En Medellín, usted se puede hacer un corte de cabello desde 2 mil pesos
José Darío Zapata González tiene 90 años y trabaja como peluquero bajo la línea del Metro en Prado. Sus servicios cuestan $2.000 pesos que utiliza para pagar el inquilinato en el que vive. Trabaja para sobrevivir y le gustaría tener apoyo del Estado para poder descansar.
En diferentes locales y centros comerciales de la ciudad de Medellín se han hecho públicos exorbitantes precios de los servicios de barbería y peluquería para personas con los más refinados gustos en el cuidado del cabello. En redes sociales se ve como los barberos y peluqueros con cremas oscuras, vapores y herramientas de último modelo retocan a sus clientes cobrando sumas en ocasiones irrisorias. A pesar de esto, en la misma ciudad, hay una persona que corta el cabello con la misma actitud, pero con una considerable diferencia en cuanto a lo monetario se refiere.
José Darío Zapata González es uno de los peluqueros ambulantes ubicados bajo la línea del metro, cerca de la estación Prado. Su puesto se compone de una silla de barbería para el cliente, una de plástico para él, una tabla colocada sobre una bicicleta con un mantel, donde pone sus implementos como un tarro de agua, alcohol, unas tijeras de papelería, una máquina de peluquería, entre otros. Como varias personas en dicha cuadra del centro de la capital de la montaña, encuentra en este oficio el sustento para vivir, pero a diferencia de sus iguales, tiene una tarifa por demás particular: cobra desde $2.000 pesos colombianos por un corte de cabello.
Exclusivo Colombia conversó con Darío, como es llamado en el sector, relató que es uno de los antioqueños que a lo largo del siglo XX emigró del campo a la ciudad. Desde el inicio reconoce la labor agricultora de sus padres en Betulia, suroeste de Antioquia, pueblo del que partió hace 75 años, cuando aún era un adolescente de 15 años. A hoy, con 90 años y una vida entera en sus espaldas, reconoce que con 3 o 4 clientes que le paguen la motilada a $2, $3, o si tiene suerte, a $5.000 pesos, puede estar tranquilo para pagar el inquilinato donde vive en el centro de la ciudad.
“A las personas que me manifiesten necesidad, yo vengo a servirles en lo que sea posible. Un corte de $2,000 pesos, lo hago normal. Común y corriente, como si fuera de $20,000”. Aseguró.
Explica que su técnica es tan especializada por los más de 70 años en el oficio, que incluso podría cobrar hasta 20 mil, pero sus clientes no son tan adinerados, por ello dice que su valor se acomoda a los ingresos de sus clientes, que son escasos, como los de él, pero que su intención es prestar un servicio bueno, bonito y barato.
“La cantidad de clientes al día es un poquito irregular, pero unos tres o cuatro al día, eso me alcanza para pagar el inquilinato”. Vivo muy agradecido de mi labor porque a mi edad aún me da para subsistir”.
Como todos los adultos mayores en este país de escasos recursos piden la ayuda del Estado, así sea con la comida diaria, porque en ocasiones la situación se torna más compleja; en ocasiones, solo se hace un corte y eso no alcanza para nada.
Sobre sus ocupaciones, respondió que toda la vida ha sabido el arte de cortar el cabello, pero que cuando llegó a la ciudad de la eterna primavera se desempeñó por más de 40 años como chofer de bus de transporte público, y según él, con mucho honor, no tuvo ni un solo accidente durante sus años de servicio.
“Yo vengo de cuna de agricultores y me vine hace 75 años de Betulia para Medellín, buscando la manera de subsistir de otra manera, aparte de la agricultura. Tuve la oportunidad de vincularme al gremio de los buceros y manejar los buses urbanos durante 41 años, con el orgullo de haber tenido todo ese tiempo de trabajo y sin tener el primer accidente”.
Darío relata que la vida bajo la línea del metro es insegura, por lo cual ha tenido que aprender a vivir con incertidumbre para poder sobrevivir entre los bazares de venta de ropa, juguetes, pero como tas las zonas deprimidas, hasta sustancias ilegales que se congregan en dicho punto, generando un espacio asequible a las personas en extrema pobreza o situación de calle en la ciudad de Medellín.
“La vida en Prado se maneja un poquito de inseguridad. Le tocaría a uno aprender a vivir, a convivir con la inseguridad también. Por lo menos vivo muy agradecido de mi labor, muy agradecido de Dios y de mi labor. Porque a la edad que tengo, yo tengo 90 años, y a la edad que tengo todavía me da para subsistir, para vivir”.
Aunque lo parezca, no está solo en este mundo. Este peluquero de 90 años y cerca de 1,90 de estatura tiene 3 hijos a los cuales dice que quiere mucho. La mayor de ellos es una mujer, que, según Darío, apenas sobrevive; su otro hijo está en situación de calle y su tercer hijo heredó su profesión, es peluquero ambulante como él, pero en otra zona de la ciudad.
“Por mala fortuna, mis hijos no tienen forma de ayudarme, porque una hija mayor con dificultades sobrevive, y otro de mis hijos es habitante de la calle. Y otro de los hijos es barbero transitorio, y yo les veo buena voluntad, pero ellos no les alcanzan para ayudarme a mí económicamente. Ellos me visitan y convivimos, simpatizamos, como buena familia”.
A Darío lo saludan varias personas que pasan por el ajetreado sector. Luis Fernando, uno de sus clientes, llegó a hablar con él y dijo que este señor, además de cortar el cabello, escucha y aconseja a quienes utilizan sus servicios.
“Yo vengo todos los días aquí, es como mi segundo papá. Y nos aconsejamos, nos hablamos, nos contamos nuestros problemas, nuestras situaciones. Hay días que hay para comer, hay días que no hay. Él me cuenta que hay veces que le pagan dos mil pesos, mil pesos, tres mil pesos por un corte. Por un corte, exactamente”, dijo Luis Fernando.
Por último, al responder sobre qué espera de la vida, el señor Darío se tomó su tiempo para hablar, e indicó que no añora riqueza, trabaja para poder comer algo cuando tiene hambre y le pide al gobierno que lo apoye económicamente para poder descansar mejor a sus 9 décadas de edad, en los cuales debe emprender el viaje en su bicicleta hacia las líneas del metro en Prado para conseguir un poco de dinero con la vocación que ha tenido siempre, la de peluquero, que le ha permitido tener sobrevivir, así sea de a $2.000 pesos por corte de cabello.