
Exclusivo Colombia revela un caso inédito: en la Loma, cuatro jóvenes fueron asesinados en un solo día, con una coincidencia inquietante: todos tenían el mismo nombre. Sin conexión entre ellos, pero marcados por el destino, sus muertes siguen resonando como un eco de la brutalidad del conflicto en Medellín. Por primera vez, una de las familias rompe el silencio y confirma que este crimen podría ser escuchado en JEP.
A María Adelaida Álvarez todavía le tiembla la voz cuando habla de aquella noche, no porque no haya contado la historia antes, sino porque cada vez que lo hace es como si la viviera de nuevo, como si volviera a ver el rostro de su sobrino Juan Gonzalo Bustamante, desfigurado por los golpes, atravesado por las balas y tirado en la oscuridad de la “Caballeriza”, aquel rincón de la “Loma”, en inmediaciones del corregimiento San Cristóbal y la Comuna 13 de Medellín, donde muchos jóvenes dejaron de respirar por una guerra que a muchos les cuesta olvidar.
Aquel día, 26 de junio de 2002, la muerte se ensañó con cuatro muchachos que tenían algo en común: todos se llamaban Juan. Cuatro vidas apagadas en menos de 24 horas, cuatro nombres escritos en la misma lista de condenados. “Eran unidos: Ejército, Policía y Autodefensas. Se unió todo el gobierno para asesinar a estos jóvenes que nada tenían que ver”, dice María Adelaida con una mezcla de rabia y resignación.
El primer Juan cayó en la mañana, Juan Fernando. Lo vieron por última vez en el sector de Bellavista “los paramilitares se lo llevaron, lo torturaron, lo desmembraron, le sacaron la lengua, los ojos prácticamente lo picaron y lo tiraron por la parte de San Cristóbal”, revela María.
Apenas unas horas después fue el turno de Juan Gonzalo, su sobrino. Cuenta que viajaba en un bus junto a su padre cuando hombres armados lo hicieron bajar “en la caballeriza, lo golpearon y le dispararon 16 veces”. ¿Su delito? Nadie lo sabe con certeza. Algunos dicen que corrió, otros que, como todos los Juanes, su nombre estaba en la lista. Cuenta que Juan Gonzalo dejó un hijo de un año y era un destacado estudiante de la Universidad de Antioquia.
Más tarde, en la noche, atraparon a Juan Manyoma, “lo encerraron en la caballeriza, lo torturaron hasta la madrugada, le sacaron los ojos y le cortaron los dedos. Fue totalmente brutal”, así lo describe María quien aún se pregunta cómo una madre puede recoger a su hijo en esas condiciones.
Y el cuarto Juan, nadie sabe con precisión si cayó en la tarde o en la noche, pero sí se sabe que terminó igual.
¿Por qué los Juanes? Para entender este episodio de violencia hay que retroceder un poco. Años antes, un hombre conocido como alias Gabelo llevó las milicias a la Loma, por primera vez. Era la guerrilla, en ese pequeño rincón del occidente de Medellín y, según el testimonio revelado en Exclusivo Colombia, todos los Juanes en algún momento tuvieron algún tipo de contacto con él: un saludo, una mirada, una palabra cruzada en una esquina, eso bastaba. Cuando los paramilitares llegaron con su nueva orden, el solo hecho de haber coincidido con alguien como “Gabelo” era suficiente para morir. María revelo que, “Gabelo”, también se llamaba Juan.
Los sacaban de su casa y los mataban, los bajaban del bus, entraban a las casas, no importaba quién fuera dice María quien relató que el Ejército tenía un puesto de control en la “Caballeriza”, un sitio de tortura que todos recuerdan. Dice que allí comenzaron a tomar fotos de todos los jóvenes que pasaban y por alguna razón todos los que se llamaban Juan terminaron en esos registros.
La operación Mariscal había ocurrido días antes, fue un intento fallido del gobierno para sacar a las milicias de la Comuna 13, pero lo que realmente dejó esa operación fue la excusa perfecta para que los paramilitares tomaran el control total del territorio y, con ese control, la cacería comenzó.
Años después, los familiares de los Juanes siguen esperando respuestas. Recientemente la JEP se comunicó con la familia de Juan Gonzalo Bustamante y su crimen podría ser escuchado en el caso 08 (crímenes cometidos por la fuerza pública, agentes del Estado en asociación con grupos paramilitares, o terceros civiles en el conflicto armado).
Al terminar el diálogo con María Adelaida, quien concedió esta entrevista en el balcón de su vivienda que tiene una visual hacia la Escombrera de la comuna 13, afirmó que la verdad nunca llega completa, porque en la Loma el silencio es ley “cada día estamos peor. Aquí sí queremos vivir, quedémonos calladitos, dice ella, como quien ha aprendido que la verdad -también mata- “.
Pero hay preguntas que no dejan de flotar en el aire, dos décadas después ¿Por qué los Juanes? ¿Quién hizo la lista? ¿Quién ordenó las ejecuciones? ¿Y cuántos nombres más están esperando ser contados?