Desde 2014, esperando una solución que nunca llega, han muerto 70 venteros
Este 14 de junio se cumplen diez años desde que la alcaldía de Aníbal Gaviria desmontó el Bazar de los Puentes. El argumento de la administración fue que las plataformas A y B, donde estaban los venteros, se habían convertido en una “olla de vicio”. Aunque en el operativo de desmonte fueron capturadas 30 personas, no se incautó droga. Hoy, en donde solía estar el bazar, se pregonea a cielo abierto: “marihuana, rocas, pepas, clonazepán”.
Pero vamos por partes. El llamado bazar estaba ubicado en las losas superiores del deprimido de la Avenida Oriental. Se instaló allí un pequeño centro comercial popular al que llegaron venteros que estaban regados por todo el centro. Estas personas venían del comercio informal en calles y parques y encontraron allí, por lo menos, un lugar bajo techo y seguro para subsistir.
Fue en 1999 que se construyó el bazar con pequeños módulos para los vendedores ambulantes. Con el tiempo, como todo ese sector de la ciudad, fue decayendo y se hundió en las dinámicas sociales como la venta de drogas. Sin embargo, acabar con el bazar no fue una solución, como es posible concluir luego de pasar por los bajos de la estación Prado.
Los venteros se vieron obligados a vender sus variados productos en otro lugar. La administración de Gaviria no les dio ninguna solución. Desde entonces, 420 personas se asentaron bajo el viaducto del metro en la estación Prado, para guarecerse de la lluvia, y crearon el mercado más extraño que tiene la ciudad. En el bazar es posible conseguir ropa de segunda, ollas, martillos, celulares y juguetes sexuales.
Pero lo pintoresco que pueda parecer el lugar se desvanece cuando uno mira la realidad social. María Eugenia Valencia, líder de los venteros, ha estado en Prado desde 2014, cuando cambió su vida. Desde entonces han pasado tres administraciones (Gaviria, Federico Gutiérrez y Daniel Quintero) sin que ninguna haya pasado de las promesas a la acción.
Y lo más grave de que no se haya construido un nuevo bazar —como se prometió en cada administración— es que el problema se creció. María Eugenia dice que si en 2014 eran 420 venteros, ahora son por lo menos 1.200. Sus cálculos tienen sentido. En el lapso de diez años se avino una pandemia con resultados desastrosos en cuanto a niveles de pobreza, y eso sin contar con la presión que ha metido desde 2015 la diáspora venezolana.
“Llevamos diez años bajo el agua, con la contaminación de los carros. Federico dijo que iba a hacer algo y nunca nos ayudó. Quintero dijo que tenía 8.000 millones de pesos y finalmente no supimos qué pasó”, dice María Eugenia.
En efecto, la primera administración de Gutiérrez diseñó unos módulos para ubicar a 250 venteros, pero la idea quedó en el papel. La administración Quintero le dio muchas vueltas al asunto y también terminó en nada. Primero, el entonces subsecretario de Espacio Público Yorman Benítez dijo a los venteros que tenían un presupuesto de 8.000 millones de pesos para rehacer el bazar.
Sin embargo, después de unos estudios se determinó que la plataforma no podía soportar estructuras muy pesadas, como las que se habían diseñado, y entonces hubo que comenzar de cero. De manera paralela, la gerente del Centro, Mónica Pabón, anunció que sobre las plataformas, dada la imposibilidad de construir, se harían placas deportivas para jugar fútbol y voleibol. La justificación fue que con estos espacios se podría darle una nueva vida al sector.
Y es que las plataformas, ante la ausencia de control, fueron invadidas desde hace tiempo talleres improvisados y habitantes de calle. Es tal la inseguridad que una vez a un comensal, que almorzaba en uno de los restaurantes del sector, le robaron la carne del almuerzo. No es chiste.
La intervención anunciada por la Gerencia del Centro nunca se hizo, pero lo más llamativo fue que en 2023, año de elecciones, Quintero sacó de la manga la idea de retirar las losas completas, es decir, dejar otra vez a la Avenida Oriental destapada. ¿Y el bazar? Se prometió construirlo donde están los venteros hoy, en los bajos de la estación Prado.
Ninguna de las dos cosas se hizo, por supuesto, pero hay un agravante en cuanto al retiro de las losas. El Plan de Desarrollo 2020-2024 prometía construir un pequeño Parques del Río sobre las losas, cosa que no se cumplió. ¿Por qué el exalcalde salió con una idea en el cuarto año de su mandato que daba al traste con un proyecto incluido en su propio Plan de Desarrollo?
Más allá de esos líos administrativos sin resolver, lo más preocupante de esto es el drama humano. María Eugenia dice que a hoy son unos 70 compañeros expulsados del bazar que han muerto durante estos diez años: “Se han enfermado acá por la contaminación. Estamos expuestos a todos los riesgos, a la lluvia, al peligro. Van 70 compañeros muertos y nada que nos dan una solución”.
La mayoría de venteros son mayores de 60 viven del diario. Hoy no saben qué va a pasar durante esta administración. Su posición nunca ha sido la de sentarse a esperar. María Eugenia ya perdió la cuenta de a cuántas reuniones ha ido con los sucesivos funcionarios encargados. “Ya hemos hablado con algunos concejales de este periodo y tenemos reuniones programadas con la alcaldía. Esperamos que ahora sí nos cumplan”, dice.
Los ánimos de los venteros, sin embargo, están por el suelo. Muchos se echaron al dolor y comentan que van a morir allí, bajo el viaducto del metro. Lo cierto es que el panorama hoy es desalentador. Cada día llegan más personas en busca del sustento diario y las esperanzas de una solución se hacen remotas.