“Lamento mucho decirte que uno de los bebés falleció y tu otro bebé se está muriendo”. Así fue la triste y dolorosa noticia médica que recibió Natalia, una madre primeriza que durante su embarazo gemelar, perdió a uno de sus niños. El segundo sobrevivió, pero con graves complicaciones de salud. Exclusivo Colombia cuenta la historia de esta mujer que puso a prueba su gallardía y fe de madre.
Natalia era una joven con muchos sueños y planes para le futuro. Recién comenzaba su formación en enfermería y llevaba un año de relación con su novio. Pero en 2012, cuando solo tenía 18 años, su vida dio un giro inesperado: descubrió que estaba embarazada “yo estaba muy chiquita cuando quedé en embarazo. Un día fui a hacerme una ecografía con mi padrastro y cuando íbamos en el carro nos pusimos a adivinar qué sexo sería el bebé y él dijo: “vea para que no peleamos va a ser un niño y una niña” y yo le dije: “oigan a este”. Cuando entro a que me hagan la ecografía, el médico empezó a decir las medidas, las semanas, “no mamá, los dos los veo bien” añadió, – ¿cómo?”, respondió Natalia, con asombro.
Aunque la noticia la dejó en shock, Natalia comenzó a aceptar la realidad y a cuidar de su embarazo, con el apoyo de su familia. Los primeros meses transcurrieron de manera tranquila y las ecografías confirmaban que el desarrollo de los bebés era completamente normal, pero al empezar su tercer trimestre, sintió que los niños ya no se movían y consultó con un médico “doc. mira, lo que pasa es que no siento los niños”, explicó Natalia.
“Me pasaron a la sala de ecografías y en la pantalla se veía a un bebé moviéndose solo con el líquido amniótico y el otro se movía despacio. El doc. me dijo: “lamento mucho decirte que uno de los bebés falleció y tu otro bebé se está muriendo. Te tengo que pasar ya a cirugía porque te van a hacer una cesárea de emergencia”.
Era un escenario catastrófico. Natalia entró a la sala de parto con el corazón destrozado y añorando un milagro. No sabía si estaba mentalmente preparada. Allí recordó los videos de nacimientos donde lo primero que se escuchaba es el llanto del bebé. Sin embargo, tras unos minutos de intervención, ningún llanto se escuchó en la sala. La cesárea se había complicado “los niños venían bien, no había ningún riesgo, ninguna complicación de que tuvieran alguna enfermedad o algún diagnostico desde el vientre. Lo que me cuentan los médicos fue que el otro bebé agarró el cordón umbilical y lo apretó. Al apretarlo se cortó el oxígeno y le empezó a robar oxigeno al otro bebé por instintito de supervivencia porque su propio oxigeno no pasaba. El bebe logró soltar el cordón umbilical, pero al soltarlo se hizo un coágulo de sangre que le viajó al corazón y le provocó un fulminante porque le taponó una arteria del corazón. Jean Pierre quedó mal por la falta de oxígeno que le generó una hemorragia y una parálisis del 40% en el cerebro y un diagnóstico de parálisis cerebral espástica o leucomalacia periventricular. A parte de que también le dio epilepsia”, comentó Natalia.
Jean Pierre estuvo hospitalizado durante diecisiete días, tiempo en el que Natalia, su madre, recibió una difícil noticia por parte del equipo médico: a medida que su hijo creciera, podrían aparecer más secuelas derivadas del sufrimiento fetal que había experimentado. Aunque el pequeño reaccionaba a los estímulos y mostraba una sonrisa constante, su desarrollo motriz no avanzaba como se esperaba.
Ante esta situación, comenzaron las terapias de rehabilitación física y ocupacional, y Jean Pierre fue puesto bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario que incluía neurólogos, ortopedistas y fisiatras. Gracias a este enfoque integral, el bebé inició un progreso positivo, enfrentando sus desafíos con el apoyo de los especialistas y el amor incondicional de su madre.
“Jean Pierre vino a gatear a los 2 años y lo hizo hasta los 10. Continuamos con las terapias, pero llegó un punto donde yo veía que las terapias ya no le estaban haciendo efecto porque no hubo más avance. Él tenía las piernas atrofiadas y cuando cumplió los 10 años, un cirujano me dijo que Jean Pierre era el candidato perfecto para una cirugía multinivel en miembros inferiores. Aunque fue muy dolorosa para él siempre estuvo con una buena actitud, con una buena sonrisa, con esa energía bonita que lo caracteriza”, comentó Natalia.
A pesar de la fortaleza y resiliencia que Jean Pierre demostraba, su condición requería una atención constante y cuidados especializados, lo que significaba una gran demanda de tiempo y recursos. Para Natalia, esta situación la puso en una encrucijada financiera, viéndose obligada a equilibrar las necesidades de su hijo con la creciente presión económica. Mantenerse a flote mientras cubría las terapias y los gastos médicos de Jean Pierre se convirtió en un desafío diario que puso a prueba tanto su estabilidad económica como emocional “sí o sí tengo que trabajar porque tengo que sostener a mi hijo y sí o sí tengo que hacerle su tratamiento. Yo debo llevarlo a las terapias y a las citas los especialistas. Trabajando para una empresa fue muy difícil el tema de las citas con el niño porque estar pidiendo permisos es horrible porque si no era una cita con un especialista me decían -vamos a ver si podemos, miremos si te pueden colaborar- y era uno como rogando y yo decía -pero no estoy pidiendo permiso para irme a pasear o arreglarme las uñas – yo estoy pidiendo permiso para llevar a mi hijo a unas terapias”, dijo Natalia con impotencia.
Ante la necesidad de tener más libertad de tiempo y poder atender mejor a su hijo, Natalia recibió el apoyo inesperado de su padrastro, quien le confió un vehículo. Con este recurso, comenzó a trabajar como conductora, llevando a estudiantes y otras personas. Esta flexibilidad le permitió organizar su día de acuerdo a las necesidades de Jean Pierre, logrando un delicado equilibrio entre el trabajo y el cuidado de su pequeño, quien requería atención constante debido a su delicada condición.
En diciembre de 2023, contra todo pronóstico, Jean Pierre logró caminar por su propia cuenta, un hito que pocos esperaban debido a las complicaciones físicas derivadas de su sufrimiento fetal. Desde entonces, el pequeño ha desafiado todas las limitaciones impuestas por su condición “yo me siento feliz fe dar los primeros pasitos y eso que no he parado desde diciembre de dar los primeros pasitos”, comentó Jean Pierre.
“Es espectacular, todo lo que ha pasado y lo que ha logrado aun en contra del diagnostico de los médicos, de lo que decían que no podía y está haciendo”, añadió su madre.
Hoy, con la misma sonrisa que lo acompaña desde su nacimiento, sigue retando lo “imposible”. Es la prueba viva de que, con amor y valentía, no hay obstáculo que no se pueda derribar.