la política. Creía profundamente que podía transformar su dolor en acción y ayudar a los menos favorecidos, aquellos que, como él, alguna vez sintieron que no tenían futuro. Con su testimonio como bandera, recorrió los barrios más vulnerables, habló con las personas cara a cara y les demostró que una segunda oportunidad era posible. Esa honestidad y cercanía le valieron la confianza de 600 ciudadanos, quienes, con sus votos, lo eligieron Concejal de Copacabana “llego a convertirme en Concejal. Primero recorrí un camino arduo como gerente de campaña de algunos candidatos, donde siempre teníamos la oportunidad de ganar. Llega un equipo de trabajo y me dice -Edwin, queremos vos seas el candidato- y les dije que primero me quería preparar, terminé mi carrera y emprendimos un camino que nos llevó a hacer historia con el partido Nuevo Liberalismo”.
Hoy, como Concejal, Edwin se ha convertido en la voz de quienes están en los márgenes de la sociedad, abogando por políticas que prioricen la rehabilitación, la educación y el empleo para quienes, como él, han tocado fondo “desde allá puedo ser la voz del pueblo y más de personas que no son escuchadas. Ser ese puente entre comunidad y administración. He llegado a donde soñaba”.
Con plena satisfacción, el Concejal relata que “este año he participado de 11 comisiones accidentales, entre ellas una orientada al flagelo de los habitantes de calle, en donde este año en el Plan de Desarrollo se logró que se invirtieran más recursos. Otra de las comisiones importantes fue la de infraestructura educativa. Allí logramos gestionar 600 millones de pesos para mejoras y viajé dos veces a Bogotá a reunirme con representantes del partido. Allí tocamos puertas y propusimos vincular proyectos para nuestro municipio”.
Edwin no oculta su pasado. Más bien, lo lleva como un recordatorio en el que a diario reconfirma que la redención es posible. Su oficina está llena de fotografías de proyectos comunitarios y hoy la ciudad que lo vio caer ahora lo ve brillar. Y en cada discurso y proyecto que impulsa lleva consigo un mensaje claro: las segundas oportunidades no solo son posibles, sino necesarias.