¿En qué va la investigación por el asesinato de alias “Pichi Gordo? ¿Por qué ha generado zozobra en Medellín? Exclusivo Colombia indagó sobre las causas y consecuencias de este crimen y además, en qué coinciden las historias de los tres cabecillas de alto perfil que han compartido el alias y apodo de “Pichi” en la organización delincuencial más peligrosa del Valle de Aburrá: “La Oficina”.
Hasta para los investigadores judiciales más curtidos, es un verdadero problema que los delincuentes tengan un mismo alias, más, cuando los tres hacen parte de la misma organización delincuencial. En este caso, un alias común, el de “Pichi”, se convirtió en verdadero rompecabezas que tuvo una solución práctica, tanto para las autoridades, como en el interior de la organización delincuencial más peligrosa del Valle de Aburrá: la mal llamada “Oficina”.
Esta solución fueron los alias con “apellidos”, para diferenciar al patrón, para no equivocar órdenes, para marcar, al menos, a tres de los más relevantes cabecillas de este grupo delincuencial, que, tras ser perseguido por más de 30 años, ahora está sentado en una mesa de negociación de paz con el Gobierno Nacional, con la promesa de dejar atrás los negocios ilícitos y devolver a la sociedad unos 6.000 jóvenes, que advierten, son integrantes de más de 250 bandas delincuenciales en el Valle de Aburrá.
Wilmar Alexis Metaute Zapata, mejor conocido en sus años de cabecilla como “Pichi Calvo”, fue, según los archivos judiciales, un miembro financiero y del ala militar de “La Oficina” por varios años, con poder en el narcotráfico en Centroamérica y que obtuvo el apellido por hacer parte de una facción de la organización criminal a la que llamaron “Los Calvos”, de los que hacía parte también Jorge Mario Pérez Marín, alias “Morro”, según las autoridades, el último cabecilla de primer nivel que había sido asesinado en el Valle de Aburrá, antes de lo ocurrido el pasado 7 de marzo en un recodo de El Poblado.
“Morro” y “Pichi Calvo”, para identificar el pequeño clan, siempre iban con cabello rapado, ambos fueron asesinados en trampas mortales, a tiros, ambos en casos que siguen abiertos y hasta ahora en una controversial impunidad.
Juan Carlos Castro, alias “Pichi Belén”, es el único de los tres “Pichis” en seguir con vida, además en libertad, tras haber sido capturado en uno de los más ambiciosos operativos adelantados desde Medellín y por orden del entonces alcalde Federico Gutiérrez en su campaña contra los cabecillas de “La Oficina” entre 2016 y 2019.
“Pichi Belén” recibió su “bautizo” de alias, debido a su arraigo en el barrio Belén San Bernardo, donde, según los archivos judiciales, desarrolló su experiencia criminal hasta hacerse líder de la banda delincuencial “San Bernardo” y luego, de manera sorpresiva, ser designado por el bajo mundo, como cabecilla principal de “La Oficina”.
El tercer “Pichi”, era “Pichi Gordo”. Recientemente asesinado, fue uno de los principales cabecillas de esta organización y jefe de la mal recordada banda de “La Terraza”. Desde muy joven fue reconocido como “El Gordo” y el apellido de su alias fue apenas inevitable, para marcar diferencia con los otros. Este crimen, no solo revive la coincidencia de su alias con los otros cabecillas, sino una zozobra que se vive, por ahora, en silencio en el bajo mundo criminal y con preocupación por las autoridades.
El 7 de marzo, en lo que hasta ahora parece ser una trampa criminal, “Pichi Gordo” fue asesinado. Las autoridades consultadas por Exclusivo Colombia, advierten que un crimen de este nivel, no se veía en el mundo criminal desde la pavorosa masacre de 9 personas en una finca de la vereda El Salado, en Envigado, donde cayó muerto “Morro”. A pesar de que fue hace 12 años, todo parece tener una insólita conexión.
¿Quién mató a “Pichi Gordo”?
Entre la Policía, los investigadores e incluso, en los corrillos del crimen, por estos días solo se habla del asesinato de Édinson Rodolfo Rojas, “Pichi Gordo”, de quien las autoridades advierten era un histórico cabecilla de la que una vez se conoció como la “Oficina de Envigado”, más exactamente de la banda delincuencial de “La Terraza”, organización criminal mencionada reiteradamente en Medellín cuando ocurre un delito de alto impacto, desde un “fleteo”, hasta magnicidios que parten la historia del país, como el del icónico humorista Jaime Garzón y el del defensor de Derechos Humanos, Jesús María Valle.
“La Terraza”, la banda que tomó el nombre de un recodo de Manrique, lleva más de 30 años apareciendo en titulares y en la mitad de ellos, sus cabecillas, desde Elkin Sánchez Mena, el “Negro Elkin”, asesinado en agosto del año 2000 en una emboscada tendida por hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia, hasta “Pichi Gordo”, asesinado el pasado 7 de marzo en plena zona exclusiva de El Poblado y a manos de un comando de sicarios, del que hasta hoy se sabe poco.
Eso sí, se sabe que iba en un lujoso BMW, propiedad de una conocida ex reina del eje cafetero, que estaba en compañía del ex jugador de fútbol John Lovert Córdoba, que resultó herido y su escolta, Julián Alexánder Suárez Giraldo, alias “Enano”, también muerto en el ataque.
También se supo que cumplía funciones como facilitador de paz, en el marco de las negociaciones del Gobierno Nacional con las bandas más relevantes del crimen de Medellín y el Valle de Aburrá, según confirmó el mismo Presidente de la República Gustavo Petro: “La muerte de Édinson Rodolfo Rojas en Medellín es un atentado contra el proceso de paz que el Gobierno Nacional adelantaba con las bandas locales en el Valle de Aburrá”, dijo en su cuenta de X.
En poco menos de dos semanas han sido múltiples las referencias periodísticas acerca de la figura oscura de alias “Pichi”, desde su largo prontuario criminal, hasta su papel, desconocido en buena parte, en la negociación de paz con el Gobierno Nacional. ¿Pero quién lo asesinó y por qué?
Exclusivo Colombia indagó con diversas fuentes las posibles causas de este crimen, entre las cuales, autoridades y analistas, coinciden solo en que se trata de un asesinato de alto nivel, detrás del cual hay sin duda, una mano oscura y poderosa.
“La muerte de Édinson Rodolfo Rojas, conocido como “Pichi Gordo”: Primero es que se asesina a un histórico de “La Oficina”, concretamente la estructura de “La Terraza”. Es una persona que estaba en libertad, estaba apoyando el tema de paz y obviamente su genera de ocupación en la gente, en la ciudadanía genera preocupación Incluso el tema de voceros representantes, que están hoy en el espacio socio jurídico, está dado en la Cárcel de Itagüí. Sin embargo, lo que se debe decir es, después de su muerte había muchas especulaciones de que iba a iniciar una guerra, de que esto iba a poner un tema de violencia muy fuerte y no ha sido así. O sea, se han presentado casos y obviamente no dejan de presentarse hechos violentos en la ciudad, pero hay que verlo así”, dice Fernando Quijano, reconocido analista del conflicto urbano y miembro de la delegación para la negociación de paz del Gobierno Nacional para Medellín.
Según el Sistema para la Seguridad y Convivencia de Medellín, en efecto, se conserva una disminución del 11% en los homicidios en lo que va de 2024, no obstante, el ambiente criminal está enrarecido.
“Esperábamos una reacción de los grupos delincuenciales por la muerte de este cabecilla. Es que desde la muerte de alias “Morro” (Jorge Pérez Marín) en 2012, no se tenía un caso de este nivel. Pero no ha pasado nada, por lo menos que podamos relacionar con el caso. Eso nos indica que pudo ser un ajuste de cuentas”, advierte una fuente allegada a la investigación.
Exclusivo Colombia pudo establecer que, pasadas casi dos semanas del crimen, los avances han sido escasos en la investigación que ahora tiene, al menos, seis hipótesis diferentes sobre los móviles del homicidio.
El concejal y Exsecretario de Seguridad y Convivencia de Medellín, Andrés Tobón Villada dio, entre líneas, una de ellas: “Al parecer habrían asesinado a Pichi Gordo, cabecilla histórico de “La Terraza”, en medio de un ataque sicarial en El Poblado. En caso de tratarse de un ajuste de cuentas, una orden de este nivel sería imposible sin la autorización de alias Douglas”, dijo en su cuenta de X.
“Pichi Gordo” no era un cabecilla común en la llamada “Oficina”. Tras la captura y extradición de los principales cabecillas de la organización, Erikson Vargas “Sebastián” y Maximiliano Bonilla “Valenciano”, este, uno de los tres “Pichis”, cobró relevancia en el control de la delincuencia del más alto nivel. Los archivos judiciales le conectan con el narcotráfico en Centroamérica, de ser el más cercano escudero de José Leonardo Muñoz “Douglas”, uno de los dos principales cabecillas que quedan de la “Oficina”, e incluso, “Pichi Gordo” figura como cabeza financiera de los movimientos de dinero de la organización en la Lista Clinton.
Era un reconocido aficionado y creyente en la santería y los rituales de la “Santa Muerte” y obtuvo, sin explicaciones muy convincentes, el beneficio de excarcelación de una pena de 16 años de cárcel, de la cual solo pagó casi 7, quedando en libertad en enero de 2020.
Una de las hipótesis de su muerte indica que, desde su salida de la cárcel, quiso retomar el control criminal en “La Terraza”, lo que produjo roces con los cabecillas en estos cuatro años. La investigación en este aspecto, aún está en pañales.
Una fuente, que pide ser reservada, habla de otra hipótesis del asesinato, según la cual, estaba adelantando negocios ilegales sin el consentimiento de la organización, lo que pudo ocasionar una reacción violenta, al mejor estilo de la mafia organizada y en total discreción, lo que explicaría el silencio en el bajo mundo del crimen en Medellín.
Así las cosas, a “Pichi Gordo” pudieron haberlo asesinado por múltiples razones: un ajuste de cuentas, como parte de un complot contra el proceso de paz con el Gobierno Nacional, por una rencilla con sus antiguos “patrones”, por hacer negocios ilícitos sin consentimiento, e incluso, según advierten, por una posible negociación con el Gobierno de Estados Unidos que se habría dado como colaboración en un proceso amplio por narcotráfico. Sea cual sea el móvil, el asesinato de un cabecilla de este nivel, advierten las autoridades, no se da sin una razón de peso.
Lo cierto es que, a pesar de la reducción de homicidios en la ciudad, el análisis de los que han ocurrido en los últimos días si generan preocupación entre las autoridades y la comunidad.
Si bien, el contexto de los homicidios en Medellín hasta el año pasado era el de la intolerancia, lo que está pasando, con más visibilidad en este mes, es una escalada en asesinatos en la modalidad de sicariato. Solo este fin de semana, entre viernes y sábado, se presentaron 8 homicidios en el Valle de Aburrá, de los cuales 5 ocurrieron en estas condiciones, mientras dos casos más, se presentaron en Bello, esta vez, cuerpos hallados envueltos en plásticos y sábanas.
“Pichi Calvo” cayó en una trampa mortal
Aún se desconoce, al menos de manera oficial, de donde salió la orden para asesinar a Wilmar Alexis Metaute Zapata, alias “Pichi Calvo” en esa mañana del 12 de junio de 2014, en un parqueadero de una reconocida discoteca en Las Palmas. Si se preguntan por coincidencias, la muerte de los dos “Pichis” es una paradoja.
Después de casi 10 años, se sabe que Metaute llegó a bordo de una lujosa camioneta blindada y descendió en compañía del conductor Iván Darío Ciro Muñoz. Iba a cumplir una cita, esta vez con la muerte. Un comando de sicarios lo abordó, uno de ellos le descargó cuatro disparos y el conductor y escolta, falleció cuatro días después.
Según investigaciones de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, entre los años 2000 y 2007, “Pichi Calvo” tenía 16 anotaciones, incluso por portar armas de fuego e incluso, con salvoconducto vigente y original.
Pocos saben que Metaute, más discreto en esa época, estuvo en la colosal fiesta de alias “Fritanga”, que fue interrumpida por uno de los operativos más grandes de este siglo contra el narcotráfico. Fue reseñado, pero no tenía orden de captura. También estuvo en la fiesta de fin de año con su amigo alias “Morro”, juntos conformaban una especie de clan denominado “Los Calvos”, no obstante, Metaute salió antes de la masacre que dejó 9 muertos.
Su poder económico y criminal quedó en evidencia en 2015, cuando la Fiscalía General de la Nación, ocupó más de 35 bienes de su propiedad, avaluados en no menos de 8.000 millones de pesos, entre ellos una vivienda en la loma de El Tesoro, avaluada para ese momento en unos 1.200 millones de pesos.
La muerte de Metaute, aún es un enigma. Una de las hipótesis que planteó la Policía Metropolitana, tiene que ver con su participación en la masacre de la vereda El Salado en Envigado, una traición que no se pudo establecer a ciencia cierta.
“Pichi Belén”, el cabecilla que no ejerció
Una fuente allegada al proceso de paz de las bandas criminales del Valle de Aburrá con el Gobierno Nacional, confirmó que Juan Carlos Castro, “Pichi Belén”, hoy vivo y en libertad, al igual que “Pichi Gordo”, actúa como facilitador y enlace con los miembros de las bandas. Permanece en discreción, advierten las autoridades que al momento no hay un requerimiento judicial en su contra.
En 2018, en medio de una feroz campaña de capturas contra “La Oficina”, llevada a cabo por el entonces también alcalde, Federico Gutiérrez, poco se hablaba de “Pichi Belén”, que aparecía en los organigramas como cabecilla de la banda de “San Bernardo”. No obstante, una filtración, dejó expuesto a este hombre como nueva cabeza de la organización criminal completa, en reemplazo del entonces capturado y curiosamente tocayo, Juan Carlos Mesa Vallejo, alias “Tom”.
Fue el 19 agosto de ese año que se desplegó un operativo de grandes dimensiones, donde hombres de las Fuerzas Especiales de la Policía, capturaron en una lujosa cabaña de Tolú, Coveñas a “Pichi Belén”. Al parecer, su error fue ser el hombre más allegado a “Tom”, quien le delegó el poder criminal, que ya no solo residía en las bandas de Belén, sino del Valle de Aburrá. Solo pasaron unos meses entre su repentino ascenso y su captura, no obstante, de los tres “Pichis” es el único que sobrevive.
En diciembre de 2020, según confirmaron las autoridades, le fue concedida la detención domiciliaria a Castro, no obstante, se desconoce cómo y cuando fue contactado por el Gobierno Nacional para hacer parte de las negociaciones de paz.