Una madre y sus dos hijas comparten el mismo diagnóstico médico, viven en Medellín y revolucionan las redes sociales con un conmovedor mensaje ¿Cómo se movilizan? ¿Qué piensan de la discriminación? ¿Qué sueñan? Lea la entrevista en Exclusivo Colombia.
“El rol de madre ¡Ah, juemadre! Eso es muy verraco, es un compromiso muy fuerte”. Eso dice con orgullo Aida Yolima Rodríguez o “mamá Yoli”, como le dicen de cariño. La mujer de 60 años nació con Osteogénesis Imperfecta, también conocida como “huesos de cristal”, un trastorno genético en el cual los huesos se fracturan se rompe con facilidad.
Nació en Bogotá, pero hace 10 años viven en la capital de Antioquia y hoy revolucionan las redes sociales con sus particulares contenidos de recetas, amor por los animales e incluso se sienten orgullosas de llevar un mensaje de respeto por los seres humanos.
Christelle María Alvarado Rodríguez, una de las hijas de Yolima es Médica Veterinaria de profesión y habló de por qué su familia decidió mudarse a Medellín “eso fue hace 10 años, por temas principalmente de salud de mi mamá, el clima le estaba causando muchos dolores en sus huesos y ella tiene un problema respiratorio, entonces le recomendaron los médicos un clima más cálido y a mi hermana (Laurelin), le aprobaron la universidad aquí en Medellín, entonces decidimos venir a esta aventura”.
La otra hija de -mamá Yoli- también habló en Exclusivo Colombia sobre el diagnóstico que nunca las ha vencido y las ha convertido en lo que ellas llaman una -fuerza de amor- “mi nombre es Laurelin Alvarado Rodríguez, soy psicóloga y pues nuestro diagnóstico de Osteogénesis imperfecta lo heredamos de mi mamá que tiene la misma patología, entonces es de nacimiento “.
Laurelin, de 31 años ya logró uno de sus mayores sueños, convertirse en una profesional y habló de la cotidianidad que las rodea “sin embargo, al nosotras ser una familia con esta patología hemos adaptado nuestro entorno para hacerla de la manera más normal posible y más sencilla para nosotras, entonces digamos, en la cocina tenemos un banquito donde nos podemos subir a cocinar, en el baño ponemos sillas para que nos nos vayamos a resbalare incluso ponemos tapeticos”.
Tienen 5 mascotas, tres perros y dos gatos, todos tienen un lugar especial en su vida ye representan lealtad y compañía. La familia de “huesos de cristal”, dice que uno de sus grandes mensajes es que no existe una única manera de vivir y por eso rechazan la discriminación que hoy viven decenas de seres humanos en el mundo. Hoy revolucionan las redes con la cuenta @lasdelosperritos
Fernando Estrada, quien mandó a construir el Palacio, dirigía la logia masónica Sol de la Montaña. En los 80, otro masón, el pintor Camilo Isaza, dejó nuevas huellas masónicas de las que hoy poco de habla
En 1928 comenzó la construcción de la casa más excéntrica de Medellín. Fernando Estrada, un reconocido optómetra, se dio a la tarea de levantar un palacio egipcio, fastuoso, a pocas cuadras de la Basílica de Villanueva. Tardaron doce años para que el palacio estuviera completo, erguido absurdamente en el barrio Prado, cuando no existía la Avenida Oriental.
La construcción del Palacio costó 50.000 pesos y propició las habladurías de la gente. Los vecinos pasaban por allí y veían en el frontis la cara de la hermosa reina Nefertiti, y en lo alto, apuntando al cielo, el mirador astronómico, de figura fálica, desafiante. Algunos pensaron que el palacio era un templo pagano consagrado a un dios maligno, o una abominación que pretendía desafiar a la Basílica Metropolitana. Lo llamaron “La casa del diablo”. Estaban muy lejos de la realidad.
El palacio fue idea de Fernando Estrada, el optómetra que viajó a Francia a hacer sus estudios superiores y luego se obsesionó con el antiguo Egipto. Durante su errancia europea, el optómetra cruzó el Mediterráneo y conoció Egipto, el añorado país de Kemi, de la hermosa Nefertiti. Junto al Nilo, presumiblemente, se deslumbró con la cultura que luego quiso replicar en Medellín.
La construcción del palacio tenía mucho más que ver con la añoranza de una vieja religión que con una afrenta al catolicismo. Es cierto que Estrada lo levantó a unas cuadras de la Basílica, y también es verdad que él no era un hombre religioso, pero sí fue respetuoso. Hay fotos de Fernando Estrada en el atrio de la Basílica, tal vez después de una primera comunión o un bautizo.
Sobre el palacio egipcio se han escrito decenas de artículos de prensa. Basta dar una mirada en internet o en una hemeroteca para encontrar las descripciones de la casa o la historia del optómetra. Sin embargo, se ha comentado poco sobre los símbolo masones que guarda el palacio. A saber, Estrada era masón y hacía parte activa de una logia fundada en Antioquia.
Volvamos a la época en la que el optómetra desembarcó de su periplo por Europa y Egipto. En 1930, después de décadas de poder conservador, el Partido Liberal, en cabeza de Alfonso López Pumarejo, llegaba de nuevo a ostentar la presidencia de la República. Entre los círculos más liberales había optimismo frente a una apertura política e intelectual. Se habló entonces de la secularización entre el Estado y la Iglesia, por ejemplo.
Para esa época había dos logias masónicas en Antioquia: Sol de la Montaña y Sol de Oriente. La primera de ellas era dirigida por Fernando Estrada, la mente que maquinó el palacio egipcio en Medellín.
El Palacio estuvo ligado a la masonería desde la construcción. Estrada delegó los diseños de la obra en Nel Rodríguez, también masón. La familia de Nel Rodríguez estaba ligada de vieja data con el espiritismo y la masonería. La erección del palacio egipcio significó un triunfo de los librepensadores de la época; la fálica torre apuntando al cielo, a los confines de Anubis, el guardián de las tumbas, fue un desafío para la sociedad antioqueña, tradicional y camandulera.
No en vano fue que los vecinos vieron en el excéntrico edificio un templo abominable. El palacio, por supuesto, tiene tantos detalles masones como relacionados con el antiguo Egipto. En el centro tiene un amplio corredor que representa la transición entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El mosaico que forman las baldosas tiene mensajes encriptados.
La pinturas masónicas
El Palacio fue heredado por los 14 hijos de Estrada, quien murió el 1 de septiembre de 1959. Los descendientes del optómetra vendieron el edificio a unos masones que lo tuvieron durante un tiempo. En la década del 80, no se sabe con precisión, otro masón, el pintor Camilo Isaza, dejó huellas en las paredes del palacio.
Así se ve el interior del Palacio Egipcio.
Camilo fue una figura reconocida dentro de la escena artística local. Dicen los que lo conocieron que era un hombre de modales muy finos, aristocráticos, y que andaba en carros lujosos. Cuentan que era “tremendamente culto” y muy sigiloso. Tan sigiloso era que Julio Londoño, compañero suyo de la Asociación de Artistas Colombianos, no se enteró nunca de que Isaza era masón.
Es muy probable que esa relación con la clase alta llevara al maestro Camilo a acercarse a la masonería. Fue un hombre abierto al mundo, con una cultura ecunémica; estudió en París y en Madrid. No es difícil imaginar a Camilo en los amplios salones, en los 80, trazando finamente las líneas sobre la pared. Las culturas confluyen bajo su creación, desde el antiguo Egipto hasta el Nuevo Mundo: en las pinturas se ven hombres y mujeres desnudos, de piel cobriza, que caminan entre cultivos de maíz.
Fernando Estrada, quien mandó a levantar el Palacio, era masón.
Sobre Camilo Usanza hay poca información, pero afortunadamente se escribió un libro sobre su trabajo, que lleva por título Una obra atemporal. Ahí se compilan sus trabajos y se ve el virtuosismo alcanzado en el retrato. El escultor Salvador Arango, amigo suyo, cuenta que en Venezuela, en donde Camilo estuvo varios años, se perfeccionó como retratista. Allí inmortalizó a políticos y militares, consiguiendo una relativa fama.
En los murales de Isaza aparece Mozart tocando una flauta. Según Alberto Araque, el hombre que cuida el Palacio, esto es una alusión a los siete chakras del cuerpo. También aparecen hombres egipcios y fragmentos de un cielo estrellado.
El Palacio es un templo de la masonería en Antioquia y poco se ha hablado de ello. Desde Fernando Estrada hasta Camilo Iasaza hay historias masónicas por descubrir.
Con libros y hamacas lograron cambiar la historia de una parte del barrio
El barrio La Torre es el último de Medellín. Está sobre el filo de la montaña, pegadito a Bello. La gente suele decir que es el último barrio de la ciudad. Pero allá, en cambio, dicen que es el primero, si se mira de norte a sur. Sobre La Torre se han dicho muchas cosas. En la prensa apareció una vez la historia sobre un cocodrilo que supuestamente comía gente. Decía el artículo que “los muchachos” de los combos lo utilizaban para deshacerse de los cuerpos dejados por la guerra.
Historias malas sobre el barrio, que hace parte de Santa Domingo y la Comuna 1, se han escrito por montones. Acá vamos a contar brevemente una historia diferente y en primera persona, cosa que no hacemos con frecuencia en Exclusivo Colombia.
La Alcaldía de Medellín anunció, en mayo de 2021, que restauraría la biblioteca España. Yo fui a cubrir el anuncio de la administración sobre la biblioteca. Después de la rueda de prensa, recuerdo, apareció un hombre que se identificó como Mesa, a secas, sin nombre. Al darse cuenta de que yo era periodista, Mesa se me acercó y me explicó que estaba buscando recursos para un proyecto de fomento a la lectura. ¿Un proyecto cómo? Él me lo explicó…
En 2020, durante la pandemia, a Mesa, cuyo nombre de pila es Juan Carlos, tuvo una idea germinada gracias al ocio de las cuarentenas. Con una hamaca y unos cuantos libros se parchó en el mirador de Santo Domingo Savio, una gran plancha de cemento desde la que se columbra el Valle de Aburrá. Ese sitio era utilizado desde hacía tiempo por expendedores de drogas. Solo ahí, recuerda Mesa, había cuatro plazas de vicio.
A Mesa lo miraron con recelo en un comienzo, pero él insistió en instalar la hamaca y leer un libro. Entonces, en medio del humo de la marihuana, empezó a invitar a otros. Así nació Lectores a la hamaca, un proyecto que, desde entonces, ha ido creciendo lenta pero constantemente. Hoy no hay rastro de las plazas de vicio que se habían apoderado de la terraza. Sí hay, en cambio, 7.000 libros, todos donados, de los que la comunidad puede disfrutar.
Lectores a la Hamaca es más que un encuentro con los libros, es un símbolo de resistencia.
“Hoy tenemos un espacio recuperado, lleno de cultura. Los niños vienen y leen en las hamacas. Con libros y cultura logramos desplazar el vicio”, comenta Mesa, el líder del proyecto.
Además de las hamacas y los libros, Mesa y sus ayudantes han emprendido otras labores tan loables como el fomento a la lectura. Desde hace unos meses se dieron a la tarea de mejorar 100 casas. La tarea es enorme, porque es muy costosa y requiere de voluntarios que donen mano de obra. Pero, sin rendirse, van en 25 casas mejoradas.
En esa zona de Santo Domingo, que da con Bello, las casas son, en su mayoría, ranchos de lata construidos y tablas. Una de las beneficiadas es Floripina, una mujer de 74 años a la que le quedan pocas pretensiones en la vida. No quiere volver al Chocó, su tierra natal, a menos de que la azote un “castigo divino”, y ya no puede hacer pasteles, con los que se ganaba la vida, porque le operaron los ojos y el humo le sienta mal. Solo quiere vivir en su casa, tranquila, y que las goteras la dejen dormir. Ese sueño, por lo menos, lo logró de la mano de Mesa.
Lo más triste es que el proyecto no ha contado nunca con apoyo institucional. Los libros y las hamacas los han donado personas naturales y empresarios, lo mismo con los materiales para rehacer las casas maltrechas. “Hacemos un llamado para que esta alcaldía nos ayude. Aunque hemos iniciado unos acercamientos, no han prosperado. Siempre es lo mismo: promesas y promesas”, reclama Mesa.
Lectores a la Hamaca es más que un espacio de encuentro con la literatura. Las hamacas y los libros terminan siendo símbolos de resistencia de un barrio olvidado, estigmatizado, que quiere cambiar su realidad. Es, también, una manera de llevar a los muchachos por otros caminos.
Medellín fue la ciudad de los 6.809 homicidios en un solo año, la de los bombazos, la del miedo sin fin. Fueron años aciagos los que atravesó la ciudad, una urbe que había crecido a la fuerza en un valle interandino, próspero y muy fértil. Nadie se hubiera imaginado que la apacible villa de comienzos de siglo habría de convertirse en una trinchera de la guerra, del horror. Pero, así como tocó el infierno, se levantó, y aunque no volvió a ser la de antes, tomó un rumbo inesperado. Eso explica bien el surgimiento de Lectores a la Hamaca y procesos similares que han surgido en varias comunas.
La cultura fue para muchos un escape de la realidad que vivía la ciudad. Hay muchas de esas alternativasque sobreviven hasta el día de hoy. Es cierto que Medellín no es un remanso de paz. El año pasado cerró con 389 homicidios. La cifra es absurdamente más baja en comparación con el triste récord de 1991, pero una vida humana perdida es una tragedia para toda una sociedad.
En la foto, la comunidad de Caucasia acercándose al proyecto.
Volviendo a Lectores a la Hamaca, Mesa ha logrado extender el proyecto a otros lugares necesitados de cambios sociales y culturales. Es una especie de franquicia que en otras regiones ha contado con apoyo del sector público, cosa que paradójicamente no ha pasado en Medellín.
Ya hay un Lectores a la Hamaca en El Aro, en Ituango, la tierra de Mesa; también hay uno en construcción en las comunidades indígenas El Pando y La Jagua, de Caucasia. Mesa sueña con que sus lectores se conviertan en una comunidad enorme, una comunidad con unas perspectivas de vida diferentes a las ofrecidas por el conflicto armado y la pillería.
Medellín, aunque tenga mucho por mejorar, no es la de antes, la de los años aciagos y la zozobra infinita. Y si es así es gracias a su gente, que se ha juntado para, desde las esquinas, decirle no a la guerra. Solo un arma ha empuñado toda esa gente: la cultura.
Siempre en su vida profesional ha estado rodeada de polémica, de detractores legales e ilegales, se siente orgullosa de su apodo, se hizo concejal con un discurso duro y en el recinto ya ha tenido varios episodios de confrontación. Dice que no le carga agua a nadie y ha resistido varios escándalos sin despeinarse. Claudia Victoria Carrasquilla Minami, pasó de lidiar con el crimen a lidiar con detractores que no le perdonan errores.
Siempre en su vida profesional ha estado rodeada de polémica, de detractores legales e ilegales, se siente orgullosa de su apodo, se hizo concejal con un discurso duro y en el recinto ya ha tenido varios episodios de confrontación. Dice que no le carga agua a nadie y ha resistido varios escándalos sin despeinarse. Claudia Victoria Carrasquilla Minami, pasó de lidiar con el crimen a lidiar con detractores que no le perdonan media.
El capítulo más reciente fue el 11 de mayo en el recinto del Concejo de Medellín, donde una plenaria se convirtió en un fuerte cruce de acusaciones entre Claudia Carrasquilla y el concejal del Pacto Histórico José Luis Marín, mejor conocido como “Aquino”, quien revivió varias controversias en las que se ha visto involucrada la hoy vicepresidenta del Concejo, pero que se remontan a tiempo atrás.
Marín, recriminó a Carrasquilla por supuestas deudas sin pagar durante su campaña al Concejo, así como a sus colaboradores y la supuesta utilización de falsos testigos cuando era funcionaria de la Fiscalía. Ambos, temas de los que esta última ha salido invicta hasta el momento. “La Dama de Hierro” arremetió contra Marín con vehemencia y el tema logró opacar en buena parte la plenaria, en la que los demás corporados fueron testigos de una confrontación más, de las que dice ella, ya está acostumbrada.
“En ese sentido, he sido atacada en el Consejo por ser mujer. La verdad, sí siento muchos ataques políticos. La violencia contra la mujer política es muy fuerte. Afortunadamente, las cuatro mujeres que en este momento estamos en el Concejo de Medellín, tenemos una buena estructura mental, porque creo que, si no, estaríamos como de psicólogos, no sé si a mis demás compañeras la atacarán como me atacan a mí. Pero realmente yo me he vuelto objeto de ataque en las redes por parte de la izquierda y de las bodegas que tiene tanto Daniel Quintero como tiene Gustavo Petro, en el que no me bajan de un insulto de perra, “paraca”, fea, abuela, lesbiana. Me dicen todos los improperios que a ellos se les cruza por la mente y eso es violencia política contra las mujeres. Pero aquí seguimos”. Dice Claudia Carrasquilla.
Es de una afición desmedida por la Coca Cola y por la virgen de Guadalupe, que tiene como escolta principal en el escritorio de su oficina en el Concejo de Medellín, dice sin ruborizarse que es la responsable de más de 1.500 capturas en 10 años de trabajo en la Fiscalía General de la Nación y como jefe de la lucha contra el Crimen Organizado.
“Tengo que hablar de las primeras capturas que hice cuando llegué a la Fiscalía de Crimen Organizado como fueron las capturas en Itagüí. La verdad, cometían acciones pues lamentables en el municipio, como la desaparición de una niña que finalmente fue encontrada en la fosa junto a su amiguito simplemente porque traspasaron una barrera, la captura de una sicaria que se hacía llamar “la diabla” y que nosotros logramos también a través de unos vídeos y de una construcción con la Policía Judicial determinar que ella había sido la responsable de ese homicidio, simplemente también porque había transgredido una barrera. Posteriormente la captura de “Carlos Pesebre”, que era un ícono en la ciudad de Medellín y poderlo capturar y llevarlo a juicio o lograr su condena. Después hizo unas maniobras para lograr salir en libertad de forma fraudulenta y nuevamente buscamos cómo se impusiera una medida de aseguramiento. “Para mí eso es satisfactorio te puedo decir que en una cuenta que hicimos en alguna oportunidad en la fiscalía logramos más de 1.500 capturas en 10 años de trabajo, todas de Crimen Organizado, entre cabecillas de estructuras criminales mandos medios, funcionarios públicos, como miembros de la Policía Nacional que siempre estaban al servicio de las organizaciones criminales y jueces y funcionarios públicos, que también estaban a ese servicio de esas estructuras criminales”, afirma la exfiscal.
En su oficina tiene una imagen de la virgen de María Auxiliadora y de la virgen de Guadalupe, que advierte, son sus mejores escoltas. Foto: Exclusivo Colombia
Uno de los episodios más complejos, lo afrontó como Fiscal, cuando fue la cabeza de la investigación y posterior captura del entonces Secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, también cuando fue amenazada en varias ocasiones por los principales cabecillas criminales de Medellín y Antioquia, incluso, descubriendo un plan de “El Clan del Golfo” en el que ofrecieron hasta $500 millones por su cabeza.
No, ya se me perdió la cuenta. Pero aquí estamos. Yo digo que si Dios nos coloca en una función, es porque de alguna manera tenemos que cumplir una misión en la tierra y nos va a proteger para ello. Pero si algún día también muero haciendo lo que me gusta, moriré feliz. “Fue en un allanamiento que hicieron en el barrio La Gabriela a una estructura del Nordeste, del “Clan del Golfo”, donde encontraron una documentación que hacía referencia a un supuesto atentado, la Policía Judicial en ese momento informa de un escrito donde mencionan a Carrasquilla, marcada con unas cruces y el capturado dijo en ese momento que era una vaca que están recogiendo los miembros de la organización criminal acá en la ciudad de Medellín, un permiso que en su momento le pidieron a “Otoniel” para hacerme un atentado y que para eso estaban recogiendo $500 millones, para hacerme el atentado porque yo vivía encima de las estructuras criminales, eso fue pues como lo último y lo más reciente y realmente eso ocurrió en el año 2017 más o menos cuando yo era directora de Fiscalías en Medellín”, explica Carrasquilla.
Fotos de Cortesía
Su salida de la Fiscalía no fue fácil, reconoce que fue uno de los peores días de su vida, por que no fue precisamente una despedida decorosa.
“Fue la forma como llegaron los dirigentes de la Fiscalía General de la Nación y sacarnos a nosotros que si bien es cierto sabíamos que eran cargos de libre nombramiento y remoción, no era la forma como nosotros esperábamos que se hiciera la transición de aceptación de renuncia para todos los directores, pero fue humillante, la verdad, la forma como nos trataron al momento de salir”, afirma.
En pocas preguntas y respuestas la hoy llamada “Dama de Hierro” se ha convertido en el eje de discusiones en el Concejo de Medellín, pero también en una figura de amores y odios. Quienes la conocen dicen que es inflexible, llegó a ser temida entre los delincuentes y ahora, como parte del Centro Democrático, acepta una gran admiración por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y es una implacable contradictora del ex alcalde Daniel Quintero, del que advierte es “una porquería”, así, también sin titubear.
¿Por qué terminar en la política después de ser una fiscal tan reconocida?
“Quizás siempre me gustó el tema político, aunque siempre fui muy aparte y apática de los temas políticos sobre todo porque era una funcionaria pública. Lo que hacíamos era perseguir precisamente esas castas políticas por temas de corrupción de vínculos con organizaciones criminales. Pero bueno, cuando yo salgo de la fiscalía general de la Nación, un amigo me propone lanzarme al Senado de la República. Yo le presto como atención y empezó a explorar el tema, hablar con algunos partidos para mirar donde yo era bien recibida. Finalmente llegué al Partido Cambio Radical por el exfiscal Néstor Humberto Martínez. Allí en efecto me dan el aval para el Senado de la República. Hice campaña durante el 2022. Fue exactamente lo mismo que la campaña para el Concejo de Medellín. Fue apunta de redes y a través de los medios digitales que me permitieron también recoger cerca de 14 .500 votos en todo el país”.
¿Cuál captura recuerda en especial de su época de fiscal?
Recuerdo mucho la captura de alias “Riñón”, un hombre que causó mucho daño en la ciudad de Medellín, en el municipio de Itagüí. Arrodillado, pidiéndome perdón para que yo no le capturara a la mujer Adriana. Eso lo recuerdo, ella estaba por testaferrato y enriquecimiento ilícito. Estuvo suplicándome arrodillado, un hombre tan malo como ese, que por favor no le sacara la orden de capturar a la esposa y finalmente también fue capturada”.
Si usted fuera mañana alcaldesa de Medellín, ¿cuál sería su primera acción?
“Acabar con todos los bandidos en la ciudad de Medellín. ¿Cuál es la fórmula? No negociar, no tenerlos en la cárcel de máxima seguridad como reyes, como están en este momento esos 17 bandidos, sino que por el contrario volver a crear el CEFCO, FACON y la persecución contra esas estructuras criminales, porque jamás un Estado puede rendirse ni un gobierno local, ni nacional puede rendirse ante los delincuentes como pasa con este gobierno nacional”.
¿De dónde salió el apodo de “La Dama de Hierro”?
Eso fue precisamente los delincuentes de Itagüí en una de esas primeras audiencias que hicimos cuando capturamos alias “Cobija”. No se me olvida. Él estaba muy dolido porque la policía judicial hacía referencia a la abuelita, que era la que recibía el dinero que cobraban de la extorsión y no sé quién le dijo que era la abuelita “puñalera” o algo así. Él muy molesto. Se me arrimó y me dijo que porque estábamos diciendo que ella era la abuelita puñalera. Yo le dije que nada sabía de eso, que inclusive si a la abuelita lo hubiéramos querido involucrar en la investigación, lo hubiésemos podido hacer porque ella era la que recibía todo el tema de la extorsión. Entonces es lo que me responde. Pues aquí todo el mundo dice que usted es “La Dama de Hierro” y a partir de ahí ya los medios de comunicación comenzaron a llamarme con ese apodo que llevo con mucho orgullo”.
Claudia Carrasquilla afirma que no tiene muy claro su futuro y que, con el apoyo de sus dos hijos, de 22 y 31 años, tiene la firmeza para seguir adelante, con todas las polémicas e insultos que se vengan. En su papel como Concejal, advierte que falta mucho por hacer, pero que su tema siempre va a ser la seguridad, la persecución a los criminales, los proyectos de fondo del Plan de Desarrollo y claro, denunciar la corrupción.
Un grupo de migrantes se roba todas las miradas con coreografías de alto impacto en algunos semáforos del barrio El Poblado de Medellín. Viven del baile y la generosidad de conductores y transeúntes y su sueño es demostrar todo su talento en competencias internacionales.
Family Crew es un grupo de 10 migrantes que se roba todas las miradas en el barrio El Poblado de Medellín. Siempre están juntos y uniformados. En cada cambio de semáforo se roban todas las miradas con un show de baile que preparan durante largas jornadas de ensayo. Su escenario son las calles, al sol y al agua y su público son los conductores y transeúntes que, en la mayoría de casos, terminan inquietos por la resistencia y disciplina del grupo en los shows que presentan cada dos segundos.
Charlys Luis, diector de Family Crew dijo que “nuestro deseo es viajar a Europa a representar a nuestro país y que tenemos familia y continuar adelante porque nosotros vemos por nuestras familias”.
¿Le gustaría conoce su baile coreográfico? Ingrese al siguiente video.
Un hombre ataviado con ruana negra y acompañado de dos perros encadenados se pasea por Medellín los viernes en la noche
“¡El sombrerón! ¡El espanto y el horror de los medellinenses!”.
Volvamos al siglo XIX, un par de décadas después de terminado el proceso de Independencia. Era Medellín entonces un pueblito recién designado capital de Antioquia.
Entre 1837 y 1839, dice la creencia popular, por ciertas calles del centro anduvo un personaje extraño, que aparecía en las noches de los viernes, pasadas las 8. En la crónica Espantos y Brujerías del Viejo Medellín, de Eladio Gónima, se hace una breve, pero rica descripción de ese personaje.
El cronista nos dice que todos hablaban del sombrerón, pero nadie sabía realmente quién era o cómo se veía. Lo que sí estaba claro es que su figura causaba espanto y escarmiento en los habitantes del viejo Medellín. Así se nos describe al que es quizá el espectro más propio y abominable de la capital de Antioquia:
“Al decir de las gentes, el Sombrerón estaba constituido de esta manera: una como figura de hombre con ruana negra, un gran sombrero, siempre jinete en una mula negra encasquillada (herrada) de los cuatro remos, llevando a lado y lado cogidos con gruesas cadenas, dos enormes perros negros, y acompañado de un fuerte viento que le servía de vanguardia”.
Al Sombrerón se le añadieron luego otras debilidades, como perseguir a los juerguistas que bebían y jugaban en las noches. Este espanto, como la mayoría que anduvieron por las montañas de Antioquia, tiene interpretaciones diferentes en otras latitudes. En Bogotá también hubo uno como el nuestro; en Guatemala, el nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias lo incluyó dentro de sus Leyendas de Guatemala.
Eso no debe causar extrañeza ni causar demérito sobre la figura del sombrerón. Los mitos de América se constituyeron sobre los prejuicios de los conquistadores que, por ejemplo, aseguraron haber visto tribus de mujeres amazonas, luchadoras. Llegaron a estas tierras con sus mitos de la era grecolatina y los adaptaron. Los indígenas y los negros africanos, traídos como mano de obra esclava, hicieron su parte y aportaron sus mitos y creencias.
Esta es la crónica sobre el Sombrerón, está en el libro El periodismo en Antioquia, una recopilación de Juan José Hoyos.
Una buena muestra de ello es el personaje Pedro Rimales, que varía de nombre según el país de América Latiana. En México y Chile, por ejemplo, lleva el nombre de Pedro Ardimales. Es un personaje que llegó al continente heredado de la tradición literaria popular de España y fue adaptado a cada región.
Pero volvamos al Sombrerón, lo que nos ocupa en este breve recuento. Dice el cronista que el espanto parecía venir de fuera de la ciudad, es decir, pareciera que su intención era entrar al pueblo únicamente a causar miedo y escarmiento entre los vecinos. “El endriago como que tenía su habitación fuera de la ciudad porque venía siempre del Camellón de la Alameda (Colombia) y nunca por otra calle”, relata la crónica.
A diferencia de la Madremonte y otras leyendas, sobre el Sombrerón se da poco contexto. No se conocen los motivos de sus apariciones nocturnas, ni por qué anda vestido de negro y con dos perros encadenados. No hay una historia que justifique su presencia en la ciudad. Sí se sabía, por lo que nos cuenta Gónima, el recorrido que el espanto emprendía cada ocho días:
“Llegaba al galope a la esquina de San Juan de Dios, cruzaba unas veces sobre la derecha y seguía en línea recta hasta encontrar la calle de detrás del Convento del Carmen, y llegaba a la Plazuela San Roque donde se volvía humo; otras veces continuaba su carrera hasta la Plaza, cruzaba por la calle del Comercio (Palacé), y llegaba a la Plazuela, y buenas noches”.
Nótese que la descripción no dice explícitamente que el Sombrerón atemorizara a la gente, pero sí dice cómo se convertía en humo, al mejor estilo de un espanto abominable, para perderse en la noche y solo aparecer al siguiente viernes.
La crónica de Gónima termina de manera humorística y dando entrada a la posibilidad de que el Sombrerón tuviera la complicidad de otros espantos:
“Parece que en las inmediaciones del Convento tendría el Sr. Espanto su lugar de descanso ya preparado por algún otro parecido a él, con puerta abierta, bien juntada, pues nadie había oído que se abriera o cerrara”.
Antioquia, tierra de mitos
El Sombrerón no es el único mito antioqueño. Hay mucho más, y más reconocidos, como la Madremonte, el cura sin cabeza y la rodillona. En su mayoría, son personajes que aparecen en otras culturas del continente. En Mitos y leyendas de Antioquia la Grande, libro del Javier Ocampo López, se hace un detallado recuento de cómo estas figuras míticas fueron tan importantes en la colonización antioqueña del siglo XIX.
Un personaje muy pintoresco es el de la vieja comilona, una mujer que aparecía cuando los peones de las minas y las fincas se arrimaban a los fogones a calentar su comida. Lo llamativo de la vieja es que es inofensiva, se limita a acercarse al fuego y coger con sus manos las brasas y comerse los plátanos asados.
Esta es una representación de la diosa Dabeiba, adorada por los Catíos.
Son decenas de personajes los que se pueden nombrar, pero tal vez ninguno con la riqueza de la diosa Dabeiba, quien enseñó a los catíos a sembrar y hacer canastos, a vivir en sociedad. Vivía la diosa en lo que hoy conocemos como la subregión del Occidente, entre el Paramillo y Urabá, donde llegaron los conquistadores españoles a dejar una estela de sangre en 1538. Aunque arrasaron con casi todo, no pudieron borrar de la memoria a la diosa.
Jonathan Heredia es un influencer con más de 50.000 seguidores en las redes, donde difunde la palabra de Dios y ha sido controversial, al afirmar que gracias a su fe ya no es gay. El comunicador habla por primera vez con un periodista de Exclusivo Colombia. También conversamos con otras voces para conocer su opinión.
Jonathan Heredia es un influencer, pero es de lo más singular en sus redes, donde da mensajes de convivencia, reflexión y habla de Dios. Su fe y su carisma, le han multiplicado sus seguidores y también han desatado controversia, que dice, enfrenta con amor y comprensión. Habla públicamente de su experiencia y conversión, que dice, lo llevó a dejar la homosexualidad y a reconocer un episodio de abuso sexual que ocurrió en una iglesia. El comunicador habla por primera vez con Exclusivo Colombia. También buscamos otras voces para conocer su opinión.
A las continuas preguntas que le hacen en las redes sociales sobre su tendencia sexual, Jonathan, un venezolano que se arraigó en el oriente antioqueño hace 7 años, contesta con citas bíblicas, en la mayoría recurriendo a parábolas donde se habla de fe. La controversia, sin embargo, en pleno siglo 21, donde la comunidad LGBTIQ+ lucha por reconocimiento, valor social y derechos igualitarios, se gesta en el debate con la pregunta ¿es posible dejar de tener una condición personal como el homosexualismo?
“Desde muy pequeño viví una experiencia muy difícil y dolorosa que me marco el corazón, lastimosamente sufría abuso sexual, tenía tan solo 8 años cuando viví esa experiencia y lo más más trágico es que fue dentro de la iglesia, por consiguiente bueno, en el caminar de mi vida llegué a pensar que yo era homosexual y que yo quería tener esa vida y me llegué a identificar como un homosexual, de hecho quería ser un cristiano gay, un cristiano homosexual, quería mezclar los dos mundos, las dos conceptos en mi vida porque yo pensaba que eso estaba bien, ya que Dios me amaba y no me juzgaba, pero a su vez sentía que nada lo que hacía era correcto”, dice el influencer.
Su testimonio se da en momentos en los que muchos países, entre ellos Colombia, debate la prohibición de las llamadas “terapias de choque”, practicadas de manera clandestina por sectas religiosas y que incluyen choques eléctricos, presión psicológica y maltrato físico, entre otras prácticas rechazadas por los defensores de Derechos LGBTIQ+ y con una línea difusa entre lo legal y lo ilegal. Este, sin embargo, no es el caso de Jonathan, quien advierte que su conversión se dio en el marco de la iluminación de Dios y por una convicción personal.
“Hoy ya no me considero una persona homosexual, es más creo que nunca lo fui, cierto a pesar de que tuve una pareja, una relación sentimental con alguien, pero había como una sed en mi corazón, por más de que yo estaba con esta persona decía me hacía falta algo, esto no era para mí, este no es mi destino, llegó Dios en un momento difícil, todos recordamos como imprimimos las fotos antes, en un cuarto oscuro había un rollo, había una luz, bueno yo viví muchos cuartos oscuros, uno de mi vida donde Dios tuvo que revelar su corazón de una forma especial y este es tu caso pues déjame decirte que todos necesitamos de Cristo, todos necesitamos experimentar este amor, para mí ha sido un reto hablar de mi testimonio en redes sociales y esto se lo cuento a ustedes aquí en Exclusivo Colombia, ha sido un reto, muchos comentarios pero siempre con mucho amor y a veces soy un poco desafiante el responder, porque creo que podemos ser un no tomarnos las cosas tan a pecho y también a respetar las visiones y las decisiones de otros, hay algo que Dios me hizo ver un día y es quiero que se haga un puente entre la comunidad LGTB y yo, porque Dios nos ama a todos por igual”, explica Jonathan.
De su experiencia puntual no habla mucho. De su episodio de abuso tampoco, pero advierte que es el hecho que marcó su vida. Desde que emigró de Venezuela a Colombia, hace 7 años, se encuentra en el oriente antioqueño y decidió que su vocación era hablar, comunicar a través de todos los medios su fe y su vida como ejemplo. No en vano sus redes crecen todos los días y con más de 50.000 seguidores, su público, advierte, es tan diverso, como la comunidad LGBTIQ+ a la que perteneció.
¿Pero, qué dicen los especialistas del tema?
Para la psicóloga Claudia Montoya, cambiar de orientación sexual no es un hecho fortuito, ni se da de la noche a la mañana.
Psicóloga Claudia Montoya.
“Mirándolo desde mi punto de vista y teniendo en cuenta que mi enfoque es completamente humanista diría que la orientación sexual de las personas forma parte fundamental de la identidad de cada una de ellas. Esta orientación suele ser bastante estable a lo largo del tiempo. Probablemente puede pasar que alguien experimente cambios en sus sentimientos, en sus atracciones a lo largo del tiempo o a lo largo de la vida. Sin embargo, pues no es común que una persona simplemente hoy se levante y diga hoy voy a dejar de ser homo sexual. Cambiar la orientación sexual en sí mismo no es algo que se pueda forzar o decir de manera tan consciente. Entonces no es simplemente yo hoy soy homosexual y mañana ya no soy homosexual. No es posible”.
Hay numerosos casos estudiados sobre la condición sexual y la mayoría coinciden en la ineficacia de las terapias, e incluso de que ese cambio desde lo mental y personal se lleve con éxito. Los esfuerzos para cambiar la orientación sexual se consideran perjudiciales y no éticos por parte de numerosas organizaciones médicas, psicológicas y de derechos humanos.
Jaques León, líder, activista y defensor de Derechos de la población LGBTIQ+ afirma que las condiciones sexuales de las personas, son propias, no son solo una conducta pasajera.
Jaques León, líder, activista y defensor de Derechos de la población LGBTIQ+.
“Desde mi punto de vista como activista defensor de derechos humanos de la población LGBTIQ+, respetando las creencias religiosas de cada persona, de cada ser humano como miembro o integrante de la población, creo que estos diálogos, estas conversaciones desde lo cristiano, desde lo católico, quien ha sido la iglesia, un gran represor de esta población, no podemos seguir alimentando esa violencia que se ha venido impartiendo desde hace muchos años desde el ente religioso, respetando las creencias religiosas de cada ser humano, de cada persona, pero no teniendo en cuenta ni compartiendo las terapias de conversión, todos los discursos de odio que ha fomentado la iglesia frente al homosexualismo, no comparto, ni en ningún momento voy a estar de acuerdo con las terapias de conversión, ni las creencias religiosas, ni los cultos, ni la iglesia católica desde donde se nos ha reprimido tanto, reprochado, rechazado y el cual ha sido un generador de violencia, de crímenes de odio, de homofobia y persecución hacia nosotros como líderes activistas”, dice Jaques.
En la Web se pueden encontrar decenas de instructivos para “dejar de ser gay”, no obstante, esto se da por la búsqueda que hacen muchas personas, a las que le inquieta su orientación sexual. Jonathan, advierte en su testimonio que su debate no es para cambiar a las personas abruptamente, dice con seguridad, que su testimonio es una muestra de lo que hicieron varios años de asistir a la iglesia, de cuestionarse y de tomar una decisión de la que dice “me hace feliz y sé que estoy haciendo lo correcto”.
Hernando Muñoz Líder y académico, experto en temas LGBTIQ+ habla del tema con propiedad.
Hernando Muñoz Líder y académico, experto en temas LGBTIQ.
Pues es muy respetable el testimonio de Jonathan. Él está en todo su derecho de creer en lo que está creyendo, que es Dios, que es en Cristo, que llegue a su corazón. Es un gran asunto por lo cual yo pasé hace muchísimos años, lo que él llama tener a Cristo en el corazón, yo lo hice el 4 de mayo de 1976, cuando era muy jovencito, y bueno, y supe que era vivir eso y tratar de buscar lo que él llama el regalo y demás, volvo y digo es respetable, pero yo espero verlo en unos años y ver su vivencia, y si es honesto realmente que pueda entender que uno no cambia eso, que es uno, ese ser que es uno, uno no lo puede cambiar, y por otro lado creo que entiendo que él dice pues que no es la religión, ni es Dios, pero todo el tiempo habla de Dios, de la religión, de tener a Cristo, de pecados y es esa culpa que está ahí y que se está dando y que no es el ayuno y la oración y que no es claro, es que es a través de eso que se intenta que se cambie, porque como los cristianos hablan, aman al pecador, pero no a su pecado y ser homosexual es pecado, entonces yo no entiendo si él dice que porque se tiene que preguntar esas cosas y verla como si fuera un pecado si realmente no lo es, pero vuelvo y digo es respetable, yo si quisiera que la gente que le sigue y que mira esta situación como una opción, tenga mucho cuidado y tenga mucho acompañamiento, porque ni es tan fácil, ni es tan aconsejable hacerlo y yo creo que la felicidad está en ser uno, respetando a los demás, pero poder ser lo que uno es, perdónenme la redundancia, y en ese sentido ese ser es ser un hombre homosexual o una mujer lesbiana, bueno, como usted es, y no tener culpa y hacerlo, y vivirlo con alegría, con respeto, con una mirada de cuidado integral, y creo que es eso, creo que en este asunto, como lo expone. Hay represiones, de muchas formas estamos reprimiendo una cosa que sentimos, yo sé de qué habla él, pero también sé de lo dañino que puede ser”, dice el académico.
El debate es más profundo de lo que se ve a simple vista, no obstante, en la libertad de pensar y hacer, los expertos aconsejan y defienden la individualidad. Por el momento Jonathan sigue cultivando gran cantidad de seguidores, que no solo le creen, sino que sienten curiosidad por conocer su historia y su mensaje, más allá de la creencia religiosa, ser influencer es su propia responsabilidad y así lo acepta en cada video que hace.
La conmovedora historia que no se había contado de una valiente madre antioqueña que viajó a Israel para acompañar a su hija quien sufrió un grave accidente de tránsito que la dejó en estado crítico. La líder social paisa relata como ha sido la vida en un hospital, lejos de casa e incluso en medio de la guerra de ese país con el grupo terrorista Hamás y la ruptura de relaciones con Colombia.
María Juliana Isaza es una colombiana que hace 5 años viajó a Israel con el propósito de encontrar un mejor futuro para ella y sus dos hijos de 9 y 12 años. Pero el 1 de enero de 2023 un trágico accidente pausó sus sueños. Su madre, Luz Mery Mesa reveló que ella se transportaba en una bicicleta eléctrica y se estrelló contra un vehículo.
Foto: María Juliana Isaza
Relató que el panorama fue abrumador: la mujer de 34 años sufrió trauma craneoencefálico y fractura de clavícula y su estado de salud dependía de un milagro. Fue en esa prueba difícil de vida donde la líder social de Medellín decidió viajar para enfrentar con su coraza de madre uno de los capítulos más desafiantes “para mí esto ha sido una experiencia absolutamente dura porque hemos tenido que estar en diferentes hospitales y pues yo como acompañante de ella y como asistente de ella he tenido que atravesar situaciones muy difíciles por el idioma, por las incomodidades que se vive en un hospital. Yo siempre he estado las 24 horas con ella y los 7 días de la semana. Hemos estado accidentadas las dos”.
Exclusivo Colombia conoció conmovedoras imágenes de las terapias de rehabilitación a las que ha sido sometida María Juliana, quien ya cumple más de un año hospitalizada. En esas instituciones médicas su madre, Luz Mery, no se separa ni un solo de segundo de ella e incluso se ve como en los videos le da fuerza y le dice que no está sola “vamos Juli, vamos Juli, con fuerza”.
Foto: proceso de rehabilitaciónFoto: proceso de rehabilitación
La mujer de 34 años Lleva 4 cirugías y la próxima será el 27 de mayo. Su madre, quien concedió por primera vez una entrevista para un medio colombiano dijo que esta prueba de la vida la retó “hoy tengo mi corazón partido en dos países. En Colombia tengo a mi hijo y a mis nietos que los amo como si fueran mis hijos y a mi hija aquí en una circunstancia difícil pero que ha sido satisfactoria su rehabilitación y recuperación”.
Ambas han superado cada obstáculo e incluso sobrevivieron a la guerra que hoy enfrenta el país contra el grupo terrorista Hamás y desde un hospital, Luz Mery, con su valentía, le envió un mensaje a las mujeres colombianas que estuvieron dispuesta a dejarlo todo por sus hijos “hoy en este día de madres, deseándole a todas las madres colombianas y a todas las madres que se encuentran aquí en Israel un feliz día. Yo digo que las madres hacemos todo por el amor a nuestros hijos”.
Foto: Luz Mery Mesa, madre de María Juliana
La hija de Luz Mery representa a decenas de colombianos que viajaron a Israel para buscar una mejor opción de vida y que hoy se encuentran en medio de la incertidumbre por la ruptura de relaciones de Colombia con ese país “somos muchos los colombianos que estamos acá, algunos buscando mejor calidad de vida porque las oportunidades en Colombia no se les dieron y en el caso mío que he tenido que cumplir una cantidad de protocolos”.
Y desde ese lugar dijo que no ha renunciado a su fe y expresó que su sueño es tener de regreso a su hija y una vez terminada la misión de madre, su otro deseo es regresar a Medellín para abrazar a su otra mitad de vida.
Historia de un retratista que hace su trabajo con elos pies
Junín, con su pasado bohemio, reminiscencia de un esplendor perdido, se convirtió en los últimos años en refugio de artistas callejeros. Sobre una banca de madera se sienta todos los días el juglar sabanero Plutarco Urrutia, un hombre de 83 años que aún interpreta el acordeón; también está “Fernando Tiza”, un hábil dibujante que hace enormes retratos sobre el pavimento.
Pero hay un artista que llama la atención. Se llama Diego Armando Usme, nacido en Barrancabermeja y criado en Bucaramanga y Bogotá. Diego Armando es pintor, especialista en retratos. Pero no es un pintor cualquiera. Nació sin manos y, aunque su familia quería que fuera abogado, él se inclinó por el arte desde muy joven. Con los dedos de los pies sostiene el pincel hábilmente; con el pie izquierdo sostiene el papel y con el derecho traza las líneas de expresión y borra cuando hay un error o queda inconforme con una línea.
Ni siquiera sabe explicar qué lo primero que retrató, o cuándo lo hizo, porque es algo tan natural, tan inevitable, que lo extraño sería no hacerlo.
Diego Armando va todas las tardes a Junín. Llegó a Medellín hace muchos años por invitación de una hermana. Pese a eso, su acento contrasta con el de sus clientes, que van pidiendo retratos mientras arrastran las eses. Diego, en cambio, dice “Mompi”, un término capitalino que estuvo en auge a comienzos de este siglo, pero que ya se olvidó.
El pintor se sienta en un taburete pequeño, sin espaldar, y se pasa ahí la tarde, en medio del río de gente que va cambiando de sentido según la hora. En la tarde de un jueves retrata a un chamán de pelo largo. Del celular, que también manipula con los pies, ve los detalles que luego plasma en el papel. Es un retrato difícil por la cantidad de detalles de los collares que cuelgan del cuello del chamán.
Cada tanto, el artista se detiene para ofrecer los retratos. Hay dos opciones. La primera, que el cliente se siente frente al pintor unos quince minutos. Debe estarse quieto para que el artista logre captar el ángulo de la boca, el enarcamiento de las cejas, el largor de las orejas. La segunda opción es más costosa, porque el trabajo es más preciso. En esta, el cliente envía una foto para que Diego Armando la emule.
Este trabajo es más demorado. Son tres días los que pasa el artista dando forma con sus pies al retrato. ¿Qué es lo más difícil? Para Diego Armando nada es difícil, solo es cuestión de concentrarse. Es algo natural, que simplemente pasa.
Diego Armando ha pasado por muchas academias de arte. En Bogotá aprendió la técnica. Siempre tuvo el apoyo de la familia. Su madre, cuenta, también tenía vena artística, aunque no se dedicó a ello de manera profesional. Él, en cambio, asumió el arte como una manera de vida, quizá la única posible.
El artista solía trabajar detrás del Palacio de la Cultura, cerca de la Plaza Botero, pero de ahí lo sacaron los funcionarios de Espacio Público. Por eso tuvo que irse a Junín, de donde también han tratado de moverlo. Afortunadamente para él, el ensañamiento de las autoridades ha sido con los cantantes que amplifican sus voces con bafles y no con él, un pintor que pasa en silencio la mayor parte del día.
Los retratos que hace Diego Armando son precisos. Los hay en color y en blanco y negro, como el cliente lo prefiera. Son cientos de retratos los que ha hecho Diego Armando en su vida. Desde hace años tiene el apoyo de la Fundación de Pintores con la Mano y con el Pie, una organización que brinda ayuda y crea una red de artistas que nacieron con discapacidades.
Diego Armando va a Junín todos los días en la tarde.
Diego Armando nunca se ha sentido impedido o menos capaz; el arte es algo natural en su vida, algo como comer o secarse el sudor de la frente.
Si alguien llegara a decirle dudar de su talento, podría responder con los versos que el compositor Adolfo Pacheco inmortalizó en una canción que grabó Diomedes Díaz en el álbum Ganó el Folclor:
Las puertas de la iglesia permanecen cerradas por cuestiones de seguridad
Las campanas doblan a las 3:45 de la tarde y la caterva de palomas se eleva al cielo. Las puertas de la Catedral Metropolitana están cerradas casi todo el día, salvo en la mañana y al caer la tarde, cuando se celebra misa. Recostados en las puertas enormes, dormidos o alucinando, hay cuatro hombres harapientos, desorbitados, que cargan consigo costales de basura y ropa mugrosa.
Uno de ellos, descamisado, soñoliento, dice que van a abrir las puertas para la misa de 12. Pero si van a ser las 4 de la tarde, por Dios. El hombre está acostado en el atrio, junto a una de las enormes puertas. Alrededor suyo hay basura desperdigada: cajetillas de cigarrillo, botellas plásticas, pedazos de tela, el empaque de unos condones. Al hombre lo sobrevuelan varias moscas.
—Ah, es que yo hago arte— dice el hombre, que toma un pedazo de tela y lo dobla. —¿Sí ve?—.
Es en realidad un muchacho. A pesar de la mugre, su piel es tersa, juvenil. Dice que la Policía lo levanta cada tanto de ese lugar. Él, junto a los otros durmientes, vuelven una y otra vez al mismo lugar, con pipa de bazuco en mano.
En otra de las puertas frontales hay tres hombres. Dos están sentados, pidiendo plata a quien pase, y el otro está dormido y con la cabeza metida dentro de una caja de cartón. ¿Qué es un atrio de una iglesia si las puertas están cerradas? El atrio de la Metropolitana, la iglesia más importante de Medellín, está en el limbo, de espaldas a Dios.
Esta imagen se repite todos los días, peses a que la policía levanta a las personas que allí duermen.
Antes de que doblen las campanas, un hombre menudo llega al atrio. De un morral saca camisetas, medias y pantalones y los extiende sobre las bancas del atrio. ¿Está vendiendo ropa? No, responde, la estoy secando. Dice que vive muy cerca del parque y que lleva la ropa a una lavandería. Como no tenía dónde secarla, un día vio que alguien más extendía la suya en las escalas de las Basílica. Entonces emuló el ejemplo.
No es el único que tiene esa costumbre. Con el cierre de las puertas y el deterioro del Parque Bolívar, el atrio se convirtió en un espacio sin uso y quedó a merced de lo que quieran hacer con él. Eso no está mal, dirá algún transeúnte con razón. Más bien, es el reflejo del caos que es Medellín.
Hay otro hombre que también extiende su ropa mientras cose un pantalón militar. Sobre el cielo se cierne una nube negra que oscurece la tarde. Las palomas, que se cuentan por cientos, están inquietas. “Ellas presienten las lluvia”, dice otro hombre que está sentado más allá del que cose su pantalón. Una tormenta está por desatarse.
Cuchilleros y el cierre de las puertas
Lo que pasa en la Basílica no es nuevo. Conocidas son las historias de que los ladrillos están socavados porque los han raspado para mezclar su ripio con bazuco. El extinto periódico El Mundo publicó un artículo en 2019 en el que se cuenta la historia de una riña dentro de la catedral. En plena misa irrumpió un hombre con una navaja y detrás de él dos energúmenos lanzando palos y piedras.
El de la navaja imploró al cura que lo ayudara, que esos dos hombres lo iban a matar. La persecución llegó hasta un ala de la catedral y ahí desembocó en una garrotera memorable. Así lo cuenta el artículo de El Mundo:
“Batalla campal, con golpes, taburetes que volaban y gritos que espantaban el silencio, aunque apenas unos segundos después ingresaron los agentes de la Policía para controlar la situación. Gresca que, de acuerdo al relato de los trágicos actores, se originó porque el de la navaja había atracado y herido a uno de los dos hombres que fueron tras él. En medio de los nervios y la incredulidad, el padre pudo terminar la ofrenda”.
Después de eso se decidió que era mejor cerrar las puertas durante el día. A los portones tuvieron que forrarlos en láminas de hierro para que la madera original no se siguiera corrompiendo con el ácido de los orígenes. Es una estampa desoladora la del atrio vacío, solo ocupado a ratos por los durmientes y sus chiros.
Como el atrio está inutilizado y las puertas de la iglesia cerradas, algunos aprovechan para extender la ropa ahí.
La Metropolitana, en un principio llamada Basílica de Villanueva, es la más grande en el mundo construida con ladrillos: un millón doscientos mil. Fue inaugurada en 1931, cuando la ciudad vivía un esplendor y en las esquinas del centro se abrían cafés y teatros al mejor estilo de la Belle Époque.
“A la hora de la canónica de vísperas, cuando el sol calcina afuera, entro a la iglesia catedral en pos de los signos. Basílica Metropolitana de Villanueva la llaman los viejos; los jóvenes, que jamás la han visto, pasan de largo sin saber”.
La anterior es una descripción de Fernando Vallejo en la novela El fuego secreto, una oda a la primera juventud. El protagonista, Fernando, entra a la catedral y se pregunta por sus secretos:
“¿Qué habrá en ella y en sus anexos socavones de sombra abovedada? ¿El templo subterráneo de un secreto?”.
El recorrido del protagonista termina en una suerte de premonición de lo que sería el futuro de la Basílica de Villanueva:
“Único fiel en la nave mayor, en su última banca, enciendo el pequeño cigarro que traigo, ya forjado, en el bolsillo de la camisa. Y en las volutas caprichosas del humo de los hachidis, humo imperecedero, humo inefable, asciende hacia las altas bóvedas mi imploración, mi súplica”.