Cerca de 1’600.000 personas visitaron la comuna 13 durante 2022, según la Alcaldía de Medellín.
En la comuna 13 pasaron muchas cosas buenas después de la guerra. Una relativa paz, aunque amenazada por los combos de siempre, se esparció sobre las colinas de Las Independencias, Antonio Nariño, El Salado y los demás barrios. En 2011 se inauguraron las escaleras eléctricas y la comuna sufrió un éxito inusitado, impensando en los años que la ley la ponían los milicianos y los bandidos.
Muchas cosas cambiaron en la 13. Las casas de Las Independencias fueron ampliadas por sus dueños, quienes tumbaron paredes y construyeron terrazas, levantaron muros y empotraron barras. El barrio es irreconocible para alguien que lo haya visitado antes de la construcción de las escaleras eléctricas.
Pero como suele suceder en la vida, con la bonanza vinieron también los problemas. Con la proliferación de negocios, y por ende de dólares, aumentó la deserción escolar. “Los muchachos ya no querían ir al colegio por estar pidiendo plata. Han pasado muchas cosas malas acá”, comentó un líder social.
La foto que acompaña a este artículo es una muestra de un problema más que le surge a la comuna. El año pasado, según cifras de la Alcaldía de Medellín, 1’663.461 personas visitaron la comuna 13 en 2022. Es decir, el promedio mensual fue de 138.622. Todos esos turistas por la comuna tomándose fotos, escuchando las atrocidades de la guerra, de los desaparecidos tras la Operación Orión. También van tomando cerveza, comiendo paletas, tomando agua en botellas plásticas, comprando dulces o arepas de queso que vienen sobre platos de icopor.
Los residuos generados por esa cantidad de gente son desmesurados. En las mañanas, antes de que pase el camión de recolección, las bolsas de basura se acumulan infamemente, una encima de la otra, formando montañas de desperdicios inmundos, una podredumbre a la vista de todos.
“En las mañanas, antes de que pase el camión de recolección, las bolsas de basura se acumulan infamemente, una encima de la otra, formando montañas de desperdicios inmundos, una podredumbre a la vista de todos”.
En los primeros días de diciembre de este 2023 pasó algo que debe llamar la atención. Una mañana, el camión de Emvarias se demoró más de lo habitual para llegar a la zona. Cuando al fin hizo presencia, después de las 9:00 de la mañana, no lo dejaron entrar. La comuna quedó llena de basura, como se ve en la foto que acompaña a este artículo.
Decenas de bolsas malolientes, repletas de residuos reciclables y orgánicos que se pudrían bajo el sol, quedaron en toda la entrada de los turistas. Lo que debe hacer ruido no es que la basura haya quedado a la vista de los extranjeros, que con impresión miraban la montaña de podredumbre, sino la gestión de los residuos en una barrio que pasó de ser periférico a un gran centro de comercio.
Ahora, la pregunta es quién detuvo al carro de basuras para que no entrara. El líder de la zona comentó que los comerciantes que se hacen en el espacio público ya tenían sus chazas montadas cuando el carro llegó. Entonces, envalentonados, le dijeron que no podía pasar, porque primero es el comercio.
El conductor de Emvarias tuvo que tornarse entre las calles estrechas y dejar la basura ahí, junto a las escaleras, a la vista de todos.
Exclusivo Colombia consultó el tema con Emvarias. Desde la oficina de prensa respondieron que lo de ese día fue un caso particular. En efecto, los comerciantes no dejaron que el carro entrara. La empresa, por su parte, hace un llamado sobre la producción de residuos en la zona.
Basta con dar una pasada en la tarde para ver cómo latas vacías de cerveza, con residuos ya rancios por dentro, descansan en los contenedores al lado de desperdicios de arepas de queso, de hamburguesas, que a la vez se van descomponiendo al sol, esperando la llegada del carro. No hay gestión alguna de los residuos, ni pedagogía para reciclar y separar. No, todo el mundo, como pasa en todos los barrios de Medellín, hay que decirlo, saca la basura sin separar, contaminando todo y dando un festín a ratas y gallinazos. Y metiendo más presión al relleno sanitario, por demás.
Como se dijo al comienzo de esta nota, los beneficios del turismo en la comuna 13 son enormes, pero por eso no puede dejar de señalarse lo que no está bien. En 2021, el cronista Miguel Osorio publicó para El Colombiano un informe en el que se denunciaba cómo el ruido y la multitud de turistas había cambiado para siempre la vida en el sector. Una mujer que atendía un pequeño bar contaba, consternada, que no podía salir en pijama de su casa, que había perdido la privacidad.
“No puedo salir en pijama porque de inmediato me toman fotos y salgo en redes sociales”, dijo la mujer en su momento.
El mencionado líder de la zona se queja de que las administraciones poco han hecho por componer el desborde de la comuna 13. Hace rato hay quejas por venta de drogas y supuestos planes para extranjeros en los que se incluyen drogas.
El exceso de basura es un nuevo campanazo sobre lo que pasa en la 13.