Es una casona amplia que pasó a manos del municipio hace poco más de dos años
En la parte sur de Itagüí, la que linda con La Estrella, hay una casona blanca, de chambranas azules, que llama la atención. Está rodeada de un bosque en el que abundan los frutales: mangos, guayabas. Un caminante desprevenido puede pensar que la casa está fuera de lugar, y tiene algo de razón. Detrás de ella se levantan inmensas moles de cemento, edificios de 30 pisos construidos en los últimos años.
¿Por qué esta casa está tan anacrónicamente ubicada? ¿Qué hay en ella? Esas son las dos preguntas clave en esta nota.
La casa fue construida a mediados del siglo XX y su dueño fue nada más y nada menos que el presidente conservador Mariano Ospina, quien ocupó la casa de Nariño entre 1946 y 1950. Hay que recordar que en tiempos del expresidente, La Estrella e Itagüí eran pueblos aparte de Medellín y no estaban conurbados como pasa hoy.
La casa, entonces, era de recreo y estaba en las afueras de la ciudad. Cuentan que el expresidente y su esposa, Bertha Hernández, vivieron periodos en la casa. Se dice que ella le dio el toque femenino a la morada con un orquideorama en la parte trasera de la casa. La casona fue bautizada como Mi Ranchito.
Bien, ahora contestemos la segunda pregunta. El expresidente construyó la casa hace más de 70 años y después de su muerte pasó por varias manos. Hoy funciona dentro de sus paredes la Casa de la Mujer de Itagüí, un espacio que ofrece una amplia oferta cultural y de atención para las mujeres.
La casa del expresidente pasó a manos del municipio en 2021. Resulta que una constructora compró los predios en donde está Mi Ranchito y levantó el proyecto Verde Vivo, una urbanización enorme de apartamentos. En su momento se temió por el futuro de la casona. Se dijo que la iban a derrumbar y que su historia se habría de perder. Fue tal la molestia que algunos vecinos incluso protestaron con carteles y plantones.
Aunque la constructora dijo en un comienzo que la casa sería un centro cultural abierto para la gente, luego se confirmó que sería un espacio para las mujeres del municipio. Así lo dijo el alcalde de entonces, José Fernando Escobar: “Como fueron intervenciones menores no hubo problemas para tramitar los permisos; entregando esta casa para servicio de las mujeres estamos cumpliendo una promesa de nuestro plan de gobierno y el plan de desarrollo”.
La casa es patrimonio arquitectónico y por eso no se le pueden hacer grandes modificaciones. Para ponerla en funcionamiento, la alcaldía de Itagüí, sin embargo, tuvo que hacer algunos retoques en puertas, baños y chapas. El predio es grande, de 1.000 metros cuadrados.
En Itagüí, según cifras de la propia alcaldía, hay 160.000 mujeres, el 52 por ciento de la población. El municipio se ha preocupado por sus mujeres desde hace varias administraciones. Desde 2017 existe el Observatorio de Inclusión y Equidad para las mujeres, que analiza varios ejes temáticos como los derechos de las mujeres y propone acciones para prevenir la vulneración de sus derechos.
Ahora bien, la casona no está disponible solo para mujeres que han sido víctimas de algún tipo de violencia. El municipio ha sido explícito en que allí pueden acudir mujeres de todas las condiciones que estén buscando un espacio en el que puedan expresarse, aprender y fortalecerse como personas.
La oferta es, como se dijo, bastante amplia: desde clases de rumba para poner el cuerpo a punto hasta yoga. La idea es que sea una atención integral que fomente las diferentes esferas humanas de las mujeres.
“Yoga, rumba, taller de huertas, comunicación para emprendedoras, manualidades, ofimática, maquillaje, cuidado estético de manos y pies, entre otros, son algunos de los frentes en los que las itagüiseñas se están formando hoy. Este lugar se llena de vida cuando ustedes lo habitan”, dice la administración para atraer a las mujeres.
El espacio, además, es amplio y agradable. La casona de baldosines rojos está rodeada de un bosque que da sombra y sosiego en los días de calor. En las zonas verdes funcionan las huertas, donde crecen especias y plantas aromáticas cultivadas por las propias usuarias.
La casa del expresidente conservador quedó rodeada de edificios enormes, de una ciudad que antes no existía, pero así también logró sobrevivir y ser un remanso de paz para las mujeres.