La idea es recuperar el sector y darle vida al hotel, ícono de la “Belle Époque” de Medellín en el siglo XX.
La tarde es cálida y el sol se filtra entre las palmeras. El bochorno agobiante no se siente en el tercer piso del Hotel Nutibara, en cambio, la brisa es fresca, envolvente, evocadora. Desde la terraza se ve el metro, que pasa raudo, el Palacio de la Cultura, y se columbran las montañas del occidente. Abajo, sobre el pavimento caliente, caminan miles de personas con rumbos azarosos. Arriba la vida va más lento, más apacible.
Esa pequeña descripción encierra lo que es La Dolce Vita, el café recién inaugurado en el mítico Hotel Nutibara. La historia del café, donde se ofrecen cocteles exóticos, panadería fina y cafés gourmet, no es menor.
Andrés Angarita es el gerente del Nutibara y, desde que llegó al cargo, se dio a la tarea de recuperar ese ícono de la ciudad que fue inaugurado en 1940, después de la pequeña Belle Époque que vivió Medellín en los años 30, pero que con las décadas decayó como lo hizo todo el centro, y sobre su reputación se cirnió una nube oscura.
En el Nutibara estuvo Jorge Eliécer Gaitán en 1947, un año antes de su asesinto, y se tomó una foto en la terraza, muy de cachaco él, muy posudo, con la Basílica Metropolitana de fondo; unas décadas después se alojó Pelé allí, y conocidas son las anécdotas y los cuentos de un Zubeldía que caminaba por los pasillos y por el Lobby, a veces hablando de fútbol, otras veces de hípica.
Pero el hotel, como todo el centro, sufrió la presión de una ciudad que se desbordó, en la que se enquistó la violencia. El nuevo milenio ha sido malo para el hotel. Andrés, el gerente, cuenta una anécdota que retrata muy bien cómo la fama se vino a menos. Para los conciertos de Carol G, a comienzos de diciembre de 2023, la ocupación del hotel fue del 100 por ciento. La gente llamaba a reservar y tenían que decirle, con pena, que todas las habitaciones estaban vendidas.
Pero muchos llegaron y se aterraron con los alrededores del hotel: habitantes de calle, drogadicción, cerros de basuras, un ruido ensordecedor. Muchos se negaron a dormir allí, donde hace muchos años durmieron el rey Pelé y el negro Gaitán. “La ocupación cayó hasta el 75 por ciento por la gente que decidió irse, y eso es muy triste, porque nosotros trabajamos por el centro, pero nos queda imposible, como privados, manejar el tema del espacio público, de los venteros sin permiso, del perifoneo”, cuenta el gerente del hotel.
La administración de Quintero prometió mucho con el centro, pero los resultados, a la vista de todos, fueron más que pobres. El gerente dice que con la administración actual, la de Federico Gutiérrez, ya tuvieron varias reuniones para hablar de la importancia de recuperar el centro, en especial el centro histórico, que encierra la Plaza Botero, el Parque Berrío y el Hotel Nutibara.
La Dolce Vita
La obsesión de Andrés Angarita ha sido recuperar el sector, que vuelvan a florecer los restaurantes, los cafés especializados, las cafeterías finas. En ese empeño llevó una idea a la junta: convertir la terraza del tercer piso del hotel en un café gourmet. Los dueños le dijeron que no debían ampliar la línea de negocios y que lo mejor era arrendar el lugar para que un tercero lo operara.
Entonces Andrés, con la terquedad por recuperar el centro y el hotel, decidió invertir él mismo en el café. Consiguió un administrador, un mostrador para exponer los productos, y un chef que se encargó de la coctelería. “La idea es ofrecer un lugar diferente, que no se venda el mismo tinto, sino un café gourmet, un cocktail con ingredientes exóticos. Es darle vida de nuevo al centro”, comenta el gerente.
Esta no es la única iniciativa de ese tipo. Desde hace unos meses, algunos restaurantes de Provenza han abierto sucursales en Plaza Botero. Es una apuesta por ofrecer, de nuevo, espacios de esparcimiento sanos en un lugar en el que la explotación sexual, el ruido y las drogas lo conquistaron todo.
El café Dolce Vita abrió este 20 de enero a las 2:00 de la tarde y promete darle nueva vida al Nutibara, que durante tantos años agonizó en medio de un ambiente convulso y decadente.
El horario del café es de 9 a 9 todos los días, pero los fines de semana será hasta más tarde, pues la intención también es darle vida nocturna al sector. Los fines de semana habrá música en vivo, toda clase de música, desde rock a son cubano. Será una reminiscencia de los tiempos ya pretéritos en que Lucho Bermúdez y su orquesta amenizaban las noches en el Hotel Nutibara.