Exclusivo Colombia acompañó la jornada de un experto en Tanatología Forense, quien trabaja para una de las funerarias más reconocidas de Medellín.
Todos los días, Diógenes Cano, se levanta con una misión de la pocos hablan pero que oculta una inmensa responsabilidad ética y emocional. Empezó hace 23 años en el mundo de los servicios exequiales, pero hace 10 ejerce un rol profesional en Tanatología, una vocación que muchos califican de “asombrosa”, algunos de “tenebrosa” y para otros es desconocida, porque se vive en “silencio”.
Su misión es parecida a la de cualquier profesión: debe cumplir un objetivo y exigirse para que los afiliados de su empresa se sientan satisfechos con el servicio, pero a diferencia de otras ramas judiciales, el cargo que hoy ostenta lo reta a encontrarse todos los días con la muerte.
Exclusivo Colombia lo acompañó a preservar el cuerpo de un hombre que falleció en un accidente de tránsito. En un laboratorio, Cano, quien aseguró que ha cumplido con el reto de trabajar sobre cerca de 3 mil cadáveres reveló detalles de este rol que hoy desempeñan de manera profesional decenas de hombres y mujeres, los retos científicos, el impacto que puede producir el estado en el que llegan al año cantidades abismales de cuerpos e incluso las técnicas de cuidado de la piel y maquillaje que son utilizadas antes de hacer la entrega oficial a sus dolientes. Dice el profesional que este oficio permite dar tranquilidad a los seres queridos para que su última visión sea lo más agradable posible.
Funeraria San Juan Bautista
Al año, la funeraria San Juan Bautista preserva cerca de 2 mil cadáveres. La compañía nació el 18 de febrero de 1991, una de las épocas más agudas del conflicto armado en Colombia, bajo la dirección de Rodrigo Ospina, quien hace 32 años ha trabajado para generar empleo a casi 200 personas.
Década, tras década, la funeraria con epicentro en la capital de Antioquia, pero con una lista de experiencias internacionales se ha preparado para enfrentar complejos retos científicos en la preservación y el cuidado estético de los cuerpos, como una misión de respeto por el duelo y la dignidad de los fallecidos.
La funeraria, además, conserva el vehículo americano que transportó a Andrés Escobar, el recordado futbolista colombiano que fue asesinado el 2 de julio de 1994, en Medellín.