Son cinco jóvenes los que día tras día demuestran su talento con el balón en el semáforo de la calle 30, bajo el puente de la avenida Guayabal, cerca de la estación Industriales del Metro. Allí, aprovechan los 45 segundos en donde los automóviles se detienen para impresionar a propios y extraños, con el balón. El sueño de ellos es llegar a ser futbolistas y se la rebuscan para continuar viviendo en Medellín.
En las últimas décadas, Medellín se ha convertido en uno de los escenarios más importantes para el fútbol profesional colombiano por la proyección de talentos que surgen de las academias de la ciudad. Estas oportunidades atraen a jóvenes de todo Colombia, los cuales llegan esperanzados de conseguir un puesto en uno de los equipos profesionales de Antioquia, y con esto, cambiar la realidad que dejaron atrás en sus lugares de origen. Pero, aunque haya talento, el sostenerse en un lugar ajeno les cuesta a los jóvenes, que, en muchas oportunidades, vienen solos.
Este es el caso de 5 jóvenes oriundos del Valle del Cauca, quienes en las tardes frecuentan el semáforo de la calle 30 bajo la Avenida Guayabal, justo al lado de la estación Industriales del Metro, para pedir colaboración luego de demostrar sus habilidades con el balón a los ocupantes de los carros que paran en dicho sitio. La premisa de su “show” es no dejar caer el balón, por lo cual cada uno se ubica en una esquina de la calle y con diferentes maromas se colocan la esférica en el pecho, la espalda, las rodillas y los pies, sin que la misma caiga al piso. Unos segundos antes de que el semáforo cambie, se desplazan hacia los automóviles para recibir monedas de los espectadores que hayan sido impresionados o que simplemente los quieran ayudar.
Germán Santiago es uno de estos jóvenes, y a pesar de que no es el mayor, dice ser uno de los más responsables y quien trata de cuidar al resto de muchachos que tienen entre 13 y 21 años. En entrevista con Exclusivo Colombia, este futbolista callejero reveló que además de buscar una oportunidad en Medellín, salieron de Cali para escapar de la violencia en sus calles, las mismas que les enseñaron a jugar fútbol.
“Venimos acá en busca de nuevas oportunidades, a jugar fútbol, a demostrar lo que uno tiene Claro. Aprendimos a jugar fútbol en el barrio, allá en Cali, es que, en Cali, pues hay mucha violencia, ¿no? Y pues, en la calle uno aprende muchas cosas, y uno aprende a jugar fútbol en la calle, en el barrio, claro”.
Como miles de jóvenes, esperan por la oportunidad de jugar fútbol profesional, el cual llaman “el sueño americano”. Germán espera que esta labor le permita ayudar a su familia.
“Principalmente uno se forma como persona, ¿no? Y pues, como todo el mundo, el sueño americano, debutar, ayudar a su familia a salir adelante, ¿no? Porque la mentalidad trasciende también. Y hay muchas personas que no lo ven desde ese punto de vista, pero el fútbol es una manera de salir, sacar a los suyos, ¿no? Eso es lo que uno espera a futuro Claro”.
Los muchachos hacen parte de una casa hogar, donde, según dijeron, hay jóvenes del Chocó y todo el litoral pacífico, los cuales entrenan en las mañanas, y se la “rebuscan” en las tardes a través de la generosidad o labores que les permitan tener unos pesos de más que sus familias, por la situación económica que enfrentan, no les pueden mandar desde sus lugares de origen.
“Nosotros entrenamos en la mañana, trabajamos aquí, vamos a la casa Y casi todo el día estamos entrenando, porque nosotros somos muy disciplinados, hermano, somos muy disciplinados. Antes en la Casa Hogar nos apoyan, porque ellos saben que nosotros somos muy independientes, a pesar de todo, nosotros siempre estamos tratando de rebuscárnosla y de tener sus propias cosas y ganar sus cosas por sus propios méritos.”
Al preguntar si disfrutan demostrar sus habilidades en los semáforos, respondieron que sí les gusta, pero que si tuvieran otras opciones, estarían primero que esta actividad que realizan al sol y al agua, con incertidumbre sobre cuánto se pueden ganar y con el riesgo de ser atropellados por un conductor incauto.
“Nosotros nos divertimos, no te miento, pero si nosotros tuviéramos mejores condiciones, nosotros no haríamos esto”.
El joven Germán Santiago frunce el ceño y piensa más su respuesta al ser preguntado sobre las verdaderas posibilidades que ellos puedan tener para llegar al fútbol profesional, por temas de patrocinio, favoritismo y factores socioeconómicos que muchas veces, a pesar del talento, los jugadores no pueden resolver. Su mensaje fue que ellos van paso a paso, y espera que, al momento de la verdad, las personas que escojan a aquellos que llegarán al fútbol profesional, midan con la misma vara a todos.
“Siéndote sincero, ahorita mismo uno está esperando qué le trae el futuro, uno se esfuerza, pero pues Uno no decide eso, porque acá también depende mucho de la situación económica de las personas. Es complejo, es complejo, porque he visto casos que, si uno no tiene la suficiente plata, pues no llega, pero yo no pongo eso como excusa, mi talento habla por mí”.
Finalmente, los jóvenes manifestaron que seguirán rebuscándose la vida con el balón en dicho semáforo, acompañados unos con otros para esquivar los riesgos que las calles de Medellín poseen, y con la fe intacta de que llegará el momento de demostrar todo el talento para conseguir el sueño que los hizo recorrer todo Colombia y que les puede permitir un futuro mejor tanto para ellos como para sus familias.